Cómo crear un álbum familiar bonito que refleje nuestra vida en familia de forma fiel.

Cómo crear un álbum familiar bonito que refleje nuestra vida en familia de forma fiel.

Por estas semanas se cumplen 11 años de mis inicios en la fotografía, y  de realizar por fin, esas fotos que quería hacer a mi hijo. Por supuesto el resultado deseado no llegó de inmediato: constancia y mucha práctica fueron necesarias para llegar a conseguir las fotos que deseaba.

Como muchas de las que estáis por aquí, mi motor principal para adentrarme en la fotografía fue mi hijo, y mi objetivo principal, por aquel entonces, era hacerle mejores fotos. Tener un álbum familiar bonito y que refleja nuestra familia de una forma fiel.

Si tú también estás en este punto, te invito a que te quedes por aquí, porque durante las próximas semanas vamos a hablar de nuestro álbum familiar, ese que vamos a crear nosotras con nuestra familia, y de algunos aspectos que, personalmente, se me hacen muy importantes para conseguir lo que queremos. Pero antes de nada: ¿Qué es lo que queremos?

¿Por qué hacemos fotos?

Internet  nos ha aportado innumerables cosas positivas. Una de mis favoritas es la cantidad de información que tenemos a nuestra disposición. Es maravilloso, claro. Pero también esconde un pequeño problema: podemos saturarnos, perdernos o abrumarnos ante tanto contenido, inspiración, referentes… Suele ser habitual que no consigamos enfocarnos o perdernos en los porqués de otras personas.

Por eso pienso que es muy importante que tratemos de reducir el ruido alrededor, y pensar en nosotras por un momento. Porque aprender a hacer fotos es relativamente sencillo. Hay una teoría y es la misma para todas las personas. Pero lo que va a hacer la diferencia y lo que realmente enriquece tus fotos es tu por qué. Si partes desde ahí va a ser mucho más sencillo y sobre todo hará que no te tropieces todo el tiempo con la frustración.

Así que, antes de nada, te lanzo la pregunta: ¿por qué quieres hacer fotos a tus criaturas?

Es importante que desarrolles esta respuesta. Bucea activamente en tus razones. Escríbelas en un cuaderno, tómate tu tiempo y trata de ahondar lo máximo que puedas.

Si sabes qué es lo que quieres conseguir, es más fácil que llegues hasta ello.

3 recursos para trabajar de forma consciente sobre tus fotografías de familia.

  1. Coge una libreta y escribe en ella algunos conceptos que se te vengan a la cabeza de tu infancia/adolescencia y que te guste recordar.  Puedes ponerte música que te ayude a evocar esos momentos, pero lo importante es que te tomes un tiempo para entrar en la idea y conectar un poco con los recuerdos. No te bases en nada visual, porque eso lo haremos después.Recopila anécdotas, o listas de palabras, lugares, etc.
  2. Vuelve a un lugar del que tengas recuerdos en tu infancia y quieras retomar. Puedes ir sola, con tu familia actual, y si tienes la gran suerte de regresar con tu madre/padre/hermanos, pues ya sería una maravilla. ¿Cómo has encontrado el lugar? ¿lo recordabas así? Anota todo lo que te ha hecho sentir ese sitio y lo que recordabas de él.
  3. Mira tu álbum de fotos de la infancia. Rescata tus recuerdos, ahora sí de forma visual, mucho más gráfica. Esto te va a proporcionar un viaje increíble por tu infancia. Recordarás hasta los olores. Anota emociones que te despierta, sensaciones, recuerdos, historias…

Puedes hacer todas las ideas, una de ellas, combinarlas como creas… lo importante es despertar lo que significó para ti tu infancia, esos recuerdos que guardas con más cariño y tener presente eso que quieres también para tus criaturas. Y ese será tu objetivo principal, la raíz de tus fotos, de tu mirada hacia su propia infancia.

Hacer click desde ese lugar te va a garantizar una experiencia fotográfica mucho más rica, emotiva y que perdurará en el tiempo.

La próxima semana continuamos hablando de tu álbum de familia y de cómo conseguir fotos que atesoren tu por qué, para asegurarte un testimonio fiel de tu forma de entender tu vida en familia.

