Por estas semanas se cumplen 11 años de mis inicios en la fotografía, y de realizar por fin, esas fotos que quería hacer a mi hijo. Por supuesto el resultado deseado no llegó de inmediato: constancia y mucha práctica fueron necesarias para llegar a conseguir las fotos que deseaba.
Como muchas de las que estáis por aquí, mi motor principal para adentrarme en la fotografía fue mi hijo, y mi objetivo principal, por aquel entonces, era hacerle mejores fotos. Tener un álbum familiar bonito y que refleja nuestra familia de una forma fiel.
Si tú también estás en este punto, te invito a que te quedes por aquí, porque durante las próximas semanas vamos a hablar de nuestro álbum familiar, ese que vamos a crear nosotras con nuestra familia, y de algunos aspectos que, personalmente, se me hacen muy importantes para conseguir lo que queremos. Pero antes de nada: ¿Qué es lo que queremos?
¿Por qué hacemos fotos?
Internet nos ha aportado innumerables cosas positivas. Una de mis favoritas es la cantidad de información que tenemos a nuestra disposición. Es maravilloso, claro. Pero también esconde un pequeño problema: podemos saturarnos, perdernos o abrumarnos ante tanto contenido, inspiración, referentes… Suele ser habitual que no consigamos enfocarnos o perdernos en los porqués de otras personas.
Por eso pienso que es muy importante que tratemos de reducir el ruido alrededor, y pensar en nosotras por un momento. Porque aprender a hacer fotos es relativamente sencillo. Hay una teoría y es la misma para todas las personas. Pero lo que va a hacer la diferencia y lo que realmente enriquece tus fotos es tu por qué. Si partes desde ahí va a ser mucho más sencillo y sobre todo hará que no te tropieces todo el tiempo con la frustración.
Así que, antes de nada, te lanzo la pregunta: ¿por qué quieres hacer fotos a tus criaturas?
Es importante que desarrolles esta respuesta. Bucea activamente en tus razones. Escríbelas en un cuaderno, tómate tu tiempo y trata de ahondar lo máximo que puedas.
Si sabes qué es lo que quieres conseguir, es más fácil que llegues hasta ello.

3 recursos para trabajar de forma consciente sobre tus fotografías de familia.
- Coge una libreta y escribe en ella algunos conceptos que se te vengan a la cabeza de tu infancia/adolescencia y que te guste recordar. Puedes ponerte música que te ayude a evocar esos momentos, pero lo importante es que te tomes un tiempo para entrar en la idea y conectar un poco con los recuerdos. No te bases en nada visual, porque eso lo haremos después.Recopila anécdotas, o listas de palabras, lugares, etc.
- Vuelve a un lugar del que tengas recuerdos en tu infancia y quieras retomar. Puedes ir sola, con tu familia actual, y si tienes la gran suerte de regresar con tu madre/padre/hermanos, pues ya sería una maravilla. ¿Cómo has encontrado el lugar? ¿lo recordabas así? Anota todo lo que te ha hecho sentir ese sitio y lo que recordabas de él.
- Mira tu álbum de fotos de la infancia. Rescata tus recuerdos, ahora sí de forma visual, mucho más gráfica. Esto te va a proporcionar un viaje increíble por tu infancia. Recordarás hasta los olores. Anota emociones que te despierta, sensaciones, recuerdos, historias…
Puedes hacer todas las ideas, una de ellas, combinarlas como creas… lo importante es despertar lo que significó para ti tu infancia, esos recuerdos que guardas con más cariño y tener presente eso que quieres también para tus criaturas. Y ese será tu objetivo principal, la raíz de tus fotos, de tu mirada hacia su propia infancia.
Hacer click desde ese lugar te va a garantizar una experiencia fotográfica mucho más rica, emotiva y que perdurará en el tiempo.
La próxima semana continuamos hablando de tu álbum de familia y de cómo conseguir fotos que atesoren tu por qué, para asegurarte un testimonio fiel de tu forma de entender tu vida en familia.
En poco más de diez días estrenamos la sexta edición del #agostoen31clicks. No me puedo creer que el reto esté de nuevo aquí. Los años cada vez pasan más deprisa.
Y la cosa es: ¿Te has apuntado ya? Porque comenzamos en nada y luego te pilla el toro. Ya sabes que te puedes apuntar aquí.
Hoy quiero contarte algunos detalles más de esta edición y resolver algunas dudas que surgen normalmente. Así, cuando comencemos el reto, nos podemos dedicar a disfrutar al 100%.
Los temas y su contexto.
Ya te he contado los pasados días, esta edición estará enmarcada dentro de las etapas vitales de las mujeres: infancia, adolescencia, maternidad y edad adulta.
Cada semana la dedicaremos a una de esas etapas. Y las colaboradoras y yo misma, os hemos preparado unos temas preciosos y muy inspiradores. No sé tú, pero yo estoy deseando comenzar y ver todo lo que sale este agosto.
Fotos de archivo, a veces.
Si eres habitual del reto, ya sabrás que una de las pocas cosas que te pedimos, es que no utilices fotos de archivo. La idea es buscar los temas una vez que leas la propuesta del día para después fotografiarla. No se trata de buscar una foto que tengas ya hecha y que encaje con el tema (eso no tiene mucho sentido). Y de esta forma seguirá siendo en este reto, pero habrá cuatro excepciones en esta ocasión.
Durante el mes, te voy a proponer cuatro temas en los cuales podrás utilizar (si quieres) fotos de archivo. Permanece atenta al mail, porque vendrá indicado.

