Toda la familia estaba a la espera de un nuevo miembro, y se percibía una alegría que se expandía en el universo sin que nada lo pudiera evitar. Se contagiaba a todo el que se acercaba a medio metro a la redonda. Y una emoción contenida llenaba el pecho de cosquillas con solo cruzarse una mirada.
Silvia sentía que tenía que atrapar todo lo que estaba experimentando. Sabía que no se volvería a repetir de la misma forma y quería recordarlo tal y como era entonces.
Su sesión de fotos de familia tenía que ser ahora, porque días después los cuatro ya serían cinco y la vida se aceleraría, ¡plum! de repente y de una forma maravillosa.
Las fotografías lo captan porque no puedes escapar de tu felicidad. Las risas, el cariño y la ternura que todos despliegan en torno a la madre están ahí, en cada imagen y en cada gesto.
Es imposible ocultar la alegría.
Que no, que no se puede. Que cuando uno está radiante eso sale disparado por los poros, es como intentar meter demasiada ropa en la maleta, que la cremallera cede y desparrama el contenido.
Y para muestra, varios botones. Risas, abrazos, juegos… está todo ahí, sólo hay que verlo.
Silvia y su momento.
Es probable que me hayas leído esta frase unas 100 veces: mamá, tienes que salir en las fotos. Sí o sí.
Casi siempre somos nosotras las que cogemos la cámara y fotografiamos al resto. Y cuando vamos a abrir el álbum de fotos, nos llevamos la sorpresa. ¿Dónde estamos? Escondidas, tras la cámara.
Desconozco si es porque en algunos momentos tenemos la sensibilidad a flor de piel y eso hace que se nos agudicen los sentidos. Observamos a nuestro alrededor con otros ojos y percibimos lo especial y efímero de cada instante. Casi siempre somos las que fotografiamos, y eso nos deja fuera de la escena que se retrata. Hay que cambiarlo.
Porque está claro que el proceso de ser mamá es algo que nunca olvidarás. Pero aquí están las fotografías para recordarte lo bella que estabas y refrescarte la memoria.
Sabes que estás ante una buena fotografía, cuando al mirarla eres capaz de percibir aquellos días como si estuvieran ocurriendo ahora. Rememoras los sonidos y colores del lugar. La ropa y cómo te quedaba por aquel entonces. Cómo ha cambiado tu cuerpo, cómo han crecido tus niños y la energía que tenían aquel día.
Pero también la calma, la espera. Lo que sentías los días previos al nacimiento.
Este era el momento de Silvia, guardado para la posteridad.
Gracias, Silvia y familia, por dejarme retrataros y contar vuestra historia con imágenes ♥
Hazme libre remontó el vuelo hace casi dos semanas. La realidad es que, a día de hoy, me sigue costando dar con palabras para expresar todas las emociones que viví en ese momento.
Todo el tiempo que ha pasado desde que terminé de seleccionar las fotos de la exposición hasta que salió a la luz me ha dado para reflexionar hasta el infinito y más allá.
Pero he querido condensarte todas las conclusiones a las que he llegado, y hacerte unas sugerencias que yo misma seguiré cuando repita el proceso. Así que, aquí van unos consejos si estás pensando en sacar adelante un proyecto personal, sea cual sea su naturaleza.
Y al final, el vídeo de la inauguración de Hazme Libre.
5 consejos para mimar tu proyecto personal y que sea imparable.
Date tiempo y fíate de tu instinto. Estos procesos requieren tiempo de reflexión y, aunque muchas veces la primera idea es la buena, si la maduras será todavía mejor. Precipitarse no suele generar buenos resultados.
Anota todas las ideas (incluso las más locas) que se te ocurran. Vive pegada a un block de notas. Si es posible, incluso una grabadora.
En varias ocasiones me he visto contándole a alguien mi idea y diciendo exactamente las palabras que llevaba buscando varios días. Y se han ido “como lágrimas en la lluvia” porque no tenía donde apuntarlas y después ya no recordaba cómo lo había expresado. ¡Es frustrante! Que no te pase a ti.
Haz equipo con personas con las que conectes, que entiendan a la primera tu proyecto y que te toquen la fibra con su trabajo, porque así el tuyo se enriquecerá y dará un estirón tremendo.