4 formas de utilizar la fotografía consciente como herramienta para atravesar procesos emocionales.

4 formas de utilizar la fotografía consciente como herramienta para atravesar procesos emocionales.

Hace unos días, hablábamos por Instagram de lo duro que se hace esta época del año. La mayoría coincidimos en que el inicio de curso y el comienzo del otoño, se hacen realmente arduos.

Las rutinas salvajes a las que estamos expuestas y el cambio de horas de luz y el modo lento de la naturaleza, contrasta totalmente con nuestras necesidades.

A veces nos adaptamos mejor y otras veces peor, pero por lo general, lo vivimos como una cuesta muy pindia, que decimos por aquí cuando queremos decir que tiene mucha inclinación.

En mi caso, este año lo estoy acusando más que en otras ocasiones. Cambio de centro y de ciclo de mi hijo, cambio de rutinas… demasiadas cosas nuevas a las que adaptarnos. Pero poco a poco se va haciendo un poco más llevadero.

Cuando el cuerpo te pide cueva, pero la vida sigue sin detenerse.

La realidad es que nos enfrentamos a una situación incómoda, y sabemos que en algún momento pasará y nos encontraremos mejor. Pero, mientras la transitamos, se hace muy duro. Quejarnos y dejarnos llevar un poco es un derecho que tenemos y que debemos de permitirnos. Y lo ideal es buscar un hueco, un momento para nosotras, para recuperarnos, y conectar con nuestra propia necesidad, porque se ha quedado al fondo de toda esa montaña de cosas por hacer.

Podemos buscar herramientas de lo más variadas. Quizás te pueda servir leer un ratito, por pequeño que sea al día, y evadirte de la realidad.

O quizás en tu caso lo mejor es darte un baño relajante de 15 minutos.

Hoy te voy a proponer actividades con fotografía, claro. Y cómo, cámara en mano, podemos atravesar estas crisis emocionales y momentos tan complejos y para que se hagan un poco más ligeros. Espero que te sean de ayuda para conectarte.

La fotografía consciente.

La fotografía tiene diversas aplicaciones, por aquí te he contado ya varias de ellas. Y si quieres saber más de esta forma de aplicarla, puedes leerlo en este post.

Hoy, lo que quiero mostrarte son algunas formas de aplicarla de esta manera, porque me parece realmente útil cuando estamos en momentos emocionales complejos. Es una herramienta que nos permite conectar con nosotras, estar presentes y saber qué necesitamos de una forma sencilla e incluso divertida.

  • Pasea y observa cámara en mano.

Salir a pasear es un ejercicio magnífico cuando estamos agotadas o saturadas mentalmente. Despeja nuestra mente y dejamos que vague por donde necesite. Si además, lo hacemos con la cámara en la mano, capturando cosas que llamen nuestra atención, nos facilitará mucho estar ubicadas en el presente y disfrutar del ahora sin pensar en todo lo que tenemos en nuestra cabeza.

En realidad no es necesario invertir mucho tiempo en desconectar. Un paseo de veinte o treinta minutos puede ser muy reparador, y tal y como nos contaba Sandra de nuestra Comunidad F en la clase del pasado jueves: las cosas estaban en el mismo lugar cuando llegó de hacer esta actividad para cargar pilas.

  • Ver fotos.

Con todo lo que nos gusta la fotografía, y con todas las que hacemos a lo largo de la vida, te quiero preguntar: ¿cuántas veces te sientas a verlas? Espero que sean muchas. Porque la vida de una foto no termina al hacer click. Ahí es donde comienza todo en realidad. Y una forma de conectar contigo y descansar de la rutina que nos aplasta, puede ser sentarte en tu sofá, sola o acompañada con una rica infusión y deleitarte mirando imágenes pasadas. 

Pueden ser de ese año, de otros, de tu infancia… Recordar, traer a la mente momentos bonitos y recordar que también existen aunque ahora estemos en uno complicado, puede ayudarnos a ver un poco de claridad entre tanta sombra.

  • Hazte fotos.

