Hace unos días, hablábamos por Instagram de lo duro que se hace esta época del año. La mayoría coincidimos en que el inicio de curso y el comienzo del otoño, se hacen realmente arduos.
Las rutinas salvajes a las que estamos expuestas y el cambio de horas de luz y el modo lento de la naturaleza, contrasta totalmente con nuestras necesidades.
A veces nos adaptamos mejor y otras veces peor, pero por lo general, lo vivimos como una cuesta muy pindia, que decimos por aquí cuando queremos decir que tiene mucha inclinación.
En mi caso, este año lo estoy acusando más que en otras ocasiones. Cambio de centro y de ciclo de mi hijo, cambio de rutinas… demasiadas cosas nuevas a las que adaptarnos. Pero poco a poco se va haciendo un poco más llevadero.
Cuando el cuerpo te pide cueva, pero la vida sigue sin detenerse.
La realidad es que nos enfrentamos a una situación incómoda, y sabemos que en algún momento pasará y nos encontraremos mejor. Pero, mientras la transitamos, se hace muy duro. Quejarnos y dejarnos llevar un poco es un derecho que tenemos y que debemos de permitirnos. Y lo ideal es buscar un hueco, un momento para nosotras, para recuperarnos, y conectar con nuestra propia necesidad, porque se ha quedado al fondo de toda esa montaña de cosas por hacer.
Podemos buscar herramientas de lo más variadas. Quizás te pueda servir leer un ratito, por pequeño que sea al día, y evadirte de la realidad.
O quizás en tu caso lo mejor es darte un baño relajante de 15 minutos.
Hoy te voy a proponer actividades con fotografía, claro. Y cómo, cámara en mano, podemos atravesar estas crisis emocionales y momentos tan complejos y para que se hagan un poco más ligeros. Espero que te sean de ayuda para conectarte.

La fotografía consciente.
La fotografía tiene diversas aplicaciones, por aquí te he contado ya varias de ellas. Y si quieres saber más de esta forma de aplicarla, puedes leerlo en este post.
Hoy, lo que quiero mostrarte son algunas formas de aplicarla de esta manera, porque me parece realmente útil cuando estamos en momentos emocionales complejos. Es una herramienta que nos permite conectar con nosotras, estar presentes y saber qué necesitamos de una forma sencilla e incluso divertida.
- Pasea y observa cámara en mano.
Salir a pasear es un ejercicio magnífico cuando estamos agotadas o saturadas mentalmente. Despeja nuestra mente y dejamos que vague por donde necesite. Si además, lo hacemos con la cámara en la mano, capturando cosas que llamen nuestra atención, nos facilitará mucho estar ubicadas en el presente y disfrutar del ahora sin pensar en todo lo que tenemos en nuestra cabeza.
En realidad no es necesario invertir mucho tiempo en desconectar. Un paseo de veinte o treinta minutos puede ser muy reparador, y tal y como nos contaba Sandra de nuestra Comunidad F en la clase del pasado jueves: las cosas estaban en el mismo lugar cuando llegó de hacer esta actividad para cargar pilas.
Con todo lo que nos gusta la fotografía, y con todas las que hacemos a lo largo de la vida, te quiero preguntar: ¿cuántas veces te sientas a verlas? Espero que sean muchas. Porque la vida de una foto no termina al hacer click. Ahí es donde comienza todo en realidad. Y una forma de conectar contigo y descansar de la rutina que nos aplasta, puede ser sentarte en tu sofá, sola o acompañada con una rica infusión y deleitarte mirando imágenes pasadas.
Pueden ser de ese año, de otros, de tu infancia… Recordar, traer a la mente momentos bonitos y recordar que también existen aunque ahora estemos en uno complicado, puede ayudarnos a ver un poco de claridad entre tanta sombra.
El autorretrato es una forma de fotografía que no me cansaré nunca de recomendarte. Sé que al principio da miedo. Enfrentarse a la cámara da un poco de vértigo, pero de verdad que cuando te pones a ello, conectas con algo que engancha y genera bienestar.
Cuando estamos en momentos complicados, es un gran ejercicio para situarnos, ver dónde estamos.
Siempre me gusta dividir el proceso de autorretratarse en dos partes diferentes.
La primera de ellas es la que te cuento en este punto: hacerte fotos.
Mientras estás delante del objetivo, ocurre una conexión mágica con la cámara, y muchas veces entramos en un juego que nos permite soltar emociones y tensiones. Es un rato con nosotras mismas, sin nadie más, y eso en sí mismo ya es un regalo. Tampoco es necesario plantarse delante del objetivo con ninguna intención más que estar contigo misma y ver qué sucede.
La segunda parte del proceso de hacerse fotos, es verte en ellas una vez que ya están hechas. Mirarte en una imagen que tú misma te has realizado es un ejercicio muy esclarecedor. Y sí, al principio da entre vergüenza y miedo. Pero enfrentarnos a eso también es importante y reconfortante una vez que derribamos el muro.
Esta parte del autorretrato es realmente esclarecedora. Las fotos que nos hacemos a nosotras mismas nos revelan muchas cosas del momento en el que estamos, cómo nos sentimos, y un sinfín de emociones profundas que no podemos sacar a flote de otras maneras.