Una sola imagen por tema.
Durante el reto del pasado año, surgió un debate que no se había generado en otras ediciones. Y es que la opción de carrusel en instagram, nos ha dado la posibilidad de poner más de una imagen en una misma publicación. Y muchas personas lo utilizan para mostrar varias fotos de un mismo tema.
Este año, tras meditarlo, he llegado a la conclusión de que no se van a poder utilizar las publicaciones en modo carrusel. Solo vale una foto por tema y publicación. Esa ha sido siempre la idea original.
Además, de esta forma, también se fomenta el criterio propio, y aprendemos a elegir nuestras imágenes, algo que pongo de relieve también en mis formaciones y en la Comunidad Clickers.
Así que recuerda: solo una imagen por tema y publicación. Tampoco se puede compartir un collage con varias fotos.
Los correos electrónicos de las 8 a.m.
Una de las cosas más populares en el reto, son los email de las 8 a.m. Se genera ese gusanillo de levantarse y leer el tema cuanto antes para poner a trabajar la cabeza bien temprano.
Me encanta el entusiasmo que mostráis con ellos y la cantidad de mensajes que me llegan contando lo que os gusta. Mil gracias.
Pero es verdad que es también uno de los puntos más polémicos por una cuestión que está fuera de mi alcance: a veces la recepción de esos correos no se hace bien por parte de las gestoras de email.
Así que te propongo dos planes alternativos por si algún día no recibes correctamente el correo. Ten en cuenta que los mails salen siempre a las 8 a.m, y que de no ser así por un error de la plataforma que utilizo, yo avisaré en mi cuenta de Instagram.
Si has recibido otros correos, y en alguna ocasión no te llega, puedes hacer lo siguiente:
- Hacer una búsqueda en tu correo con mi nombre completo: Rebeca López Noval. Así tu gestora buscará en todas sus carpetas todos los emails que te he enviado. De esta forma suele aparecer el email perdido, porque a veces se empeñan en ocultarlos en carpetas que ni conocemos. Si esto no te funciona, queda otra opción, que es la siguiente.
- Cada día estoy publicando el tema que toca en mi cuenta de Instagram también. Así, si en algún momento no puedes acceder al tema mediante el email, podrás hacerlo desde mi cuenta. No olvides seguirme aquí y activar las notificaciones para que Instagram te avise cuando publique. Así no se te escapará nada.

