¿Dónde habita la belleza? | Un proyecto fotográfico sobre la mujer.

¿Dónde habita la belleza? | Un proyecto fotográfico sobre la mujer.

Fuí adolescente en unos años donde las modelos tenían unas medidas muy concretas (el famoso 90-60-90), y donde los referentes de mujer a los que tenías alcance, se basaban en su físico principalmente.

El cuerpo lo era todo para la mujer.

Aunque también había que cultivar la mente, nuestros cuerpos estaban en el centro de la conversación. Y no importaba como fuese, nunca conseguirias ser como se esperaba.

Tu culo, tus tetas, tus caderas, tu vello corporal, tu altura, tus manos, tu color de piel… Todo se somete a examen, es juzgado y criticado. 

Crecí en una cultura, en la que tenías que esconder que te venía la regla, te crecían las tetas, y te convertías en mujer. Pero a la vez, todos ansiaban que lo fueras.

Crecí con la idea de que mi cuerpo no era mío. Era de los demás. Todos podían disfrutar de él, criticarlo, admirarlo y decidir si era o no óptimo. Todos menos yo.

Entre mujeres.

¿Es posible un mundo donde las mujeres vivamos en paz? ¿Es posible un mundo, donde la mujer no se sienta juzgada, donde su cuerpo sea libre y válido por el simple de ser, de existir?

Tengo la esperanza de que sí. Quizás no a corto ni medio plazo. Pero sí algún día.

De momento, hemos conseguido colocar el feminismo en el centro de la mesa.

Crecí en una cultura en la que te contaban que la mujer era la peor enemiga de la mujer (madredelamorhermoso….)

Y mi sensación personal es que, ahora, nosotras nos sostenemos, nos cuidamos.

Hace unos días tuve la enorme suerte de acompañar a un grupo de mujeres a un entorno precioso y realizar allí una sesión fotográfica que irá destinada a ilustrar el calendario del próximo año de la Asociación Mater con el que se recaudarán fondos para seguir promoviendo una maternidad consciente y temas en los que la mujer está directamente implicada.

Colaborar en este trabajo ha sido un lujo, un regalo en forma de sororidad. De poder comprobar en primera línea cómo la belleza de las mujeres radica en todo su ser, y no solo en su cuerpo. También en su fuerza, en su instinto, en su mirada.

Cuerpos de madres, mujeres sabias, risas y muchas ganas de verse y sentirse poderosas han sido protagonistas de esta sesión.

¿Dónde habita la belleza?

Por si no lo sabes aún, he comenzado un proyecto personal nuevo. Uno dedicado a nosotras, las mujeres y a nuestros cuerpos.

Porque ellos han sido y son objetivo de miradas y críticas constantes. Porque las mujeres vivimos a través de él un sinfín de represiones, de agresiones, abusos y violencia.

El cuerpo es nuestro centro, pero siempre en manos del resto. Es donde volcamos ansiedades, miedos, dudas, complejos… Y cámara en mano, me gustaría acompañar a otras mujeres a verse por fuera pero desde dentro. Me gustaría que las mujeres tuviéramos una mirada limpia, bonita y poderosa sobre nuestros propios cuerpos. Que ellos empiecen a ser el centro de nuestro poder, de nuestro placer, y no del resto.

Si quieres participar en el proyecto.

Hace ya unas cuantas semanas que anuncié de forma oficial la idea de este proyecto, y la forma en la que puedes participar. Pero te doy todos los detalles desde aquí, para que si te apetece, te unas de la forma que mejor encaja contigo.

El proyecto está dividido en dos partes diferentes:

  1. La primera de ellas es para todas las mujeres. No importa donde vivas, o de dónde seas. Podrás participar si te apetece.

Para hacerlo, solo tienes que escribirme a mi mail: info@rebecalopeznoval.com, y decirme que quieres participar.

Aquí podrás compartir tu historia, por escrito, en audio o en vídeo. 

La idea de esta primera parte es dar visibilidad a todo lo que las mujeres vivimos a través de nuestros cuerpos.

 

2. En la segunda parte, necesitaré mujeres que estén cerca de mí o que puedan acercarse a verme. Será un proceso algo largo, por lo que tendrás que tener cierta disponibilidad, ya que nos encontraremos de forma presencial, al menos tres veces.

Aquí, se documentará todo el proceso en vídeo y además de contar y visibilizar tu historia, realizaremos una sesión fotográfica en la que espero que consigas reconciliarte con al menos una parte de esa historia que te ha tocado vivir.