Semana especial del autorretrato.
Espero que estas herramientas te sean útiles para disfrutar de la fotografía y de ti misma. Si las pruebas, me encantará saber qué tal te fue.
Y antes de despedirme, quiero compartir contigo que en breve vamos a celebrar una semana especial en Instagram enfocada a trabajar con el autorretrato.
Si te apetece participar en ella y no perderte nada, puedes apuntarte aquí, y recibir, además, una vídeo clase donde te enseño muchas más cosas sobre esta disciplina fotográfica.
Ahora sí, nos vemos la semana que viene 😀
Mi puerta de entrada en la fotografía fue la maternidad. Al igual que muchas de las que estáis por aquí, convertirme en madre supuso una gran revolución en mí. Entre otras muchas cosas, me planteé de nuevo todo lo que en algún momento ya me había pasado por la cabeza, pero que había desechado por pensar que era una locura.
Cuando nació mi hijo, allá por 2009, se tambalearon los pocos cimientos que había construido para mí. Y aunque fue muy duro, decidí ir deconstruyendo y construyendo de nuevo mientras vivía la maternidad a una intensidad muchas veces dolorosa.
La fotografía me ha permitido a lo largo de todos estos años, poder cuestionarlo todo. Ha sido quien me ha acompañado para documentar la infancia de mi hijo, sí, pero también ha sido una herramienta que he utilizado para conocerme un poco mejor a mí misma.
Maternidad y fotografía: mi revolución personal.

Convertirme en madre supuso un encuentro inesperado con muchas partes de mí. Inesperado, porque absolutamente nadie me habló del maremoto emocional que suponía tener a una mini persona que te hacía de espejo 24 horas al día, 7 días a la semana. Y eso que una es precavida, y me había empapado sobre crianza, lactancia materna, colecho… y porteo ergonómico.
Pero como en casi todo, la teoría no es suficiente. Hay que experimentarlo.
Gracias al porteo y a llevar a mi hijo pegado a mí tantas horas, conseguimos mantener el contacto que necesitábamos ambos, disfrutarnos y conectar. Y justo esta semana se celebra la Semana Internacional de la crianza en brazos y me apetece mucho celebrarlo contigo. Porque esta forma de criar me ayudó a conectar con mi hijo primero, pero también conmigo misma.
Ayer, en nuestro directo semana del Instagram, invité a Elena López, una de las grandes referentes en esto de la crianza con contacto, para que nos hablara mucho más sobre todo lo que el contacto con nuestras criaturas nos regala tanto al bebé como a nosotras.
Recuerdo especialmente los primeros meses de maternidad, cuando mi hijo lloraba y no tenía hambre, ni sueño, ni necesitaba un cambio de pañal (el ABC del recién nacido). A mí aquel llanto me conectaba con una parte de mí misma que me partía a la mitad. Necesitaba consolarlo, pero me sentía incapaz.
Menos mal que siempre teníamos un fular para sentirnos cerca y cómodos y pasar el mal trago juntos.