El autorretrato es una forma de fotografía que no me cansaré nunca de recomendarte. Sé que al principio da miedo. Enfrentarse a la cámara da un poco de vértigo, pero de verdad que cuando te pones a ello, conectas con algo que engancha y genera bienestar.

Cuando estamos en momentos complicados, es un gran ejercicio para situarnos, ver dónde estamos. 

Siempre me gusta dividir el proceso de autorretratarse en dos partes diferentes.

La primera de ellas es la que te cuento en este punto: hacerte fotos.

Mientras estás delante del objetivo, ocurre una conexión mágica con la cámara, y muchas veces entramos en un juego que nos permite soltar emociones y tensiones. Es un rato con nosotras mismas, sin nadie más, y eso en sí mismo ya es un regalo. Tampoco es necesario plantarse delante del objetivo con ninguna intención más que estar contigo misma y ver qué sucede.

  • Verte en esas fotos.

La segunda parte del proceso de hacerse fotos, es verte en ellas una vez que ya están hechas. Mirarte en una imagen que tú misma te has realizado es un ejercicio muy esclarecedor. Y sí, al principio da entre vergüenza y miedo. Pero enfrentarnos a eso también es importante y reconfortante una vez que derribamos el muro.

Esta parte del autorretrato es realmente esclarecedora. Las fotos que nos hacemos a nosotras mismas nos revelan muchas cosas del momento en el que estamos, cómo nos sentimos, y un sinfín de emociones profundas que no podemos sacar a flote de otras maneras.

Semana especial del autorretrato.

Espero que estas herramientas te sean útiles para disfrutar de la fotografía y de ti misma. Si las pruebas, me encantará saber qué tal te fue.

Y antes de despedirme, quiero compartir contigo que en breve vamos a celebrar una semana especial en Instagram enfocada a trabajar con el autorretrato.

Si te apetece participar en ella y no perderte nada, puedes apuntarte aquí, y recibir, además, una vídeo clase donde te enseño muchas más cosas sobre esta disciplina fotográfica.

Ahora sí, nos vemos la semana que viene 😀

Maternidad y fotografía: mi revolución personal.

Maternidad y fotografía: mi revolución personal.

Mi puerta de entrada en la fotografía fue la maternidad. Al igual que muchas de las que estáis por aquí, convertirme en madre supuso una gran revolución en mí. Entre otras muchas cosas, me planteé de nuevo todo lo que en algún momento ya me había pasado por la cabeza, pero que había desechado por pensar que era una locura.

Cuando nació mi hijo, allá por 2009, se tambalearon los pocos cimientos que había construido para mí. Y aunque fue muy duro, decidí ir deconstruyendo y construyendo de nuevo mientras vivía la maternidad a una intensidad muchas veces dolorosa.

La fotografía me ha permitido a lo largo de todos estos años, poder cuestionarlo todo. Ha sido quien me ha acompañado para documentar la infancia de mi hijo, sí, pero también ha sido una herramienta que he utilizado para conocerme un poco mejor a mí misma. 

Maternidad y fotografía: mi revolución personal.

Convertirme en madre supuso un encuentro inesperado con muchas partes de mí. Inesperado, porque absolutamente nadie me habló del maremoto emocional que suponía tener a una mini persona que te hacía de espejo 24 horas al día, 7 días a la semana. Y eso que una es precavida, y me había empapado sobre crianza, lactancia materna, colecho… y porteo ergonómico.

Pero como en casi todo, la teoría no es suficiente. Hay que experimentarlo.

Gracias al porteo y a llevar a mi hijo pegado a mí tantas horas, conseguimos mantener el contacto que necesitábamos ambos, disfrutarnos y conectar. Y justo esta semana se celebra la Semana Internacional de la crianza en brazos y me apetece mucho celebrarlo contigo. Porque esta forma de criar me ayudó a conectar con mi hijo primero, pero también conmigo misma.

Ayer, en nuestro directo semana del Instagram, invité a Elena López, una de las grandes referentes en esto de la crianza con contacto, para que nos hablara mucho más sobre todo lo que el contacto con nuestras criaturas nos regala tanto al bebé como a nosotras.

