Mi puerta de entrada en la fotografía fue la maternidad. Al igual que muchas de las que estáis por aquí, convertirme en madre supuso una gran revolución en mí. Entre otras muchas cosas, me planteé de nuevo todo lo que en algún momento ya me había pasado por la cabeza, pero que había desechado por pensar que era una locura.
Cuando nació mi hijo, allá por 2009, se tambalearon los pocos cimientos que había construido para mí. Y aunque fue muy duro, decidí ir deconstruyendo y construyendo de nuevo mientras vivía la maternidad a una intensidad muchas veces dolorosa.
La fotografía me ha permitido a lo largo de todos estos años, poder cuestionarlo todo. Ha sido quien me ha acompañado para documentar la infancia de mi hijo, sí, pero también ha sido una herramienta que he utilizado para conocerme un poco mejor a mí misma.
Maternidad y fotografía: mi revolución personal.

Convertirme en madre supuso un encuentro inesperado con muchas partes de mí. Inesperado, porque absolutamente nadie me habló del maremoto emocional que suponía tener a una mini persona que te hacía de espejo 24 horas al día, 7 días a la semana. Y eso que una es precavida, y me había empapado sobre crianza, lactancia materna, colecho… y porteo ergonómico.
Pero como en casi todo, la teoría no es suficiente. Hay que experimentarlo.
Gracias al porteo y a llevar a mi hijo pegado a mí tantas horas, conseguimos mantener el contacto que necesitábamos ambos, disfrutarnos y conectar. Y justo esta semana se celebra la Semana Internacional de la crianza en brazos y me apetece mucho celebrarlo contigo. Porque esta forma de criar me ayudó a conectar con mi hijo primero, pero también conmigo misma.
Ayer, en nuestro directo semana del Instagram, invité a Elena López, una de las grandes referentes en esto de la crianza con contacto, para que nos hablara mucho más sobre todo lo que el contacto con nuestras criaturas nos regala tanto al bebé como a nosotras.
Recuerdo especialmente los primeros meses de maternidad, cuando mi hijo lloraba y no tenía hambre, ni sueño, ni necesitaba un cambio de pañal (el ABC del recién nacido). A mí aquel llanto me conectaba con una parte de mí misma que me partía a la mitad. Necesitaba consolarlo, pero me sentía incapaz.
Menos mal que siempre teníamos un fular para sentirnos cerca y cómodos y pasar el mal trago juntos.

Recién salidos del hospital
Si no has podido ver el directo con Elena, te invito a que saques un huequito y la escuches, porque de verdad merece mucho la pena. Ella nos habla no solo de los beneficios de criar en contacto, también nos cuenta cómo podemos enfrentarnos a este tipo de crianza cuando nosotras no fuimos educadas en ella. Algo realmente complejo por muy mentalizadas que estemos.
Fotografía: la puerta hacia mí misma.
Los primeros meses de maternidad son un momento muy intenso, y nosotras podemos llegar a sentir que nos perdemos entre leche, pañales y llantos.
En un momento donde, sacar cinco minutos a solas para pegarte una ducha era toda una odisea, la fotografía me regaló un lugar mágico donde encontrarme mientras seguía pegada a mi hijo.

Quizás por eso para mí la fotografía es mucho más que la imagen que se genera al hacer click. El valor real, para mí, se encuentra en todo lo que ocurre alrededor de ella. Y es que nuestra relación comenzó en un momento donde de verdad la necesitaba. Sin saberlo, buscaba algo que me permitiera seguir creciendo, haciendo algo para mí, que me hiciera feliz, pero sin tener que despegarme de mi criatura.
La fotografía me ofreció todo eso y mucho más. Y fue una sorpresa maravillosa descubrir que su potencial iba mucho más allá de hacer fotos bonitas de mi hijo, que era mi objetivo en aquel momento.
3 formas en las que la fotografía te ayuda a conectar contigo misma.
- La fotografía ayuda a vernos a nosotras mismas independientemente del tipo de imágenes que realicemos.
Al iniciarme en la fotografía gracias a la maternidad, he sido testigo de cómo hacer un recorrido por la infancia de mi hijo, ha supuesto también un viaje a mi propia infancia. Conectar con mi niña interior, recordarla, y darle lo que necesitaba y en su momento no pudo experimentar, no ha sido un trabajo sencillo, pero desde luego, la fotografía ha sido una gran compañera para ello. Un poco sin quererlo, al cabo de los años me encontré que cuando le fotografiaba a él, también me fotografiaba un poco a mí.
Así que, pese a que la creencia popular se inclina a pensar que para realizar un trabajo de autoconocimiento fotográfico es necesario el autorretrato, yo tengo que contarte que mi experiencia ha ido mucho más allá de salir en las fotos.
- El autorretrato, la vía directa hacia nuestro interior.
Pero claro, sí, hacernos fotos a nosotras mismas es el camino más corto y directo que podemos tomar. Seguramente también el más osado, complejo y el que más miedo nos da. Es normal, no estamos acostumbradas a vernos, ni por fuera, ni por dentro. Nuestra desconexión con nosotras mismas es tal, que hacerlo o simplemente pensar en ello, puede ser realmente abrumador y dar mucho miedo.
A su favor, diré que una vez que te lanzas a la piscina, tiene algo que engancha, porque en el fondo estamos deseando vernos, reconocernos y hacer las paces con nosotras.
Si estás en ese punto en el que te apetece mucho verte o al menos intentarlo, te dejo por aquí una vídeo clase en la que te cuento cómo comenzar a acercarse al autorretrato. Es un obsequio que espero que te guste y del que disfrutes.
- Una sesión de fotos personal, dejarte descubrir a través de los ojos de otra persona.
Esta es una opción increíble, maravillosa y que te da un chute de energía y poder que no podías esperar. ¿Qué tendrá la cámara que da tanto miedo? ¿Y qué tendrá después de derribarlo, que nos divierte tanto y nos llena de cariño hacia nosotras mismas?
Verte en los ojos de otra persona, verte bonita, poner el foco en todo lo que aportas, es un regalo inmenso que no sé si habrá palabras para describirlo.