También puedes escribirme a in@rebecalopeznoval.com.

Te espero.

Tres puntos claves para realizar fotografías de nuestras criaturas que nos emocionen dentro de veinte años igual que lo hacen ahora.

Tres puntos claves para realizar fotografías de nuestras criaturas que nos emocionen dentro de veinte años igual que lo hacen ahora.

La semana que viene comienza una nueva edición del taller para aprender a fotografiar la infancia: Héroes. Será la única de este año, y además en versión veraniega. Nunca había realizado este taller en estas fechas, pero creo que son ideales para documentar el fin de curso y el inicio de las vacaciones, ¿no te parece?

Todos tenemos más tiempo y estamos más relajados, así que solo queda disfrutar y hacer click. 

Si te apetece conocer más sobre este taller online del que ya están abiertas las inscripciones, puedes leer toda la información y apuntarte en este link que te dejo aquí.

Hoy te voy a hacer un pequeño resumen de las cuestiones que, a mi modo de ver, son más importantes a la hora de retratar la infancia. En ellas está basado todo lo que yo hago, tanto a nivel personal como profesional, porque en realidad trabajo de la misma manera: respetando al máximo el espacio y los tiempos de las criaturas.

Estos son los tres puntos claves para realizar fotografías de nuestras criaturas que nos emocionen dentro de veinte años igual que lo hacen ahora.

  • Reflexionar.

Es importante que antes de nada, pienses en lo que buscas cuando retratas a tus criaturas y vuestra vida en familia. En demasiadas ocasiones fotografiamos sin saber lo que buscamos, lo que queremos recordar. Y no se nos tiene que olvidar que cuando fotografiamos nuestras vidas, es con un sentido. Busca el tuyo, que no tiene por qué ser el mismo que el de otras madres. Reflexiona sobre eso que te llama la atención cuando ves a tus hijas/os y piensas en hacerles una fotografía. 

Es un ejercicio previo muy necesario si quieres darle sentido a tus recuerdos, y que dentro de veinte años te encuentres en tus álbumes momentos y emociones que vivisteis de forma auténtica.

  • Observar.

Mirar sin intervenir es otro gran ejercicio. Puedes hacerlo primero sin cámara. Hacerlo de una forma consciente y llevar a cabo el punto uno mientras lo haces. Cuando les miras, ¿qué emociones te despiertan? ¿qué hace que se te hinche el pecho hasta el punto de parecer que va a explotar de amor? 

Mira mucho, y desde muchas perspectivas. Es interesante también ver cómo una misma escena cambia dependiendo de tu punto de vista. En fotografía, y más cuando estamos realizando fotografía documental, moverse es esencial.

  • Respetar.

Sus tiempos y su espacio. Es lo mejor que puedes hacer si quieres que tus peques no se quejen cada vez que te vean con la cámara en la mano. Si estás presente sin intervenir, sin cambiar la escena o lo que están haciendo en ese momento, es mucho más fácil que no le den importancia al hecho de que les vayas a fotografiar. En esto es genial la fotografía documental, ya que tú, como fotógrafa, no vas a intervenir en la escena, solo a reflejar lo que allí está sucediendo. 

No olvides respetar también esas fases por las que pasan a veces en las que no quieren fotos. Si lo haces, se pasará pronto y volverás a tener fotos preciosas.

Si tienes ganas de seguir indagando en esta forma de atesorar tus recuerdos en familia, te animo a que te unas al taller online de Héroes. Es un encuentro precioso de cuatro semanas en las que nos acercamos a la infancia de nuestros peques de una forma consciente y que nos sirve para guardar recuerdos, pero también para mucho más. Mira lo que nos cuentan estas madres que ya han participado en el taller:

«Se me hace dificil escribir lo que ha supuesto Heroes para mi, tal es el torrente de sentimientos que afloraron que nombrarlos cuesta mucho. Cuatro, casi cinco años siendo mamá de una revolución, redescubriendo el mundo a través de unos ojos sin prejuicios, curiosos, sinceros. Como madre primeriza tenía miles de fotos de ella, pero nunca o casi nunca había podido plasmar en mis fotos esa increíble capacidad infantil de asombro en lo cotidiano, de disfrutar del momento, de ser y estar con todos los sentidos en cada instante, hasta Heroes. Este pequeño gran curso me enseñó la manera de plasmar esos pequeños instantes mágicos y cotidianos, por fin! Pero sobre todo me enseñó a disfrutarlos con ella, volver a sentir la magia de unas botas de agua sobre un charco, por ejemplo, o recibir llamadas imaginarias por teléfono, o la dificultad que encierran las primeras letras que se escriben….y eso es lo que salió en mis fotos, sentimientos encerrados en esos recuerdos infantiles, plasmados en fotos, de  ese momento fugaz de la vida que es la infancia, cuando el mundo esconde magia en cada rincón y somos capaces de verlo. Gracias»