Recuerdo especialmente los primeros meses de maternidad, cuando mi hijo lloraba y no tenía hambre, ni sueño, ni necesitaba un cambio de pañal (el ABC del recién nacido). A mí aquel llanto me conectaba con una parte de mí misma que me partía a la mitad. Necesitaba consolarlo, pero me sentía incapaz.

Menos mal que siempre teníamos un fular para sentirnos cerca y cómodos y pasar el mal trago juntos. 

Recién salidos del hospital

Si no has podido ver el directo con Elena, te invito a que saques un huequito y la escuches, porque de verdad merece mucho la pena. Ella nos habla no solo de los beneficios de criar en contacto, también nos cuenta cómo podemos enfrentarnos a este tipo de crianza cuando nosotras no fuimos educadas en ella. Algo realmente complejo por muy mentalizadas que estemos.

Fotografía: la puerta hacia mí misma.

Los primeros meses de maternidad son un momento muy intenso, y nosotras podemos llegar a sentir que nos perdemos entre leche, pañales y llantos. 

En un momento donde, sacar cinco minutos a solas para pegarte una ducha era toda una odisea, la fotografía me regaló un lugar mágico donde encontrarme mientras seguía pegada a mi hijo.

Quizás por eso para mí la fotografía es mucho más que la imagen que se genera al hacer click. El valor real, para mí,  se encuentra en todo lo que ocurre alrededor de ella. Y es que nuestra relación comenzó en un momento donde de verdad la necesitaba. Sin saberlo, buscaba algo que me permitiera seguir creciendo, haciendo algo para mí, que me hiciera feliz, pero sin tener que despegarme de mi criatura.

La fotografía me ofreció todo eso y mucho más. Y fue una sorpresa maravillosa descubrir que su potencial iba mucho más allá de hacer fotos bonitas de mi hijo, que era mi objetivo en aquel momento.

3 formas en las que la fotografía te ayuda a conectar contigo misma.

  • La fotografía ayuda a vernos a nosotras mismas independientemente del tipo de imágenes que realicemos.

Al iniciarme en la fotografía gracias a la maternidad, he sido testigo de cómo hacer un recorrido por la infancia de mi hijo, ha supuesto también un viaje a mi propia infancia. Conectar con mi niña interior, recordarla, y darle lo que necesitaba y en su momento no pudo experimentar, no ha sido un trabajo sencillo, pero desde luego, la fotografía ha sido una gran compañera para ello. Un poco sin quererlo, al cabo de los años me encontré que cuando le fotografiaba a él, también me fotografiaba un poco a mí.

Así que, pese a que la creencia popular se inclina a pensar que para realizar un trabajo de autoconocimiento fotográfico es necesario el autorretrato, yo tengo que contarte que mi experiencia ha ido mucho más allá de salir en las fotos.

  • El autorretrato, la vía directa hacia nuestro interior.

Pero claro, sí, hacernos fotos a nosotras mismas es el camino más corto y directo que podemos tomar. Seguramente también el más osado, complejo y el que más miedo nos da. Es normal, no estamos acostumbradas a vernos, ni por fuera, ni por dentro. Nuestra desconexión con nosotras mismas es tal, que hacerlo o simplemente pensar en ello, puede ser realmente abrumador y dar mucho miedo.

A su favor, diré que una vez que te lanzas a la piscina, tiene algo que engancha, porque en el fondo estamos deseando vernos, reconocernos y hacer las paces con nosotras.

Si estás en ese punto en el que te apetece mucho verte o al menos intentarlo, te dejo por aquí una vídeo clase en la que te cuento cómo comenzar a acercarse al autorretrato. Es un obsequio que espero que te guste y del que disfrutes.

  • Una sesión de fotos personal, dejarte descubrir a través de los ojos de otra persona.

Esta es una opción increíble, maravillosa y que te da un chute de energía y poder que no podías esperar. ¿Qué tendrá la cámara que da tanto miedo? ¿Y qué tendrá después de derribarlo, que nos divierte tanto y nos llena de cariño hacia nosotras mismas?