Y rodéate de gente que te aporte vibraciones positivas, comentarios útiles y que estén con el mismo nivel de energía que tú. El resultado puede ser tan diferente como ir contracorriente o coger una ola.
Déjate aconsejar, pero no pierdas tu visión y tu esencia. Si tienes la suerte de poder contar con la experiencia de otras personas, aprende todo lo que puedas de ellas, pero defiende tu esencia porque es lo que hará de tu proyecto algo único.
Disfruta. Es TU PROYECTO, tu criatura. Has puesto el corazón y la ilusión en él. Has trabajado un montón y has pasado por momentos duros, de dudas y de resolver dificultades. Pero tienes que sentir gozo. Si esto no te dibuja una sonrisa, algo va mal.
Te dejo el vídeo sobre el día de la inauguración que Txatxe Saceda(quédate con este nombre, porque será ¡grande!) creó para Hazme Libre. Creo que condensa a la perfección el cariño y la emoción que sentí. Mejor que si tratara de contártelo con palabras.
¡La emoción! Ahí llega otra vez.
Seguro que algún día podré ver el vídeo sin que se me ponga la carne de gallina. Pero no será hoy 😀
Agradecimientos
Antes te hablé de la importancia del equipo, de rodearte de gente increíble. Pues yo no quiero despedirme sin presentarte al mío. Las personas que me han acompañado en este viaje, que no termina.
TERE
Ella es mi compañera. Cada día hace más suyos mis proyectos, y les da cariño a raudales. Ella es la que me empuja cuando yo no puedo tirar de mi misma. Ella es una de las culpables de que Hazme Libre hoy sea una realidad, algo tangible. Ella cree que la quiero por su trabajo (que también), pero en realidad la quiero porque me acompaña, me escucha, y el trabajo en su compañía es mucho más divertido ♥
TXATXE
La última incorporación, y ya me ha hecho llorar más que nadie. Su trabajo conecta con el mío de inmediato y sabe lo que quiero sin decírselo. Él es el autor del vídeo que has visto más arriba, pero también se curró el vídeo con el que cerré la presentación de la exposición y con el que todos acabamos emocionados. Su sensibilidad la quiero cerquita de mí ♥
Qué decir de María que no haya dicho ya. Ella es la madrina de Hazme Libre. Me ha acompañado con cariño, con respeto y con mucha sabiduría. Verla montar la expo fue una de las mejores experiencias del proceso. Su profesionalidad y saber estar. Increíble ♥
Hay más personas implicadas en todo esto. Está Quique, de Dlux, que se encarga de hacer todas mis copias desde hace años, y que siempre trabaja impecable. Pero que en esta expo no sólo ha estado impecable, sino que además ha resuelto un montón de problemas en tiempo record. Lo más ♥
También están los chicos que montaron las fotos en los marcos, los que las colgaron, limpiaron y mimaron para que hoy las podamos ver en el centro Madrazo. Todos ellos verdaderos profesionales y a los que no puedo dejar de nombrar.
Y por supuesto, está ÉL.
Mi inspiración, mi motor. Sin él, este camino no existiría, yo no existiría tal y como soy ahora. Gracias, Señor Bajito ♥
Crecer duele. Y no me refiero sólo a esa fase en la que sientes cómo se te estiran los huesos…
Verás. Cada vez tengo más claro que son las situaciones complicadas o las que te suponen un reto las que te enseñan de verdad. Si todo fuera sencillo, sin dificultades, la vida nos llevaría en volandas pero no aprenderíamos absolutamente nada.
Cuando te tragas el miedo, la pereza y la vergüenza, le echas valor al asunto y te enfrentas a una situación que no te apetecería tener que probar por nada del mundo, estás sufriendo un poquillo, sí, pero también creciendo, progresando.
Ya te desvelé una de las noticias que más ilusión me hacía contar: mi primera exposición «Hazme libre» se inauguró el pasado jueves día 1 en el centro cultural Doctor Madrazo, Santander. Llegar hasta aquí ha sido un camino increíble pero también ha estado lleno de momentos duros, de dolor, de muchos miedos… Los he ido batiendo uno a uno y todo ello me ha hecho crecer. Ahora soy más fuerte.
