
Utiliza la fotografía para evitar acciones cotidianas que nos alejan de estar presentes en la infancia de nuestras hijas/os.
La semana pasada hablábamos de la capacidad que nos aportaba la fotografía para estar en el presente. Y vimos cómo esto también tiene un efecto directo en el futuro y en el pasado. Si no leiste el post, puedes hacerlo aquí antes de continuar con este.
Lo cierto es que la vida adulta va demasiado deprisa. Nos enfrentamos a miles de cosas, obligaciones e imprevistos de forma diaria. Eso nos genera no solo una cantidad de estrés muy importante, también nos desconecta del momento, de lo que está ocurriendo aquí y ahora.
No podemos detener el tiempo, ni echarlo hacia atrás. Por desgracia, todavía no hemos inventado nada que nos permita jugar con la línea temporal. Pero lo que sí que podemos hacer es estar mucho más presentes. Porque de esta forma el tiempo pasa un poco más despacio, lo disfrutamos más, y nos sentimos mucho más plenas.
3 acciones cotidianas que realizamos de manera inconsciente y que nos alejan de estar presentes en la infancia de nuestras criaturas
Lo dicho, el reloj no lo vamos a poder detener. Pero sí podemos hacer algunos ejercicios de consciencia para estar más presentes en la infancia de nuestras criaturas. Ellas son expertas en esta asignatura, así que todo lo que sé, ha sido gracias a ellas.
La fotografía nos regala momentos de observación y deleite. Con ella como herramienta, podemos salir de estas tres acciones que se repiten de forma constante en la mayoría de las casas con peques.
- Intromisión en los procesos de aprendizaje.
La sociedad quiere que las criaturas se den prisa, que corran mucho y se hagan mayores. Porque así, en pequeño, no sirven de mucho a la sociedad. Y así, todos sus aprendizajes están dirigidos para que los adquieran cuanto antes.
Lo que no sé si se han parado a pensar es que consiguen un poco el efecto contrario: retrasan y entorpecen.
Además, casi todo está pensado desde el punto de vista de la persona adulta. Es decir, nos inventamos objetos, retrasamos aprendizajes o los adelantamos, según nos convengan a las adultas.
Si prestamos atención, somos capaces de ver que las criaturas tienen un periodo sensible a cada uno de los aprendizajes. Mostrando un interés claro por eso que les llama la atención. Si miramos (y ya sabes que la fotografía facilita mucho esto), nos daremos cuenta. Y si nos damos cuenta, será mucho más fácil que aportemos herramientas para que el aprendizaje se produzca de manera mucho más natural, rápida y efectiva.
- Comunicarnos desde el conflicto.
Una no siempre está en modo zen ni presente ni con ganas de estarlo. A veces, yo demando una acción concreta, y su ritmo para hacerlo no es el mío. Entonces me enfado, y me manejo en el modo: hazlo cómo y cuándo te digo, que para eso soy tu madre. Y de repente he generado un momento de conflicto sin casi darme cuenta.
No siempre vamos a hacerlo todo de manual de libro, eso está claro. Y pienso que es deseable y necesario que a veces dejemos salir los aprendizajes que nosotras mismas llevamos dentro. Pero ser consciente de que, muchos conflictos son tales porque yo, que soy la adulta, no tengo herramientas suficientes en ese momento para acompañar desde la empatía y el querer entender al otro ayuda a cambiar las situaciones que nos desgastan y roban energía a todos los miembros de la familia.
En estos momentos no vamos a tener una cámara en nuestras manos. Pero el entrenamiento que nos ofrece realizar fotografías de forma consciente, observando y manejando la impaciencia, también nos servirá para enfrentarnos a estos retos diarios y cotidianos. Nuestro ojo estará entrenado, y seremos mucho más sensibles a todo lo que acontece a nuestro alrededor.
Esto también nos va a servir para enfrentarnos al último acto cotidiano que tenemos interiorizado y a bajar el ritmo.
- Las prisas y el ritmo de las personas adultas.
Siempre con prisa, siempre corriendo, los horarios, los compromisos, las responsabilidades. Y ahí van ellos, detrás de nosotras todo el tiempo, con la lengua fuera.
¿Te ocurre que, incluso cuando no tienes prisa, ya llevas el ritmo de tenerla en el cuerpo? A mí me ocurre muchas veces. Demasiadas. Y tengo que pararme y pensar: ahora no tienes prisa ninguna, no es tan importante si llegas cinco minutos tarde.
Bajar el ritmo y conectar con lo que estamos haciendo, dejarnos llevar y hacerlo desde la calma es genial para disfrutar más de ellos y de lo que estemos compartiendo.
Acompañar a nuestras hijas e hijos es complicado en los tiempos que corren. La vida que tenemos, normalmente, no está diseñada para criar, y de repente llegan a nuestras vidas, y tenemos que dar manotazos a todo para poder disfrutarlo y cercar ese tiempo y presencia.
A veces resulta muy difícil, pero sin duda es muy gratificante. Y maravilloso también. Observar desde la calma, dejar que hagan sin más, darles tiempo a que aprendan a su ritmo… Y acompañarlo con una cámara a tu lado.
En nada comenzamos con una nueva edición del taller online de Héroes: fotografiando la infancia. Este taller es como el hermano de I love Me. En clave personal, pero esta vez, el foco son las criaturas.