Verte en los ojos de otra persona, verte bonita, poner el foco en todo lo que aportas, es un regalo inmenso que no sé si habrá palabras para describirlo.

Las tres opciones son totalmente combinables entre sí, y si necesitas empezar suave, comienza fotografiando a tus peques, saborea el proceso y observa cómo el camino se va haciendo a medida que avanzas. No te marques metas, ni objetivos. Bueno, solo uno: disfrutar.

“Ser uno mismo, simplemente uno mismo, es una experiencia tan increíble y absolutamente única que es difícil convencerse de que a todo el mundo le pasa algo tan singular.”

Simone Beauvoir

No me atrevo a hacer fotografías porque creo que las hago mal.

No me atrevo a hacer fotografías porque creo que las hago mal.

Puede que el título del post haga que te explote la cabeza por un segundo: ¿cómo puede ser que, si no sabes algo, te de miedo a hacerlo mal?

Pues puede ser, vaya que si puede.

En muchos casos, el sistema educativo nos deja una marca bastante profunda sobre nuestra forma de enfrentarnos al aprendizaje. El miedo a cometer errores nos hace viajar a las clases donde lo importante era la nota, ser mejor (la mejor) sin importar tus múltiples capacidades, el camino que se recorría o los miles de logros y aprendizajes secundarios que hacías por el camino.

De esta forma, es habitual que cuando llegamos a adultas, nos enfrentemos a los aprendizajes desde el miedo. Y es duro y triste. Porque, cuando te acercas a aprender sobre algo, lo que menos se debería de esperar, es que sepas hacerlo. Pero así funcionamos, y el miedo al error, al juicio y al ridículo, nos asalta y en muchos casos, nos paraliza.

Estos días, además de acompañar a mi hijo en el inicio del curso, también estoy acompañando el inicio del curso en la Comunidad F de muchas mujeres. Y no dejo de encontrarme esa misma sensación de miedo a equivocarnos, a que nos juzguen y a no saber hacer las cosas.

Me encantaría poder hacer llegar a todas las que estáis leyendo este texto, un poco de fuerza y seguridad para enfrentarnos a los nuevos aprendizajes y la convicción de que tenemos derecho al error y que nadie (nosotras incluidas) nos castigue por ello.

Aprender desde la comparación y buscando resultados estandarizados, puede desarrollar en nosotras una serie de actitudes, que al enfrentarnos al aprendizaje de algo nuevo, nos trae como resultado miedo y bloqueo.

3 actitudes con los que me encuentro cuando acompaño el aprendizaje. 

  • Creernos peor que los demás:

Una de las frases que más escucho cuando va a dar comienzo el reto de agosto es: “no sé si estaré a la altura”. Seguida de: “no me apunto, porque hay mucho nivel”.

Lo mismo pasa cuando comienza alguno de mis talleres. La duda nos asalta por todas partes, vacilamos a la hora de participar en actividades que nos hacen felices y nos sientan bien, porque centramos la atención en mostrar y llegar a algún punto que nos parece inalcanzable, pero solo para nosotras. Porque tenemos más confianza en las capacidades del resto de personas que en las nuestras.

La mayoría de nosotras nos sentimos pequeñitas. Inevitablemente nos comparamos con el resto, y eso nos genera impaciencia por ver resultados y ansiedad y mucha frustración cuando no obtenemos lo que teníamos en nuestra cabeza.

  • Ansiedad e impaciencia:

Como decía en el punto anterior, al inicio de cualquiera de mis formaciones, encuentro toneladas de ansiedad. Es normal por una parte, estamos expectantes, necesitamos conocer el espacio, a las personas que estarán con nosotras, etc.

Pero esto se puede convertir en un problema cuando continúa en el tiempo y cuando tenemos que enfrentarnos a poner en práctica lo que se nos propone. Si alguien comparte una imagen en el taller antes que nosotras, inevitablemente comenzaremos a pensar que es mejor que la nuestra, compararemos, de nuevo, su trabajo con el nuestro. Y buscaremos la aprobación de otras personas para poder compartir una imagen. Se nos olvida que estamos en ese espacio para aprender, y que no saber es lo natural.