El grupo, lo más grande del reto.
Si hay algo impresionante en el reto, es el grupo que se crea. Nos unimos más de mil quinientas personas a lo largo de todo el globo, y lo hacemos para disfrutar de algo en común: la fotografía.
En este grupo nos encontramos de todo: personas que llevan años haciendo fotos, otras que se dedican a la fotografía de forma profesional, y otras que acaban de aterrizar en el mundo de la imagen… Todas son bienvenidas en este reto. Y cada una de ellas lo enriquece desde su conocimiento y experiencia, por poca que sea. Se crea tal comunidad, que me atrevo a decir que eso es lo más grande que tiene este reto.
Si eres nueva por aquí, te animo a que participes activamente con el resto de compañeras. Es un gran momento para conocer nuevas cuentas, inspirarse y ver la cantidad de ideas de un mismo concepto que pueden generarse. Y, aunque no se te haya ocurrido a ti, o la foto no sea tuya, te aportará muchísimo igualmente.
Para participar activamente, puedes realizar estas acciones:
- Cada día, dedica diez minutos a ver el hashtag del tema que toca. Puedes hacerlo por la noche, o al día siguiente a primera hora.
- Comenta, al menos, cinco fotografías que te llamen la atención. Dales cariñitos del bueno, el mismo que te encanta recibir.
- Comparte, al menos, cinco imágenes que te gusten mucho de ese día, en las stories. Así ayudas a otras compañeras a que sean vistas.
¿Se te ocurre alguna forma más de participar e interactuar con las compañeras? no dejes de contármelo en comentarios. Y no olvides apuntarte al reto, si aún no lo has hecho.
Hoy lo dejamos por aquí, que ya te he saturado de información.
Te espero en el reto <3.
La semana pasada hablábamos de la capacidad que nos aportaba la fotografía para estar en el presente. Y vimos cómo esto también tiene un efecto directo en el futuro y en el pasado. Si no leiste el post, puedes hacerlo aquí antes de continuar con este.
Lo cierto es que la vida adulta va demasiado deprisa. Nos enfrentamos a miles de cosas, obligaciones e imprevistos de forma diaria. Eso nos genera no solo una cantidad de estrés muy importante, también nos desconecta del momento, de lo que está ocurriendo aquí y ahora.
No podemos detener el tiempo, ni echarlo hacia atrás. Por desgracia, todavía no hemos inventado nada que nos permita jugar con la línea temporal. Pero lo que sí que podemos hacer es estar mucho más presentes. Porque de esta forma el tiempo pasa un poco más despacio, lo disfrutamos más, y nos sentimos mucho más plenas.
3 acciones cotidianas que realizamos de manera inconsciente y que nos alejan de estar presentes en la infancia de nuestras criaturas
Lo dicho, el reloj no lo vamos a poder detener. Pero sí podemos hacer algunos ejercicios de consciencia para estar más presentes en la infancia de nuestras criaturas. Ellas son expertas en esta asignatura, así que todo lo que sé, ha sido gracias a ellas.
La fotografía nos regala momentos de observación y deleite. Con ella como herramienta, podemos salir de estas tres acciones que se repiten de forma constante en la mayoría de las casas con peques.

- Intromisión en los procesos de aprendizaje.
La sociedad quiere que las criaturas se den prisa, que corran mucho y se hagan mayores. Porque así, en pequeño, no sirven de mucho a la sociedad. Y así, todos sus aprendizajes están dirigidos para que los adquieran cuanto antes.
Lo que no sé si se han parado a pensar es que consiguen un poco el efecto contrario: retrasan y entorpecen.
Además, casi todo está pensado desde el punto de vista de la persona adulta. Es decir, nos inventamos objetos, retrasamos aprendizajes o los adelantamos, según nos convengan a las adultas.
Si prestamos atención, somos capaces de ver que las criaturas tienen un periodo sensible a cada uno de los aprendizajes. Mostrando un interés claro por eso que les llama la atención. Si miramos (y ya sabes que la fotografía facilita mucho esto), nos daremos cuenta. Y si nos damos cuenta, será mucho más fácil que aportemos herramientas para que el aprendizaje se produzca de manera mucho más natural, rápida y efectiva.

- Comunicarnos desde el conflicto.
Una no siempre está en modo zen ni presente ni con ganas de estarlo. A veces, yo demando una acción concreta, y su ritmo para hacerlo no es el mío. Entonces me enfado, y me manejo en el modo: hazlo cómo y cuándo te digo, que para eso soy tu madre. Y de repente he generado un momento de conflicto sin casi darme cuenta.
No siempre vamos a hacerlo todo de manual de libro, eso está claro. Y pienso que es deseable y necesario que a veces dejemos salir los aprendizajes que nosotras mismas llevamos dentro. Pero ser consciente de que, muchos conflictos son tales porque yo, que soy la adulta, no tengo herramientas suficientes en ese momento para acompañar desde la empatía y el querer entender al otro ayuda a cambiar las situaciones que nos desgastan y roban energía a todos los miembros de la familia.
En estos momentos no vamos a tener una cámara en nuestras manos. Pero el entrenamiento que nos ofrece realizar fotografías de forma consciente, observando y manejando la impaciencia, también nos servirá para enfrentarnos a estos retos diarios y cotidianos. Nuestro ojo estará entrenado, y seremos mucho más sensibles a todo lo que acontece a nuestro alrededor.
Esto también nos va a servir para enfrentarnos al último acto cotidiano que tenemos interiorizado y a bajar el ritmo.