Con el desarrollo de esta exposición siento que puedo cerrar una etapa que ha durado unos 7 años, y con la que comenzó mi viaje en la Fotografía.
Este viaje continúa, y yo estoy dispuesta a encarar más desafíos y a dejarme llevar. ¿Hacia dónde me conducirá?
Salir de la zona de confort o lo que viene siendo, cagarte de miedo
Todo esto de la expo me ha pillado en un momento de mi vida muy bueno, fuerte y con ganas de experiencias nuevas.
Mi apuesta por salir del mundo online y tirarme de cabeza al mundo real se está viendo materializada, y hace un par de semanas tuve una dosis bien densa de todo esto. Me fui a Madrid al Tribucamp 2018 (un evento para emprendedores con negocios online) y a un curso de imagen personal con Sara Pellicer en Oh! La Luna.
Ninguna de estas dos formaciones estaba en mi agenda pero una semana antes de llevarse a cabo me dijeron ¡ven!, y me hice la maleta corriendo. Tenía que aprovechar ese impulso. Era una ocasión excelente para ver si realmente tenía ganas de mostrarme y relacionarme más allá de mi entorno y de las personas que conozco.
No te voy a engañar, sudé como un pollo. A parte del calor que hacía en el Tribucamp, aquello era para mí una de esas experiencias aterradoras que en un tiempo pasado hubiese evitado a toda costa.
¿Hablar con otros profesionales que no conozco? ¿Contarles a qué me dedico? Uy, quita, quita. Déjate de experimentos sociales, Rebeca. Mejor me quedo detrás de la pantalla del ordenador, que este es terreno conocido.
Todo muy cómodo, pero ¿qué consigues así? Estancarte.
Así que me dije “Rebeca, tienes ganas, te está entrando como una especie de calambre por todo el cuerpo que te impulsa a ir. Aprovecha esta sensación y apúntate a todo antes de que te arrepientas”. Salí de mi zona de confort. La vuelta atrás no era una opción.
La tribu de los emprendedores digitales: el Tribucamp2018
Siempre se ha dicho que los emprendedores somos de otra especie. Lo cierto es que somos igual que tú sólo que hemos tomado la decisión de llevar las riendas de nuestro propio negocio.
Pero, quizá porque el mundo digital tiene la ventaja de acercarte rápidamente y sin barreras físicas a otras personas afines a ti, diría que los emprendedores online formamos una tribu urbana variopinta.
Como también necesitamos cariño, consejo y seguir aprendiendo, de vez en cuando surgen estos eventos en los que otros profesionales te cuentan sus experiencias y hablan de aquello en lo que son expertos. También es una ocasión para desvirtualizar a gente a la que sigues desde hace tiempo, y ver que son humanos, como tú.
El cartel del evento era increíble. Los ponentes tenían tan sólo 30 minutos para dar contenido de valor a todos los que estábamos allí, y lo consiguieron. Parece que 30 minutos no dan para nada, pero estos profesionales aprovecharon hasta el último de los minutos para darnos ideas, hablarnos de emprendimiento, de la importancia de crear un buen equipo, de estar en sintonía con tu idea y tu servicio o producto, y hasta hicimos un poquito de mindfulness.
Teníamos dos salas a nuestra disposición, y en muchos de los horarios las charlas eran simultáneas, así que teníamos que elegir a cuál asistir. No fue sencillo, porque la calidad era muy alta y queríamos estar en todas partes, pero sin duda había contenido para todos los gustos y niveles de emprendimiento.
Aproveché para saludar a algunos de ellos a los que seguía y admiraba desde hace mucho tiempo, como a Maïder Tomasena.
Pero fue una ocasión estupenda para descubrir a otros profesionales que me impactaron a nivel profesional, pero sobre todo a nivel personal, como Víctor Campuzano. Él fue mi gran revelación e inspiración del fin de semana. No me pudo gustar más lo que nos contó y cómo resolvió los mil y un problemas a los que se tuvo que enfrentar sobre el escenario. Sin duda, verlo en acción me ayudó a aguantar los embistes que sufrí el día anterior al estreno de mi expo.
Durante los días del Tribucamp me llené la cabeza de ideas interesantes y aprendí de las experiencias de otros, pero lo que más disfruté fue la conexión con los participantes (que era justo lo que más temía).