Además, comenzaremos a ponernos nerviosas, porque los resultados que obtenemos no son los que queríamos, y comenzaremos a ser presas de nuestras expectativas.

Todo esto nos generará, posiblemente, bloqueo.

  • Bloqueo y estancamiento en el aprendizaje y la creatividad.

No ocurre siempre, pero lo he visto demasiadas veces. 

Crearnos ciertas expectativas sobre los resultados que esperamos de nosotras mismas, nos genera un bloqueo importante. La ansiedad es enemiga de la creatividad.

Dejar que fluyan las ideas o los conceptos aprendidos, es más sencillo si lo hacemos desde la calma. Pero esto no es una tarea sencilla de llevar a cabo cuando tenemos interiorizado que se va a esperar de nosotras que sepamos hacer las cosas de una determinada forma.

  • Pérdida del disfrute durante el proceso de aprendizaje.

Y todo esto, inevitablemente, nos lleva a perder el disfrute de aprender. Recuerdo que en cuanto dejé atrás la formación reglada, descubrí que aprender me encantaba, incluso aprender sobre materias que en el instituto llegué a aborrecer. 

Muchas veces me pregunto qué sentido puede tener aprender fotografía si no es para disfrutar, para ser más feliz o para hacer algo que te gusta. La fotografía es una actividad totalmente lúdica, que hacemos por gusto. Y es necesario no perder el objetivo de nuestro interés: disfrutar de ella.

Lo que a mí me sirvió cuando me enfrenté al aprendizaje de la fotografía.

“Si no estás preparado para equivocarte, nunca llegarás a nada original.”

Ken Robinson

Cuando estamos aprendiendo algo nuevo es porque no sabemos hacerlo. Y saldrá mal, y cometeremos errores. No puede ser de otra manera.

Pero, si en vez de enseñarnos que el error es algo indeseable, nos mostraran que el error es el proceso de aprender, sería mucho más fácil atravesarlo y enfrentarnos a él. Lo viviríamos como parte del camino.

Y llegadas a este punto, ¿qué podemos hacer? 

Te quiero compartir algunas de las cosas que a mí me sirvieron cuando me enfrenté al aprendizaje fotográfico (camino que no ha terminado, porque de aprender, nunca se acaba).

  • Buscar tu motivación para aprender fotografía. Tenla presente cuando te invada la seguridad.
  • Darte cuenta de que lo más importante para que el aprendizaje suceda ya lo tienes: interés. 
  • Disfrutar del camino. Es lo mejor que puedes hacer cuando te enfrentas a un nuevo aprendizaje. Todo será nuevo y emocionante, cada pasito cuenta y será un gran logro.

 

Ojalá que en algún momento el sistema educativo nos muestre que aprender es mucho más que seguir normas y memorizar para luego olvidar.

Mientras tanto, tendremos que cuidar de nosotras, y permitirnos equivocarnos.

Feliz semana, y feliz aprendizaje.

Fotografía consciente

Fotografía consciente

Cuando era adolescente y pensaba en dedicarme a la fotografía, me decía a mí misma:  mejor dedicarme a otra cosa, porque es muy complicado destacar en la fotografía y ser buena. Acabarás trabajando en una tienda de revelados de fotos

La era analógica, cierta idealización de la fotografía como arte  y poca visión de futuro me hicieron girar en el camino cuando era joven.

Si hoy retomo esa creencia que instalé dentro de mí, soy capaz de ver en ella un montón de cosas más allá del miedo al fracaso. Y hoy quiero compartirlas contigo.

Nuestra relación con el arte.

Así define la RAE la palabra arte:

  1. m. o f. Capacidad, habilidad para hacer algo.
  2. m. o f. Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.

Pero, en demasiadas ocasiones, le colocamos al arte unas connotaciones diferentes: pensamos que el arte requiere que un ser superior te toque con su varita mágica para darte el don de hacerlo. Y por supuesto a mí (nosotras) eso no nos pasa.

Después de acercarme a la fotografía, si pienso en el arte, lo hago desde una perspectiva muy diferente. Para mí el arte es una forma de expresión. Algunas personas se manejan con el lenguaje, y escriben maravillosamente bien y bonito.