Recién salidos del hospital
Si no has podido ver el directo con Elena, te invito a que saques un huequito y la escuches, porque de verdad merece mucho la pena. Ella nos habla no solo de los beneficios de criar en contacto, también nos cuenta cómo podemos enfrentarnos a este tipo de crianza cuando nosotras no fuimos educadas en ella. Algo realmente complejo por muy mentalizadas que estemos.
Fotografía: la puerta hacia mí misma.
Los primeros meses de maternidad son un momento muy intenso, y nosotras podemos llegar a sentir que nos perdemos entre leche, pañales y llantos.
En un momento donde, sacar cinco minutos a solas para pegarte una ducha era toda una odisea, la fotografía me regaló un lugar mágico donde encontrarme mientras seguía pegada a mi hijo.

Quizás por eso para mí la fotografía es mucho más que la imagen que se genera al hacer click. El valor real, para mí, se encuentra en todo lo que ocurre alrededor de ella. Y es que nuestra relación comenzó en un momento donde de verdad la necesitaba. Sin saberlo, buscaba algo que me permitiera seguir creciendo, haciendo algo para mí, que me hiciera feliz, pero sin tener que despegarme de mi criatura.
La fotografía me ofreció todo eso y mucho más. Y fue una sorpresa maravillosa descubrir que su potencial iba mucho más allá de hacer fotos bonitas de mi hijo, que era mi objetivo en aquel momento.
3 formas en las que la fotografía te ayuda a conectar contigo misma.
- La fotografía ayuda a vernos a nosotras mismas independientemente del tipo de imágenes que realicemos.
Al iniciarme en la fotografía gracias a la maternidad, he sido testigo de cómo hacer un recorrido por la infancia de mi hijo, ha supuesto también un viaje a mi propia infancia. Conectar con mi niña interior, recordarla, y darle lo que necesitaba y en su momento no pudo experimentar, no ha sido un trabajo sencillo, pero desde luego, la fotografía ha sido una gran compañera para ello. Un poco sin quererlo, al cabo de los años me encontré que cuando le fotografiaba a él, también me fotografiaba un poco a mí.
Así que, pese a que la creencia popular se inclina a pensar que para realizar un trabajo de autoconocimiento fotográfico es necesario el autorretrato, yo tengo que contarte que mi experiencia ha ido mucho más allá de salir en las fotos.
- El autorretrato, la vía directa hacia nuestro interior.
Pero claro, sí, hacernos fotos a nosotras mismas es el camino más corto y directo que podemos tomar. Seguramente también el más osado, complejo y el que más miedo nos da. Es normal, no estamos acostumbradas a vernos, ni por fuera, ni por dentro. Nuestra desconexión con nosotras mismas es tal, que hacerlo o simplemente pensar en ello, puede ser realmente abrumador y dar mucho miedo.
A su favor, diré que una vez que te lanzas a la piscina, tiene algo que engancha, porque en el fondo estamos deseando vernos, reconocernos y hacer las paces con nosotras.
Si estás en ese punto en el que te apetece mucho verte o al menos intentarlo, te dejo por aquí una vídeo clase en la que te cuento cómo comenzar a acercarse al autorretrato. Es un obsequio que espero que te guste y del que disfrutes.
- Una sesión de fotos personal, dejarte descubrir a través de los ojos de otra persona.
Esta es una opción increíble, maravillosa y que te da un chute de energía y poder que no podías esperar. ¿Qué tendrá la cámara que da tanto miedo? ¿Y qué tendrá después de derribarlo, que nos divierte tanto y nos llena de cariño hacia nosotras mismas?
Verte en los ojos de otra persona, verte bonita, poner el foco en todo lo que aportas, es un regalo inmenso que no sé si habrá palabras para describirlo.

Las tres opciones son totalmente combinables entre sí, y si necesitas empezar suave, comienza fotografiando a tus peques, saborea el proceso y observa cómo el camino se va haciendo a medida que avanzas. No te marques metas, ni objetivos. Bueno, solo uno: disfrutar.
“Ser uno mismo, simplemente uno mismo, es una experiencia tan increíble y absolutamente única que es difícil convencerse de que a todo el mundo le pasa algo tan singular.”
Simone Beauvoir