Hay que tener valor para abrir un álbum de fotos

Hay que tener valor para abrir un álbum de fotos

Hay algo heroico en ir a por ese álbum familiar que guardas con mimo y abrirlo.

Porque una vez que se abre un álbum de fotos, ¿quién sabe lo que puede ocurrir?: que se escapen los recuerdos, que se desencadenen tormentas de nostalgia, que se prenda una chispa en la imaginación. Cualquier cosa.

Y es que lo hagas a solas o acompañada, hay que tener valor. También, ganas de revivir cada momento.

Coge aire y ten coraje, pero ve con cuidado. Estás perturbando la paz del lugar donde habitan los recuerdos.

Si el álbum está bien ordenado, bien hecho, bien formado, la experiencia se parece a la de leer un buen libro.

Tienes que estar preparada, porque tan sólo el tacto de una buena cubierta ya puede provocarte deseos irrefrenables de seguir tocando. Sé fuerte, y continúa, no te quedes ahí pasando suavemente tu mano sobre la tela. Recuerda que lo importante está en el interior.

Ahora sí, la aventura comienza.

Érase una vez… tu vida.

Los recuerdos y las sonrisas se van sucediendo a lo largo de sus páginas. Puede que, incluso, alguna lágrima irrefrenable consiga asomarse. No te preocupes.

En cuanto comprendas que esa lágrima proviene de la felicidad, de saber que todos esos momentos son tuyos, desaparecerá o se convertirá en una risa loca.

Si compartes la experiencia de ver un álbum con más gente, es inevitable que se aviven los recuerdos con una conversación.

¿Te acuerdas de esto?

— ¡Mira, aquí llevabas tu camiseta favorita!

—Qué foto más bonita.

—Recuerdo que ese día hacía un tiempo estupendo y por eso decidimos ir a este lugar.

Cafés, horas de conversación, nostalgia, alegría… una nunca sabe qué saldrá de entre las páginas de un álbum de fotos. Porque es allí donde habitan los recuerdos más nítidos y en cuanto los dejas salir, adquieren vida propia.

Por suerte, cuando cierras un álbum y lo dejas en su lugar, lo haces con la certeza y la tranquilidad de que volverás a verlo. Siempre que lo necesites, estará allí para ayudarte a recordar aquello que se va desdibujando en tu memoria.

Hay que tener mucho valor para abrir un álbum de fotos. Pero también para cerrarlo.

Ahí dentro dejas mucha vida vivida, alegrías compartidas, personas que quieres. Pero qué satisfactorio es poseer al menos un álbum. Qué reconfortante es acudir a sus imágenes de vez en cuando. Qué valor incalculable tiene este tesoro al alcance de todos.

¡Larga vida a los álbumes de fotos!

Cómo se hace una foto: un making of entre bambúes

Cómo se hace una foto: un making of entre bambúes

Tengo bastante afición a ver vídeos en YouTube. Me parecen super didácticos. Eso sí, me gustan los vídeos cortos, porque no tengo mucho tiempo. En especial aquellos donde se ve a la persona trabajando. Y me chiflan los making of de las películas, vídeos musicales, y claro está, los de las sesiones de fotos.

Así que, después de mucho tiempo pensando en hacer algo propio, al fin me he lanzado a la piscina. Y gracias a la colaboración del Señor Bajito y su padre, hoy os puedo mostrar mi primer making of.

Sé que tengo mucho que mejorar en materia de vídeos, pero espero que al menos sirva para que te hagas una mejor idea de cómo trabajo habitualmente. No sólo fotografiando a mi hijo, si no también cuando trabajo con otras familias.

Mis 3 imprescindibles para hacer una foto

Si me preguntas qué cosas hago en una sesión para conseguir las fotografías que quiero, te diría que, de forma fija e impepinable, hay 3 elementos que no pueden faltar:

  • Observar y moverme. Esencial. Moverse es lo más importante. Ver la escena desde diferentes puntos de vista, buscar el mejor encuadre, acercarse, alejarse, subirse en lo alto, tirarse por el suelo. Siempre digo en mis cursos que hay que moverse mucho. ¿De qué otra forma encontrarás el mejor ángulo?
  • Aliarme con la luz. Al movernos, la forma en la que la luz incide sobre los objetos y el paisaje, difiere. Esto también hay que tenerlo en cuenta. Así que no dejes de observarla, porque dependiendo de dónde te coloques, obtendrás resultados distintos.
  • Aplicar técnicas de composición. Me fascina la composición en fotografía. Junto con la luz, son mis temas favoritos. Observar las líneas, los colores y todos los elementos que entran en la escena. Buscar el mejor punto de vista y reforzar aquello que quiero mostrar. Es un tema apasionante. Tanto, que el pasado año cree un curso de composición. Y justo hoy, abrimos las inscripciones para, como ya es costumbre en mis cursos, asistir a la primera clase de forma GRATUITA. Así que si te animas a escuchar más sobre este tema, reserva una plaza para el seminario de EncuadrArte pinchando aquí.