Ana Reyes Zamudio

Héroes ha sido un regalo maravilloso, en forma de taller de fotografía, que esconde mucho, mucho más… durante 4 semanas intensas he aprendido a mirar a mis hijas de otra manera, a meterme en su mundo, a disfrutarlas, a respetar su espacio y su tiempo, y, sobre todo, a enamorarme aún mas de ellas.

He reído y he llorado como hacía tiempo que no lo hacía, he disfrutado con mis fotos y las de mis compañeras, he abierto mi corazón de par en par, me he dejado llevar, y, sobre todo, he hecho fotos, muchas, y, por primera vez en mi vida, me he emocionado al verlas y sentir que tenían algo que contar…

Gracias Rebeca, porque, ya no sólo en mis fotos, también en mi vida y en la de mi familia, hay un antes y un después de Héroes.

Verónica Rodríguez

De héroes decir que empezó como un curso de fotografía y acabó siendo un reencuentro con mis hijos, con la infancia y un cambio total en mi relación con ellos, recuperando el tiempo perdido y reencontrándos ellos y yo, yo y ellos… El curso online es una opción que a mi particularmente me va muy bien y con las tutorías y el continuo contacto con Rebeca lo ponen a la altura de cualquier curso presencial. Gracias Rebeca por enseñarme a mirar

Noelia Díaz 

Pincha aquí para tener más información de Héroes.

¡Nos vemos la semana que viene!

Conclusiones sobre la infancia a las que llegué tras terminar mi proyecto «Hazme Libre».

Conclusiones sobre la infancia a las que llegué tras terminar mi proyecto «Hazme Libre».

La pasada semana, en Instagram, hice un directo para hablar sobre un nuevo proyecto fotográfico con el que llevo en la cabeza desde hace más de tres años. La idea y las ganas de desarrollarlo nacían cuando terminaba el primer proyecto que realicé: Hazme Libre.

Y hoy quiero rescatarlo para contarte más sobre este proyecto y sobre lo que supuso para mí a nivel personal y emocional.

La maternidad y la fotografía.

Como muchas de las que estáis por aquí, me acerqué a la fotografía de la mano de mi hijo. Aunque me fascinaba y me llamaba mucho la atención desde adolescente, no fue hasta los veintinueve y con un niño de año y medio, que me lancé con esto de la foto. 

Y lo hice con dos ideas claras:

  • La primera: predicar con el ejemplo. Desde antes de ser madre, solo deseaba una cosa si en alguna ocasión tenía un hijo: que este se sintiera libre, libre de ser quien quisiera. Pero ya sabemos que tratar de convencer a las hijas y los hijos mediante el discurso, es tarea casi imposible, especialmente si nuestros actos no van acordes a eso que les decimos. Así que me arremangué el miedo al fracaso, y me puse a aprender eso que siempre quise hacer.
  • La segunda: la única premisa que tenía que seguir para hacer fotos era disfrutar. Si en algún momento no se daba, por la razón que fuese, todo dejaría de tener sentido. No me inicié en la fotografía pensando en dedicarme a ella, solo en hacer algo que siempre había querido hacer y disfrutar de ello.

Por supuesto, la mayoría de las fotos que realizaba se las hacía a mi hijo. Pero no solo a él. Cuando estaba rodeada de otras criaturas, había algo que me llamaba para que hiciese fotos. Yo no sabía muy bien por qué me ocurría aquello, pero me limitaba a hacerlo, porque el cuerpo me lo pedía. Pero te voy a adelantar algo: quería mirar la infancia, observar y aprender de ella. Buscaba completar una historia que tenía incompleta.

Despedirse de lo que termina.

De aquella no sabía que estaba haciendo un proyecto. Eso vino después, casi al final. Cuando sentí que, a nivel personal, estaba cerrando un capítulo, una etapa. Me di cuenta de que ya no tenía tanto interés en fotografiar la infancia, que mi interés fotográfico estaba cambiando el foco hacia otro lugar. 