Otras lo hacen a través del dibujo, la ilustración… y te invitan a su mundo de belleza, fantasía y creatividad. Otras utilizan la música, y componen o cantan o tocan un instrumento… y otras, utilizamos una cámara.

Se dice del arte que debe emocionar a quien lo contempla. Y no digo yo que no tenga o pueda ser así. Pero entonces estamos dando por hecho que lo hacemos hacia fuera, para el otro, para exponerlo y exponernos.

Y claro que puede ser así, y es genial hacerlo, y que lo que has creado guste. Es maravilloso.

Pero no nos olvidamos del principio, de la raíz: expresarnos. Y si tu sientes la necesidad de expresarte, la fotografía es una herramienta extraordinaria para ello.

Expectativas vs realidad.

El mundo a través de las redes sociales ha potenciado muchas cosas positivas, como por ejemplo, tener mucha información a nuestro alcance, poder aprender cosas que antes nos era muy difícil, o comunicarnos instantáneamente sin importar la distancia.

Pero también ha fomentado el vivir hacia afuera, de cara a los demás y el estrés por ser vistas de una forma perfecta.

Nosotras las adultas podemos sentirnos un poco más a salvo, porque todo esto nos ha pillado ya con la cabeza más colocada, pero las personas jóvenes tienen un panorama estremecedor en este sentido. Es muy difícil colocar todo esto con ciertas edades.

Pero ninguna persona escapa de esa sensación en las redes, de esa intimidación que nos produce las expectativas que se generan ahí fuera.

Hacer fotografía hoy en día se ha vuelto muy sencillo, llevamos una cámara en la mano las 24 horas, pero en cambio, la exposición y las referencias, nos hacen sentir pequeñas en muchas ocasiones. Y se nos hace bola pensar que no llegaremos a un nivel imaginario que está en nuestras cabezas y que se ha creado a base de ver las referencias de ahí fuera.

Eso puede paralizarnos, frenarnos y desechar la idea de que nosotras también podemos hacer fotos.

Vivir hacia afuera.

Como te contaba antes, es habitual que ahora todo lo hagamos hacia afuera, para ser mostrado. Con la fotografía se ha perdido un poco el norte, y aunque está bien utilizarla de la forma que te apetezca, hoy me gustaría traerte una idea diferente de ella, y partir de un punto totalmente diferente con ella.

Si fotografiamos pensando en el resultado, en cómo nos va a quedar la foto, en si gustará cuando la enseñe… nos perdemos el viaje completo de la fotografía. Por no hablar de la ansiedad que eso genera, y de lo bloqueante que es a nivel creativo.

Hoy te propongo que prestes atención al momento, al por qué de la foto, a lo que te atrapa en el presente para que quieras guardarlo en el futuro. A que viajes con tu imagen y disfrutes de todo lo que te aporta conectar. El click es solo un movimiento con el dedo. Es una fracción de segundo. Pero si puedes quedarte un momento alrededor de ese click, la experiencia será mucho más amplia.

La fotografía consciente.

Siempre he vivido la fotografía desde un plano muy personal. Pero ha ido evolucionando con el tiempo. El concepto de fotografía consciente me parece el más acertado para hablarte de cómo vivo yo el arte de hacer fotos. Y cada vez más, me doy cuenta de que es una necesidad para mí. Fotografiar es algo que necesito hacer para comprender el mundo. Más que para mostrárselo a otros (que también).

Y hace un año creé un espacio donde poder desarrollar todas las vertientes de este tipo de fotografía, porque me encanta compartir esta forma de hacer fotografía. En la Comunidad F hemos conseguido crear un lugar íntimo y seguro para aprender, pero hacerlo así, con cariño y buscando en cada imagen un sentido.

Y como ahora cumplimos un añito, estamos celebrando y queremos compartir contigo muchas cosas, entre ellas, que puedas entrar en este espacio que solo abre sus puertas dos veces al año. Esta será la última del 2021.

La Comunidad F.