El vídeo del making of

Sin más dilación, aquí te dejo con el vídeo donde te cuento algunas cosas más sobre las fotos que saqué y donde puedes verme en plena acción entre un bambú y otro.

Si formas parte de la Comunidad F PRO, muy pronto tendrás una versión más extensa sobre este vídeo y estas fotos.

Por cierto, me haría mucha ilusión que empezaras a seguir mi canal de YouTube, y que me cuentes en comentarios si te ha gustado y te ha servido. Si es así, estaré encantada de hacer más vídeos de este tipo.

Como ves, el Señor Bajito está requeteacostumbrado a que le saque fotografías, así que él va su aire mientras que yo trabajo, y así el resultado siempre es natural.

La gente se sorprende de que no les diga cómo posar o qué hacer. Pero es que yo prefiero observar y capturar lo que me ofrecen de manera espontánea. Además, creo que así es mucho más cómodo para todos, ¿no crees?

Entre bambú: las fotos de la sesión

Aunque has podido ver muchas en el vídeo, te dejo aquí algunas fotos del resultado final de esta sesión.

En el vídeo hago referencia a una entrada de la semana pasada, que puedes encontrar aquí.

Un saludo y gracias por leerme una vez más.

Ser hijo de mamarazzi es muy duro

Ser hijo de mamarazzi es muy duro

¿Cómo actuar cuando quieres fotografiar a tu niño y él no está por la labor? La gran cuestión.

Tienes varias opciones. Una de ellas es transformarte en Hulk y arrasar con todo hasta alcanzar tu objetivo. Pero eso agota la paciencia y acaba con los nervios de cualquiera. Otra de las opciones es calmarse y ponerse en el lugar del niño.

Quizá no habías reparado en ello antes, pero es duro ser hijo de una aficionada a la fotografía que te venera y quiere conseguir una imagen de cada gesto que haces, cada risa que te echas o cada mirada que le dedicas.

Y si no, que se lo pregunten a los niños de alguna de ellas (o de nosotras, más bien 😛 )

El Señor Bajito podría dar una conferencia sobre este tema, y las ponencias principales podrían ser:

  • Tácticas para escabullirte de la cámara
  • Cómo cambiar de tema de forma sutil y adorable para que no te regañen cuando no quieres sacarte una foto
  • Trucos para hacerte el dormido y que no se de cuenta de que sabes que está fotografiando tu siesta

Sería todo un éxito.

A punto de empezar una nueva edición del curso Héroes: fotografiando la infancia, me aplico mi mejor consejo: si tu hijo no quiere fotos, no se las hagas.

Y es que a veces no tienen ganas. Es sencillo. Además, aquí se aplica una regla proporcional que llevada al extremo puede acabar en desastre: cuanto más insistimos, menos ganas tienen. No falla.

Es natural. De hecho ocurre exactamente lo mismo en el sentido contrario. A veces soy yo la que está desganada y no me apetece participar de otras cosas que él me propone. Así que es entendible.

En mis cursos siempre digo que si esto ocurre, que respetemos su decisión. A veces nos da un poquito por saco, no te voy a mentir. Pero piensa en esto: ¿qué consigues presionando a tus hijos para obtener una fotografía?, es decir, imagina que al final lo logras y salen pulcros, bien peinados y se están quietos para la cámara, ¿qué clase de imagen te saldrá? ¿De verdad es esa foto la que quieres conseguir?

Respetar sus tiempos.

Yo este fin de semana me sentí muy frustrada cuando le pedí al Señor Bajito nuestra foto semanal para I Love Mom, y él me dijo que no le apetecía.

Claro, yo estaba que rabiaba. Tenía un email que enviar, ya debía el de la semana anterior y le necesitaba a él para esta tarea. Pero pronto me relajé y pensé que si esto iba a servir para que nos enfadásemos, no tenía ningún sentido. Así que cuando él me preguntó si me enfadaba, le dije que estaba un poco disgustada, pero que no pasaba nada, que lo entendía.

Ayer lunes, le pedí que si podíamos hacerla. Le recordé que era importante para mí, para mi trabajo. Que además, es nuestro momento semanal y que me gusta crear esos recuerdos con él. Porque él tiene muchas fotos solo, incluso con su padre. Pero conmigo tiene muy poquitas, y esta vez me hace ilusión hacer este trabajo con él. Ya lo vive de otra manera, se hace mayor, y quiero atesorar esos últimos coletazos de infancia para siempre. Porque dentro nada  (bueno, ya sé que aún queda un poco, pero esto pasa volando, y lo sabes) estará cambiando su voz, y su cuerpo dejará de ser redondito y achuchable. Y lo que es peor, ¡¡no dejará que lo achuche!! Mi discurso funcionó.