Al final, todos necesitamos sentirnos respaldados, sobre todo cuando estás al frente de un negocio, y ver que hay humanidad tras otros perfiles, saber que muchos pasan por las mismas etapas, dificultades y miedos que tú te tranquiliza y ayuda a seguir adelante.
Mientras asimilaba lo aprendido, llegó el día de la exposición. Pero de eso mejor te hablo otro día, que todavía necesito digerirlo y ordenar las sensaciones en mi cabeza.
Durante las pasadas semanas te he ido contando cómo me acerqué a la fotografía y te he hablado de mi trabajo con el autorretrato.
El motivo de ponerme ahora a narrar mi historia con esta disciplina fotográfica es que la etapa en la que llevo adentrándome desde hace un par de años, me dirige de nuevo (en parte) hacia ella.
Sin embargo, la razón principal por la que me inicié en la fotografía no fui yo, ni la necesidad de conocerme. El causante de mi iniciación en la fotografía fue mi hijo.
Si trazo una línea desde el punto en el que el cuerpo me pidió a gritos que fotografiara al Señor Bajito para recordar siempre etapa de bebé, su infancia y su forma de crecer, esta línea pasaría por el descubrimiento del autorretrato, por la revelación de mi verdadero yo (y mi vocación de fotógrafa), el retrato de la infancia, por extensión, de la familia y terminaría de nuevo en el Señor Bajito. Un círculo perfecto que se retroalimenta y nunca termina.
Hoy me toca hacer balance de esa parte iniciática. Porque, entre otras cosas, llevo semanas queriéndote contar algo muy grande para mí, pero ni he podido ni he querido hacerlo hasta que estuviese todo bien preparado y yo me sintiera lista para arrojarlo al mundo.
En estos días de febrero se cumplen 7 años que agarré mi cámara por primera vez y le puse el modo manual. Lo hice con la convicción de no volver al automático y de captar los mejores momentos de mi hijo. Quería atraparlo, congelarlo para siempre. Porque su crecimiento era rápido e imparable, y no quería olvidar nada.
Durante estos años, mi cámara y yo necesitábamos fotografiar a los niños. Realmente era una necesidad, ahora me doy cuenta. El Señor Bajito era el protagonista, pero también sus amigos. Las reuniones de amigos eran mi excusa perfecta para observarles y fotografiarles. Su mundo me atrapó durante estos años, y prueba de ello son las ciento de fotos que tengo en mis discos duros.
Pero desde hace un par de años, mi necesidad de fotografiar otras etapas, otros rostros, fue creciendo poco a poco. Han sido dos años en los que, de forma paulatina, mis ganas de fotografiar la infancia iba disminuyendo sin que pudiera hacer nada. La verdad es que al principio me sorprendí un poco, incluso me asusté. Pensé que la fotografía se estaba marchando de mi vida, pero nada más lejos de la realidad: estaba madurando.
¿Qué quieres hacer con todo este material?
Esa fue la pregunta que me hizo Alain Laboile, mi fotógrafo de referencia en materia de fotografía infantil, en un curso que realicé con él hace algo más de un año. Al ver un conjunto de fotografías de mi trabajo, me miró, y me dijo “¿qué quieres hacer con ellas?”. Él me sugirió una exposición, a lo que yo le miré con cara de «¿me estás hablando a mí?».
Y esa fue la primera semilla.
Después de mucho tiempo meditando y pensando si quería seguir fotografiando la infancia, me quedó claro que no. Algo más fuerte que yo me arrastraba en otra dirección y por un momento me dejé llevar.
Lo que descubrí fue que realmente mis ganas de fotografiar seguían vivas, pero que estaba abriendo un nuevo camino y para conseguirlo primero necesitaba cerrar el que me había traído hasta aquí.
Así que una vez más, agarré el miedo y escribí a Mela para preguntarle si la asociación de Espacio Imagen me acompañaría en la locura. Mela me recibió con el corazón abierto, como sólo ella sabe hacerlo y me puso en contacto con María. Quien sería mi guía y compañía en esta aventura.
Hazme libre
Ni título, ni selección de imágenes. Me presenté frente a María con la simple idea de dar carpetazo a esta primera fase de mi fotografía, y lo hice con un puñado de fotografías, muchas ganas y bastante miedo.