La primera vez que fui consciente de ello, sentí un pellizco en el corazoncito. Pero fue en ese momento cuando quise cerrar, esta vez sí, y despedirme como merecía, de ocho años de observar a mi niña interior a través de mi hijo y otras criaturas de las que he podido disfrutar a lo largo de los años.

Siento que en esta sociedad el proceso de despedirse no se lleva mucho, como todas esas emociones negativas de las que siempre es mejor huir, porque incomodan. Pero hacerlo es una liberación que ayuda a continuar hacia delante. 

Así que me puse manos a la obra y contacté con varias personas que me ayudaran a dar forma a una exposición donde pudiera ver y compartir mi trabajo.

Fue un proceso precioso, y fue durante el transcurso de este, que descubrí lo que había estado haciendo al fotografiar la infancia. Había encontrado mi discurso, mi forma de contar lo que era para mí la infancia y lo que deseaba para ella, aunque para mí no hubiera sido posible: hacerla libre.

Conclusiones sobre la infancia a las que llegué tras terminar mi proyecto.

Llegué a muchas conclusiones y reflexiones a lo largo de este camino. Pero hoy te traigo tres, que para mí, son las más importantes.

  • Saltarse etapas o no despedirse de ellas tiene consecuencias.

Lo comentaba antes. Me parece necesario e incluso vital, cerrar capítulos. No hacerlo trae consecuencias a medio y largo plazo. Se quedan cosas en el aire a las que te aferras a lo largo de los años. Y eso acaba pesando. Observar la infancia desde el respeto y el amor que me hubiera gustado encontrar cuando era pequeña, fue mi forma de despedirme de decir adiós a una Rebeca pequeña, vulnerable y llena de miedos. Solo así he podido soltar y darme cuenta de que puedo con lo siguiente que está por venir.

  • La infancia no es fácil, ni cómoda, ni tan feliz como nos la pintan.

Nos venden una imagen idealizada de la infancia, como de casi todo: la infancia es alegre, no tiene problemas y todo es de colorinchis, arcoíris y unicornios. Pues yo, teniendo una infancia normal, sin ninguna experiencia vital especialmente desagradable (a priori), no la viví así.

Observar a mi hijo me permitió darme cuenta de que en la infancia hay toneladas de frustración, de deseos coartados y de sueños que no se cumplen. Y no digo que esto no tenga que ser así. Pero dar validez a esas vivencias no tan “felices”, quita un gran peso de encima.

  • Acompañar a una hija o hijo cuando no has cerrado tu infancia, hace el trabajo mucho más duro.

Ser madre es muy duro. Que sí, que es maravilloso, y que no lo cambiamos por nada, eso también es una realidad. Pero es muy duro también. Lo uno no quita lo otro. Y enfrentarte a la maternidad con una etapa inconclusa lo dificulta todo mucho más. 

Yo siento que es como saltarse un capítulo de un libro. Cuando te ponen a la criatura en el brazo nadie te ha explicado que vas a tener que acompañar muchas de las vivencias que tú aún tienes (sin saberlo) en carne viva aún. Y claro te falta información, las herramientas… y con ello la calma, la paciencia y el cariño para sostener y acompañar bonito.

La fotografía fue mi compañera, mi herramienta de observación y mi forma de cerrar una etapa vital muy importante. A mi modo de ver, la más importante. En ella se asientan todas las bases de las personas adultas que serán. Y es nuestra responsabilidad como adultas, acompañar bonito para que ellas y ellos crezcan libres <3.

Hazme Libre es el capítulo del libro que me salté. Y aunque puede que el camino haya sido más intenso y complicado, he sido capaz de reescribirlo para continuar, ahora sí, con toda la información.

Si te apetece saber más de mi forma de fotografiar la infancia, el próximo día 14 a las 21.30 (huso horario de Madrid) estaré en directo hablando de ello en mi clase abierta de junio, y estás más que invitada. Puedes unirte aquí.

Feliz semana.

Utiliza la fotografía para evitar acciones cotidianas que nos alejan de estar presentes en la infancia de nuestras hijas/os.

Utiliza la fotografía para evitar acciones cotidianas que nos alejan de estar presentes en la infancia de nuestras hijas/os.

La semana pasada hablábamos  de la capacidad que nos aportaba la fotografía para estar en el presente. Y vimos cómo esto también tiene un efecto directo en el futuro y en el pasado. Si no leiste el post, puedes hacerlo aquí antes de continuar con este.