Si tuviera que recrear un espacio para acoger a esta comunidad, me lo imagino en un jardín pequeño y acogedor, con mucho verde, y zonas cómodas para sentarse, compartir y charlar juntas sobre fotografía y sobre la vida en general como madres y mujeres.

No tenemos un lugar físico, pero eso también es una suerte. Porque encontrarnos oline nos acerca mucho en realidad. Podemos juntarnos mujeres de todas partes: de varios puntos de España, pero también de México o mujeres que han atravesado continentes y se han mudado de país en varias ocasiones.

La diversidad nos enriquece, nos inspira, nos motiva y nos cautiva. Y así es como un espacio online se convierte en un refugio donde poder disfrutar de la fotografía de una forma mucho más íntima y personal: sin miedo al error, a crear, a probar… En definitiva, a aprender.

Así lo cuentan algunas de las mujeres cómplices de este espacio:

“En estos meses he aprendido mucho y no solo de fotografía, sino también de humanidad porque Rebeca ya sabéis lo sensible que es y lo comprometida que está con la infancia y las mujeres.

Además tengo la suerte de compartir este espacio con mujeres maravillosas que me aportan un montón en todos los sentidos.

Por eso te digo, no lo dudes y vente a compartir con nosotras. Es un lugar entretenido, divertido y donde seguro aprenderás muuuchas cosas.”

Susana.

“La Comunidad ha sido para mí la oportunidad de aprender técnicas y recursos y de practicarlos semanalmente, pero sobre todo de volver a ilusionarme por la fotografía y de formar parte de una comunidad de mujeres estupendas con las que compartir esta bonita afición.

Gracias Rebeca por crear para nosotras este bonito espacio para nosotras.”

Jéssica.

“Rebeca la anfitriona, cada semana nos prepara la mesa camilla con cada una de las propuestas para hacernos sentir cómodas y seguras para trabajar el mes con ilusión y confianza, sin miedo a fallar o a no “dar la talla” la verdad que para mí más que la Comunidad es mi tribu fotográfica, mi  vía de escape en el caótico ritmo del día a día, la forma de encontrarme y disfrutar de algo mío que me hace sentir bien, una excusa para recuperar cositas que quedan en el camino cuando eres mamá. Y lo mejor: poder compartirlas con esta tribu bonita y aprender gracias a Rebeca como avanzar pasito a pasito.”

Manoli.


Nuestro calendario mensual.

En la Comunidad trabajamos en un formato mensual. Cada mes desarrollamos nuestro trabajo sobre un tema troncal para poder profundizar en él y sacarle jugo.

Así lo hacemos:

El primer jueves de mes nos reunimos y charlamos sobre el tema del que vamos a aprender. Ese encuentro (como todos) queda grabado, porque algunas personas no pueden asistir en directo. Así puedes verlo cuando quieras.

El segundo jueves del mes, lo utilizamos para hablar sobre algún tema complementario al tema troncal. A veces buscamos inspiración, otras ahondamos más en la técnica, etc.

El tercer jueves de mes hacemos un break y lo dedicamos a presentar una actividad más creativa y especialmente pensada para poder realizarla con nuestras criaturas.

La última semana, nos toca sentarnos a analizar lo que hemos hecho desde una perspectiva personal. Cada una desde el punto en el que se encuentra,  preparo un feedback para cada una, a través de una foto presentada sobre el tema troncal.

Además, la comunicación es muy importante para nosotras, por eso tenemos dos espacios privados:

Un grupo de facebook, en el que trabajamos, compartimos nuestras imágenes y desarrollamos las dudas que puedan ir surgiendo.

Y nuestro grupo de Telegram: un espacio más personal y lúdico, donde compartimos todo lo que nos apetece con nuestras cómplices de la Comunidad F.

Ahora La Comunidad F abre sus puertas hasta el viernes 17 de septiembre, y puedes disfrutar con nosotras del viaje que supone la fotografía.

Si quieres ser una de nuestras cómplices, o quieres conocer más de este espacio, puedes hacerlo desde aquí.

Y si tienes alguna duda, puedes charlar conmigo de ello desde aquí.

Feliz semana ❤️

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
Cuéntame qué necesitas.