Ella puso su conocimiento a mi disposición, y cada reunión fue como una clase magistral en la que aprendía y absorbía todo lo que ella tenía que decirme.
He quedado fascinada con su forma de entender la fotografía y de acompañar mi proceso. Ha sido increíble. Ha aportado su punto de vista, me ha guiando, pero siempre dejando que tomara mis propias decisiones.
Poco a poco el conjunto fue tomando forma. La idea y el concepto de la exposición se iban haciendo tangibles. Y así nació Hazme libre, la exposición en la que aporto mi visión sobre la infancia.
«Hazme libre» ha sido un trabajo instintivo 100%, nunca hubo ninguna intención tras esos clicks, sólo el seguir un impulso, una necesidad. Hoy, al ver el trabajo con perspectiva y distancia, me encuentro ante la documentación de mi forma de ver y sentir la infancia, tan intensa y emocional como yo.
Si te apetece acompañarme, el día 1 de marzo estaré encantada de abrazarte en la inauguración. Y si la distancia nos lo pone difícil, te mando un abrazo que llega volando allí donde estés.
Hoy voy a hacer un pequeño salto en mi DIARIO. No me desvío del tema en realidad, pero será un post que mezclará lo práctico con el alma. Hoy quiero escribirte cómo me enfrento a la cámara, cómo hago yo mi trabajo personal. Espero que te sirva de ayuda para lanzarte a tu propia búsqueda. Y recuerda que esta es la forma en la que yo lo hago, pero no tiene que ser la única vía.
Ahora sí, continuamos con lo que hemos venido a hacer. Y es que en las últimas semanas me veo llena de ganas de retomar el autorretrato.
Hacía mucho tiempo que no lo practicaba, porque el autorretrato es una de esas cosas que sólo puedes desarrollar cuando te nace de dentro y hay que estar en un momento concreto de tu vida para que te apetezca.
A veces es un momento gris, oscuro, partes de una dificultad que te lleva a la reflexión y el autorretrato te ayuda a liberar fantasmas, miedos y otras cosas que de algún modo, quieres que desaparezcan o al menos que te dejen un poco tranquila.
Esa fue mi primera etapa con el autorretrato. La más intensa y un camino increíble que descubría por mí misma y que después me llevó a querer mostrárselo a otras mujeres.
Es tan difícil como parece y en ocasiones quieres mirar hacia otro lado. Pero la verdad es que aligera las cargas y es una gran ayuda en el trabajo personal. Una herramienta increíble que te hace avanzar en tu propio crecimiento.
En otras ocasiones, lo que te acerca al autorretrato es todo lo contrario, un momento maravilloso contigo misma, en el que deseas observarte y verte bien. Puedo decir bien alto que me encuentro en este momento. Y también diré que me ha costado sudor y muchas lágrimas llegar hasta aquí. Supongo que habrá momentos de los otros más tarde o más temprano, pero desde luego me enfrentaré a ellos desde otra perspectiva totalmente diferente.
Así que ahora mismo puedo asegurar que el autorretrato me ha llevado a mi parte más presumida, pero que no me siento mal por ello. De hecho, me siento muy bien.
Muchas mujeres hemos crecido pensando y sintiendo que no estamos bien. Que nuestro físico no vale, está mal, es grande, o pequeño, o ancho, o estrecho… O de la forma que sea, pero no es válido. Sacudirse todo eso de encima es costoso, por eso cuando lo consigues te dan ganas de soltar un: «¡chúpate esa!» bien grande al universo, y no parar de mirarte y decirte a ti misma «¡pero qué guapa eres!».
En realidad, paso de pensar que ahora soy presumida o vanidosa, porque no se trata de eso. Es simplemente que ahora me encuentro en un momento maravilloso en el que me reconozco y me gusto.
Me ha costado años y muchos kilos (y dinero, de paso). Así que sólo puedo regocijarme en ello y abrazarlo bien fuerte. Y hacerme fotos para inmortalizarlo, claro XD.
Pasos a seguir para autorretratarte.
Vamos a la parte más técnica, la menos romántica del asunto. Y sea la razón que sea que te ha traído hasta aquí, puedes servirte de estos pasos.
De hecho, durante mis dos fases (tanto la que se originaba en un hecho negativo como la que partía de un reconocimiento positivo) he trabajado de la misma forma.