Lo cierto es que la vida adulta va demasiado deprisa. Nos enfrentamos a miles de cosas, obligaciones e imprevistos de forma diaria. Eso nos genera no solo una cantidad de estrés muy importante, también nos desconecta del momento, de lo que está ocurriendo aquí y ahora.

No podemos detener el tiempo, ni echarlo hacia atrás. Por desgracia, todavía no hemos inventado nada que nos permita jugar con la línea temporal. Pero lo que sí que podemos hacer es estar mucho más presentes. Porque de esta forma el tiempo pasa un poco más despacio, lo disfrutamos más, y nos sentimos mucho más plenas.

3 acciones cotidianas que realizamos de manera inconsciente y que nos alejan de estar presentes en la infancia de nuestras criaturas

Lo dicho, el reloj no lo vamos a poder detener. Pero sí podemos hacer algunos ejercicios  de consciencia para estar más presentes en la infancia de nuestras criaturas. Ellas son expertas en esta asignatura, así que todo lo que sé, ha sido gracias a ellas.

La fotografía nos regala momentos de observación y deleite. Con ella como herramienta, podemos salir de estas tres acciones que se repiten de forma constante en la mayoría de las casas con peques.

  • Intromisión en los procesos de aprendizaje.

La sociedad quiere que las criaturas se den prisa, que corran mucho y se hagan mayores. Porque así, en pequeño, no sirven de mucho a la sociedad. Y así, todos sus aprendizajes están dirigidos para que los adquieran cuanto antes. 

Lo que no sé si se han parado a pensar es que consiguen un poco el efecto contrario: retrasan y entorpecen.

Además, casi todo está pensado desde el punto de vista de la persona adulta. Es decir, nos inventamos objetos, retrasamos aprendizajes o los adelantamos, según nos convengan a las adultas.

Si prestamos atención, somos capaces de ver que las criaturas tienen un periodo sensible a cada uno de los aprendizajes. Mostrando un interés claro por eso que les llama la atención. Si miramos (y ya sabes que la fotografía facilita mucho esto), nos daremos cuenta. Y si nos damos cuenta, será mucho más fácil que aportemos herramientas para que el aprendizaje se produzca de manera mucho más natural, rápida y efectiva.

  • Comunicarnos desde el conflicto.

Una no siempre está en modo zen ni presente ni con ganas de estarlo. A veces, yo demando una acción concreta, y su ritmo para hacerlo no es el mío. Entonces me enfado, y me manejo en el modo: hazlo cómo y cuándo te digo, que para eso soy tu madre. Y de repente he generado un momento de conflicto sin casi darme cuenta.

No siempre vamos a hacerlo todo de manual de libro, eso está claro. Y pienso que es deseable y necesario que a veces dejemos salir los aprendizajes que nosotras mismas llevamos dentro. Pero ser consciente de que, muchos conflictos son tales porque yo, que soy la adulta, no tengo herramientas suficientes en ese momento para acompañar desde la empatía y el querer entender al otro ayuda a cambiar las situaciones que nos desgastan y roban energía a todos los miembros de la familia.

En estos momentos no vamos a tener una cámara en nuestras manos. Pero el entrenamiento que nos ofrece realizar fotografías de forma consciente, observando y manejando la impaciencia, también nos servirá para enfrentarnos a estos retos diarios y cotidianos. Nuestro ojo estará entrenado, y seremos mucho más sensibles a todo lo que acontece a nuestro alrededor.

Esto también nos va a servir para enfrentarnos al último acto cotidiano que tenemos interiorizado y a bajar el ritmo.

  • Las prisas y el ritmo de las personas adultas.

Siempre con prisa, siempre corriendo, los horarios, los compromisos, las responsabilidades. Y ahí van ellos, detrás de nosotras todo el tiempo, con la lengua fuera. 

¿Te ocurre que, incluso cuando no tienes prisa, ya llevas el ritmo de tenerla en el cuerpo? A mí me ocurre muchas veces. Demasiadas. Y tengo que pararme y pensar: ahora no tienes prisa ninguna, no es tan importante si llegas cinco minutos tarde.

Bajar el ritmo y conectar con lo que estamos haciendo, dejarnos llevar y hacerlo desde la calma es genial para disfrutar más de ellos y de lo que estemos compartiendo.