- Las prisas y el ritmo de las personas adultas.
Siempre con prisa, siempre corriendo, los horarios, los compromisos, las responsabilidades. Y ahí van ellos, detrás de nosotras todo el tiempo, con la lengua fuera.
¿Te ocurre que, incluso cuando no tienes prisa, ya llevas el ritmo de tenerla en el cuerpo? A mí me ocurre muchas veces. Demasiadas. Y tengo que pararme y pensar: ahora no tienes prisa ninguna, no es tan importante si llegas cinco minutos tarde.
Bajar el ritmo y conectar con lo que estamos haciendo, dejarnos llevar y hacerlo desde la calma es genial para disfrutar más de ellos y de lo que estemos compartiendo.
Acompañar a nuestras hijas e hijos es complicado en los tiempos que corren. La vida que tenemos, normalmente, no está diseñada para criar, y de repente llegan a nuestras vidas, y tenemos que dar manotazos a todo para poder disfrutarlo y cercar ese tiempo y presencia.
A veces resulta muy difícil, pero sin duda es muy gratificante. Y maravilloso también. Observar desde la calma, dejar que hagan sin más, darles tiempo a que aprendan a su ritmo… Y acompañarlo con una cámara a tu lado.
En nada comenzamos con una nueva edición del taller online de Héroes: fotografiando la infancia. Este taller es como el hermano de I love Me. En clave personal, pero esta vez, el foco son las criaturas.
Y como viene siendo habitual, he preparado una clase abierta antes de iniciarlo, ¿te apetece acercarte a una forma de fotografiar mucho más lenta y respetuosa con ellas? Entonces estás invitada a la clase.
Últimamente adoro los días normales. He tenido tantos sobresaltos en los últimos meses que cuando siento la normalidad colándose en mi casa, no puedo dejar de sonreír. Yo, que he sido (y en el fondo sigo siendo) una díscola ante las rutinas, las normas, lo común. Ahora disfruto de ver cómo los días pasan y todo sigue igual que ayer. Me estoy haciendo mayor.
Fotográficamente hablando, siempre me han encantado las cosas corrientes. Esas que nos pasan desapercibidas por normales y cotidianas, pero que esconden una belleza enorme si les prestamos un poco de atención. Puede que en el fondo siempre haya adorado lo común, y ahora la vida me ha dado razones para abrazarlo con fuerza.

Rutinas que no cambian
Hay cosas que por más años que pasen, siguen igual. Cocinar, atender la casa, recoger, asearse… son labores poco extraordinarias. Pero si les prestamos más atención de lo habitual, seremos capaces de ver toda la belleza que encierran.
Documentar nuestro día a día, y no solo los momentos más «especiales». De eso va mi trabajo, eso es la fotografía documental. Trata de los que vivimos en la misma casa. De lo que se comparte en el mismo espacio: las rarezas, las sonrisas y por qué no, también las lágrimas. ¿Y qué hay más nuestro que las rutinas?
No todo va a estar lleno de glamour, ni todos los días hacemos actividades emocionantes. Pero la verdadera belleza está ahí, en el día a día. En querernos hasta cuando no nos soportamos. En acompañarnos en nuestras rutinas y seguir valorando la belleza que hay en ella y en nosotros aunque estemos despeinados y en pijama.


Esos momentos caseros que cuando salgan a estudiar fuera, echaremos de menos hasta envolvernos en melancolía. Esas caritas al despertar, y sus abrazos en la cama. Ese olor a recién levantado. Esas manitas tratando de vestirse, ponerse la camiseta o atarse un zapato. Esas primeras veces de hacerse el desayuno o la cena. Esa cara de satisfacción por hacerse mayor e independiente. Esas pequeñas cosas que nos hinchan el pecho hasta sentir que va a explotar porque no nos cabe más amor dentro. Esas actividades que repetimos hasta la saciedad, son de las que se componen nuestras vidas en común y las que un día, echaremos de menos.