Un momento para ti.
¡Qué importante es reservarnos tiempo para nosotras y qué poco nos lo regalamos! Aunque sea una horita a la semana, es vital para empezar nuestro autocuidado. Necesitamos regalarnos momentos de calidad para nosotras mismas.
La casa puede esperar, los niños pueden estar un rato con su padre, o con sus abuelos (esto los primeros meses de la maternidad es impensable, seguramente ni siquiera te apetezca separarte de tu pequeño. Llegará, no te apures. No lo fuerces, ahora estás en otras cosas). Pero la vida pasa, y tú con ella. Así que si hace falta, anótalo en tu agenda bien grande para que nadie descoloque la planificación: esta horita de este día, es toda para mí.
Es uno de estos momentos en los que podemos aprovechar para hacernos fotos.
El pasado fin de semana disfruté de una sesión para mí solita. Afortunada que soy, se alinearon los planetas y pasé sola desde el sábado por la noche hasta el domingo bien tarde. Y pese a estar en casa, encontré las ganas de prepararme un poco y ponerme frente al objetivo. Es un juego divertidísimo.
Busca un espacio que te arrope y te dé seguridad.
Lo más fácil es hacerlo en casa, sobre todo al principio. Con el tiempo puede que adquieras confianza y te atrevas a salir a la calle. Yo soy más de interior, me gusta el retrato y autorretrato más íntimo. Pero desde luego las opciones son infinitas, y lo importante no es el lugar escogido, lo importante es que te sientas cómoda.
En casa puedes buscar la estancia que más te guste, que tenga la luz más bonita y, de paso, descubrir nuevos detalles de ese espacio que estás harta de ver cada día.
Mueve muebles, quita cuadros, descoloca y vuelve a colocar. Es un ejercicio que te dejará cansada pero a la vez satisfecha. No dudes en emplear toda tu energía en esta tarea.
Prepara la logística.
Está claro que necesitas tú cámara, pero aparte de eso, ¿ qué más? Trata de organizar todo lo que vayas a utilizar en la sesión para no perder mucho tiempo, especialmente si lo tienes guardado.
Busca la ropa, atrezo, accesorios y todo aquello que quieras utilizar para tu sesión y ponlo a mano para ir cambiando o incluyéndolo en tus fotografías.
Puede que utilices todo y puede que utilices más, pero tener una ligera idea es ideal para ir un poco a tiro hecho.
Déjate llevar.
Este es mi punto favorito. Yo soy muy de improvisar. Me gusta tener algunas cosas controladas, pero lo que me da vidilla es la improvisación (en esto del autorretrato).
Además, de esta forma los resultados son más interesantes, bajo mi punto de vista. Si estás buscando un autorretrato personal, en el que te veas de verdad, lo mejor es que vayas perdiendo el control de la situación para dar paso al instinto. Sólo así serás capaz de descubrirte de verdad. Aprender sobre ti, descubrir otras facetas que tienes escondidas, es un trabajo fascinante.
Para esto habrá mujeres que necesiten más tiempo, y otras que enseguida se suelten delante del objetivo. Por eso es importante tener en cuenta los puntos anteriores para que consigas relajarte: será más fácil que llegues a esta desinhibición si sientes que lo demás está bajo control.
La técnica.
Si ya sabes sobre fotografía, al menos disparar en manual y un poco de composición y del manejo de la luz, te recomiendo que también disfrutes de esto porque así también podrás explorar otro terreno creativo.
Observa los encuadres, cómo incide la luz si te pones así o de la otra manera. Apoyarnos en la técnica es importante a nivel fotográfico, pero además, nos ayuda también a no pensar demasiado en lo que estamos haciendo. Igual que el resto de puntos anteriores, te permitirá soltarte y relajarte para llegar a crear un autorretrato más real de ti misma.
Pero no te obsesiones con ello y, sobre todo, si aún no sabes disparar en manual, que esto no te detenga. Muchas de las mujeres que han pasado por I love Me han realizado el taller en automático y su viaje ha sido tan maravilloso como el del resto de compañeras.
Espero que hayas disfrutado del post de hoy y que te sirva de trampolín para lanzarte al autorretrato, ¿te veo en la clase de la próxima semana?
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