 

Acompañar a nuestras hijas e hijos es complicado en los tiempos que corren. La vida que tenemos, normalmente, no está diseñada para criar, y de repente llegan a nuestras vidas, y tenemos que dar manotazos a todo para poder disfrutarlo y cercar ese tiempo y presencia. 

A veces resulta muy difícil, pero sin duda es muy gratificante. Y maravilloso también. Observar desde la calma, dejar que hagan sin más, darles tiempo a que aprendan a su ritmo… Y acompañarlo con una cámara a tu lado.

En nada comenzamos con una nueva edición del taller online de Héroes: fotografiando la infancia. Este taller es como el hermano de I love Me. En clave personal, pero esta vez, el foco son las criaturas.

Y como viene siendo habitual, he preparado una clase abierta antes de iniciarlo, ¿te apetece acercarte a una forma de fotografiar mucho más lenta y respetuosa con ellas? Entonces estás invitada a la clase.

Aquí y ahora: fotografía consciente de la infancia.

Aquí y ahora: fotografía consciente de la infancia.

Vamos terminando el mes de mayo, y en la Comunidad Clickers estamos cerrando el tema que nos ha tenido todo el mes con la cabeza entretenida: la doble exposición.

Este tema es de esos que cuando empiezas a probarlos es todo un reto. Te frustras, porque no obtienes los resultados esperados, pero a la vez te picas contigo misma, porque te va la marcha, y quieres conseguir algo decente. 

Ya sabes que la creatividad y la técnica en la fotografía son piezas importantes, con ellas te sientes más ágil cuando tienes que hacer click de forma más rápida e intuitiva. Y son la base para poder narrar mejor tus historias en las fotos que realices.

Pero ya me conoces, y sabes que yo prefiero poner el foco en otra parte diferente. 

Así que hoy hablamos de la capacidad de la fotografía para estar en el presente, y recordar el pasado en el futuro.

Presente, pasado y futuro con la fotografía.

1- Presente: aquí y ahora.

Y ningún sitio ni tiempo más. Así es cuando conectas y haces fotografías de forma consciente. Atenta a lo que sucede, valorando el instante, tanto, que lo guardas en una imagen para conservarlo.

Realizar fotografías es un acto de estar presente, de prestar atención. 

Imagina la escena: tu criatura comienza a dar sus primeros pasos. Y tú lo observas, lo miras con orgullo y felicidad. Y además, lo fotografías. Mientras retratas sus primeros pasos, estás en esos pies pequeñitos que se apoyan titubeantes en el suelo, en sus piernas que van cogiendo fuerza, equilibrio y estabilidad. Haces un resumen en tu mente y después en la cámara, te fijas en lo que para ti es importante en ese momento. Y todo ello en mucho menos tiempo del que yo he invertido en describirlo con palabras. 

2 – Futuro: creando memoria.

Hacer fotos es estar en el presente, pero con efecto en el futuro. Porque cuando pasen los años, esa misma imagen que creas hoy, la verás de nuevo, y sentirás las mismas emociones que cuando hiciste click. Esa presencia que pusiste al sacar la foto, tendrá sus frutos no solo en formato de imagen. También en la forma de recuerdo, que será mucho más fiel a nivel emocional.

3 – Pasado: volver atrás.

¿Cuántas veces hemos pensado en que ojalá pudiéramos volver a algún momento o lugar? La fotografía lo consigue. Te transporta al pasado solo con mirarla. Incluso en esas imágenes que no hiciste tú, pero en las que estabas ahí. 

Dicen que nuestro cerebro recuerda en imágenes, y que a partir de ellas, reconstruye la historia que queremos recordar. Quizás por eso la fotografía nos traslada tan bien y tan rápido a momentos del pasado.

La fotografía tiene la capacidad de ponerte en contacto con el aquí y el ahora. Estar presente es una de las grandes virtudes de la fotografía. Personalmente, mientras las hago, soy capaz de vivir el presente con mucha más intensidad. Y además, me llevo imágenes para que en el futuro pueda vivir el pasado.

Hay una forma de fotografía capaz de hacerte viajar entre todos los planos temporales, y es la que vamos a trabajar el mes de junio en la Comunidad Clickers: la fotografía documental aplicada a nuestra familia.

¿Te suena apetecible pero no estás dentro de la Comunidad? Te invito a una nueva clase abierta que tendrá lugar el próximo 14 de junio. Ahora si que no tienes excusas para acercarte a esta forma de fotografiar.

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