La fotografía documental es emoción, sois vosotros en estado puro, con toda la belleza que eso implica, y que muchas veces la prisa y el estrés no nos permite ver y sentir. Una sesión documental es un regalo para toda la familia que retará al tiempo y a la memoria en esos días de melancolía.
Hasta la próxima semana ♥

A veces me gusta viajar en el tiempo. Imaginar cómo será nuestra vida dentro de unos años. El Señor Bajito de adolescente, con su melena al viento, jugando partidas de rol interminables con sus colegas… Ah, no calla! Si eso es ahora mismo, el presente. Menos por lo de adolescente, que todavía nos quedan unos años.
Lo que sí me gusta de verdad es volver la vista a tiempos pasados. Coger fotografías de hace años, y viajar nítidamente por las historias que nos regaló la vida. Me fascina esa capacidad que tenemos de volver a un momento concreto con tan solo una imagen. Recordar detalles, sensaciones, sonidos e incluso olores.
Por eso me he lanzado a crear una nueva sección en el blog: Recuerdos de una foto.
Cuando me pegue la morriña, bucearé por mi archivo, y esa foto que me haga pararme, la compartiré contigo aquí, en el blog. Y te contaré su historia. A veces me iré más lejos en el tiempo, y otras me quedaré más cerca. Además, si quisieras participar de esta sección, me harías muy feliz. Si te apetece compartir tu historia conmigo y con el resto de lectoras, te invito a que compartas tus fotos en Instagram con el hashtag #recuerdosdeunafoto y que me etiquetes @rebecalopeznoval, para poder leer tu historia. Seleccionaré aquellas que me cautiven y las compartiré aquí en el blog. La idea es crear un álbum de recuerdos, de historias vividas. Esta iniciativa nace de uno de los temas del reto de agosto del pasado año, que tanto gustó. Así que espero que me acompañes y que podamos disfrutar de tus historias. ¡Te espero en Instagram ♥!
Cuando eres mala madre

Esta foto es de diciembre del 2013. Seis añitos de nada han pasado desde ese día en el que me sentí mala madre XD. Desde luego he tenido otros momentos, pero ninguno tan épico como este.
Recuerdo perfectamente que decidimos irnos a la nieve, a disfrutar de tirarnos con el paipo a modo de trineo, de rebozarnos en el frio y tirarnos bolas de nieve. Lo preparamos todo, y nos fuimos felices como perdices a disfrutar de un día en familia. Nos acompañaban mis padres también.
Y recuerdo perfectamente la sensación de mala madre al abrir el maletero, y ver que no habíamos metido la chaqueta del Señor Bajito. A la nieve sin abrigo, sí amiga. No sé cómo se sentiría el padre de la criatura, que en realidad es tan responsable de estas cosas como yo, pero yo me sentí fatal. Y si le veis muy abrigado en la foto es porque yo le puse mi chaqueta (la más pequeña de todos los que estábamos allí). Pero tranquilas, yo también me pude abrigar, porque mi padre decía que no tenía frio y me dio su chaqueta XD.
Cada vez que veo esta imagen me parto de risa. Y os prometo que nunca más se me ha olvidado meter la chaqueta.
La parte buena: esta foto. Una de mis favoritas de todos los tiempo. La tengo en casa, puesta en el salón. No sé si me gusta por la historia o por la imagen en sí. Pero me encanta.
Y aunque esto fue lo más anecdótico de ese día, recuerdo también sus risas en la nieve, sus «¡¡otra!!», para tirarse de nuevo en trineo. Os dejo con una foto donde podéis deleitaros con el outfit completo XD