Lo entendió, comprendió mis motivos y, al relajarse, lo que empezó siendo una idea aburrida de mamá que otra vez quiere sacarme fotos, terminó siendo un juego con muchas risas. Nos lo pasamos genial, nadie se enfurruñó y todas las fotografías que obtuvimos salieron naturales, alegres, sinceras.

 

Toda esta reflexión es lo que me ha traído hasta aquí y lo que ha hecho que nuestra relación con la cámara sea especial. Porque no es la primera vez que esto me ha ocurrido.

Desde que respeto sus ritmos y converso con él hasta que los dos llegamos a un punto de entendimiento, todo funciona mucho mejor. Y en esto de hacer fotos, también.

Si no presionamos, es más fácil que la amistad no se estropee por largas temporadas y consigamos hacer fotos reales de momentos únicos.

Así que, mamarazzi del mundo, dejemos nuestra versión Hulk para otras ocasiones en las que sí es importante que saquemos nuestra vena peleona, y vamos a intentar relajarnos con la fotografía, ponernos más en su lugar para que todos disfrutemos del acto de fotografiar.

Feliz semana ♥

Yo aprendo, tú aprendes, todos aprendemos

Yo aprendo, tú aprendes, todos aprendemos

Hubo  un tiempo donde el Señor Bajito no quería aprender.

Decía que nanay, que tararí. Se negaba de forma rotunda. Yo le decía que eso era imposible, que cada cosa en la vida era un aprendizaje y aunque no fuese intencionado o aunque no nos diésemos cuenta, el aprendizaje estaba (y está) ahí con nosotros.

Nos constó un tiempo que se sintiese a gusto aprendiendo (ahora hablo del aprendizaje reglado, el del cole), pero lo medio conseguimos.

Y el otro día me soltó una frase célebre mientras comíamos él y yo con Tere y conversábamos sobre varios temas: «Yo ahora mismo estoy aprendiendo, no sé el qué, pero algo estoy aprendiendo«, dijo.

Tere y yo nos quedamos muertas y yo, como te estarás imaginando, feliz por saber que el mensaje había llegado.

Y es que para mí es importante que disfrute aprendiendo, que quiera hacerlo de verdad y que se dé cuenta por sí mismo de cuánto le beneficia.

Yo aprendo

A mí el aprendizaje reglado tampoco me gustó nunca. Encuentro un sinsentido esa forma de aprender tan rígida. El memorizar para aprobar, sin comprender de verdad, no va conmigo. Pero como todo hijo de vecino, pasé por ello. Eso sí, menos tiempo del que mis padres hubiesen querido 😛

En cuanto aparqué los libros (los de la enseñanza reglada), me volví una super fan de leer y hacer cursos de todo lo que me interesaba. Descubrí que me encantaba aprender.

Desde entonces, disfruto de las formaciones que elijo, con profesionales que escojo. Es algo que me fascina. Escuchar a la gente que admiro, oír sus historias, cómo empezaron, por qué… En definitiva, empaparme de sus experiencias y disfrutar de su saber hacer.

Este fin de semana fue uno de esos grandes momentos gracias a Magdalena Berny, así que estoy emocionada. Nada recarga tanto las pilas para seguir currando, que una dosis de aprendizaje con una gran profesional y rodeada de grandes compañeras.

Tú aprendes

Me encanta irme de formación, porque siempre traigo nociones nuevas, que luego doy forma para integrarlas en mi propio proceso.

Es un camino apasionante.

Recoger información y transformarla para adaptarla a tu vida, a tu trabajo, a tu filosofía. Así que hoy, que doy el pistoletazo de salida de Héroes: fotografiando la infancia, me encuentro entusiasmada, porque sé que en esta edición, voy a poder aportar conocimientos nuevos para las mamás que se adentren en el curso con ganas de aprender.

Todos aprendemos

El post de hoy es un llamamiento para que sigas adquiriendo conocimientos, transmitiéndolos, disfrutando de la vida y de tu familia con los ojos muy abiertos.

Cada día que pasa aprendemos algo nuevo. De forma constante y continua, pero sólo unos pocos son capaces de percibir esas enseñanzas e asumirlas.

Por mi parte, te mando la última invitación para que hoy podamos conocernos en la primera clase de Héroes, que además es GRATUITA y en la que, aparte de aprender, tendremos la oportunidad de charlar juntas un rato. ¿Te vienes? Yo estoy deseando conocerte 🙂

Ahora sí, te dejo con la dosis de fotos de esta semana. Algunas de las fotos que salieron de esta increíble formación de la mano de  Magdalena Berny.

Hasta la próxima semana, o hasta esta misma noche si te apuntas a la CLASE DE HÉROES para seguir aprendiendo fotografía  ♥

 

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