¿Tú has tenido algún despiste de este tipo alguna vez? Dime que sí, por favor. No me dejes sola en esto XD
Te leo en comentarios. Y te espero en Instagram con tus historias.
Un abrazo y hasta la próxima semana.
El 2019 nos ha pasado por encima a mí y a mi familia (y aquí entra la de sangre y la que hemos elegido con los años). Ha sido un año feo, el peor que he vivido en mis 38. Y terminarlo me ha ha hecho enfrentarme a un conjunto de emociones y sensaciones no vividas hasta la fecha. Por una parte quería dejarlo atrás, y por otra me aferraba a él. Porque dejarlo marchar era otra despedida, era dejar pasar más tiempo y finiquitar un año en el que conviví con seres a los que quise mucho y ya no están.
Pero este 2019 también me ha dejado otras cosas, aunque cueste verlas entre tanta lágrima. Y una de ellas ha sido la de poner en valor (más aún) la fotografía. Gracias a ella también puedo volver a recordar todos esos momentos maravillosos que he vivido con todos los seres que quiero. Y aunque un poco tarde, hoy hago un pequeño resumen de algunos momentos memorables de este año que ya ha terminado.
Prepararse para la despedida
El año empezó fuerte. A mi padre lo diagnosticaron con una enfermedad de corazón, y alguna otra cosa que podía ser todavía más preocupante que una cardiopatía.
Miedo, incertidumbre y tensión ante la espera de una operación muy complicada con resultados inciertos. Hablar con mi hijo de todo esto fue mucho más sencillo de lo que imaginé. Pero el miedo y la preocupación también estaban en él. Que con sus 9 años de entonces, se enfrentaba por primera vez al «¿y si no sale bien?».
Pero salió muy bien, mejor de lo que podía esperarse.
Durante esos días, fotografié a mi padre en todo el proceso en el hospital. La cámara siempre me ayuda a procesar la información que veo. Y hoy agradezco infinito tener esta foto: el reencuentro de abuelo y nieto.
Todavía en el hospital, y con mucho esfuerzo, llegó a la sala de espera para poder abrazar a su primer nieto, el mayor. El hijo de su hija. Y yo tuve que reprimir las lágrimas para poder hacer estas fotos. Probablemente de las fotos más valiosas que tendré jamás.

Madre natura manda
También a principios de año, la madre naturaleza nos dejó un mensaje (uno de tantos): ella manda, y si ella quiere, nos vamos al carajo todas las personas.
Las lluvias nos dejaban inundaciones nunca vistas por aquí. Recuerdo estremecerme al asomarme a la ventana y ver pasar el rio desbordado frente a mi casa. La imagen que ves es de después del temporal, un día que visitamos una de las zonas que paseamos de forma frecuente junto al mismo rio. Bajo esa arena se esconde un carril bici, y en los árboles puede adivinarse la atura que alcanzó. Dejando en ellos una cantidad inmensa de basura que nos hemos dedicado a echarle encima, como si quisiera devolverla harta de nosotras.
No me gusta que ocurran estas cosas. Dan miedo. Pero también me gusta que la naturaleza nos ponga en nuestro sitio, porque a veces solo atendemos a grandes toques de atención. Suerte que las generaciones que viene tienen gran conciencia sobre el verdadero poder de la tierra y el de los humanos.

La revolución será feminista o no será
El 8 de marzo del 2019. Un año más, salimos a la calle para gritar todas juntas por un mundo que es nuestro por derecho. Y aunque tengo muchas fotos de ese día, me quedo con esta. No me queda nada que añadir tras ver sus miradas al ver la riada de mujeres que tomamos las calles ese día.

Los amiguis
Este año, entre todas las malas experiencias, la amistad ha triunfado más que nunca. Y aunque se conocen desde hace años, este ha sido clave para su relación.
Cuando miro esta imagen y veo esas sonrisas que llenan la foto, me emociono y mucho. Han compartido tanto juntos en los últimos meses, que aunque la amistad no les dure para toda la vida, estoy segura de que esta imagen siempre les hará sonreír y pensar que la vida con amigos es mejor. Ojalá siempre tengan a su lado a personas tan maravillosas como ellos tres.

El poder de tres
Sin duda los momentos más felices los vivimos en este viaje. Aunque envuelto en tristeza por las pérdidas que sufrimos unos días antes de marchar, celebrar los 10 años del Señor Bajito con un viaje en familia ha sido de lo mejor del 2019. Nutrirnos con nuestra presencia, disfrutarnos juntos y abrazarnos muchos. No hay nada mejor.
Un viaje a Futuroscope que además nos sorprendió encontrándonos a grandes amigos por casualidad y descubriendo una pequeña ciudad llena de regalos en forma de belleza arquitectónica, esa de la que Francia está llena. Y divertirnos sin parar durante dos días en este parque tan especial.

Aquí hay 5, pero al final han sido bastantes más momentos memorables. Gracias a la fotografía puedo volver a ellos. Y acordarme de que también pasaron cosas bonitas, que también estuve en lugares bellos y que aún puedo seguir abrazando a muchos de los que adoro.
Por un 2020 lleno de abrazos y cariño para ti y tu familia ♥