Las tres opciones son totalmente combinables entre sí, y si necesitas empezar suave, comienza fotografiando a tus peques, saborea el proceso y observa cómo el camino se va haciendo a medida que avanzas. No te marques metas, ni objetivos. Bueno, solo uno: disfrutar.
“Ser uno mismo, simplemente uno mismo, es una experiencia tan increíble y absolutamente única que es difícil convencerse de que a todo el mundo le pasa algo tan singular.”
Simone Beauvoir
Cuando era adolescente y pensaba en dedicarme a la fotografía, me decía a mí misma: mejor dedicarme a otra cosa, porque es muy complicado destacar en la fotografía y ser buena. Acabarás trabajando en una tienda de revelados de fotos.
La era analógica, cierta idealización de la fotografía como arte y poca visión de futuro me hicieron girar en el camino cuando era joven.
Si hoy retomo esa creencia que instalé dentro de mí, soy capaz de ver en ella un montón de cosas más allá del miedo al fracaso. Y hoy quiero compartirlas contigo.
Nuestra relación con el arte.
Así define la RAE la palabra arte:
- m. o f. Capacidad, habilidad para hacer algo.
- m. o f. Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
Pero, en demasiadas ocasiones, le colocamos al arte unas connotaciones diferentes: pensamos que el arte requiere que un ser superior te toque con su varita mágica para darte el don de hacerlo. Y por supuesto a mí (nosotras) eso no nos pasa.
Después de acercarme a la fotografía, si pienso en el arte, lo hago desde una perspectiva muy diferente. Para mí el arte es una forma de expresión. Algunas personas se manejan con el lenguaje, y escriben maravillosamente bien y bonito.
Otras lo hacen a través del dibujo, la ilustración… y te invitan a su mundo de belleza, fantasía y creatividad. Otras utilizan la música, y componen o cantan o tocan un instrumento… y otras, utilizamos una cámara.
Se dice del arte que debe emocionar a quien lo contempla. Y no digo yo que no tenga o pueda ser así. Pero entonces estamos dando por hecho que lo hacemos hacia fuera, para el otro, para exponerlo y exponernos.
Y claro que puede ser así, y es genial hacerlo, y que lo que has creado guste. Es maravilloso.
Pero no nos olvidamos del principio, de la raíz: expresarnos. Y si tu sientes la necesidad de expresarte, la fotografía es una herramienta extraordinaria para ello.

Expectativas vs realidad.
El mundo a través de las redes sociales ha potenciado muchas cosas positivas, como por ejemplo, tener mucha información a nuestro alcance, poder aprender cosas que antes nos era muy difícil, o comunicarnos instantáneamente sin importar la distancia.
Pero también ha fomentado el vivir hacia afuera, de cara a los demás y el estrés por ser vistas de una forma perfecta.
Nosotras las adultas podemos sentirnos un poco más a salvo, porque todo esto nos ha pillado ya con la cabeza más colocada, pero las personas jóvenes tienen un panorama estremecedor en este sentido. Es muy difícil colocar todo esto con ciertas edades.
Pero ninguna persona escapa de esa sensación en las redes, de esa intimidación que nos produce las expectativas que se generan ahí fuera.
Hacer fotografía hoy en día se ha vuelto muy sencillo, llevamos una cámara en la mano las 24 horas, pero en cambio, la exposición y las referencias, nos hacen sentir pequeñas en muchas ocasiones. Y se nos hace bola pensar que no llegaremos a un nivel imaginario que está en nuestras cabezas y que se ha creado a base de ver las referencias de ahí fuera.
Eso puede paralizarnos, frenarnos y desechar la idea de que nosotras también podemos hacer fotos.
Vivir hacia afuera.
Como te contaba antes, es habitual que ahora todo lo hagamos hacia afuera, para ser mostrado. Con la fotografía se ha perdido un poco el norte, y aunque está bien utilizarla de la forma que te apetezca, hoy me gustaría traerte una idea diferente de ella, y partir de un punto totalmente diferente con ella.
Si fotografiamos pensando en el resultado, en cómo nos va a quedar la foto, en si gustará cuando la enseñe… nos perdemos el viaje completo de la fotografía. Por no hablar de la ansiedad que eso genera, y de lo bloqueante que es a nivel creativo.
Hoy te propongo que prestes atención al momento, al por qué de la foto, a lo que te atrapa en el presente para que quieras guardarlo en el futuro. A que viajes con tu imagen y disfrutes de todo lo que te aporta conectar. El click es solo un movimiento con el dedo. Es una fracción de segundo. Pero si puedes quedarte un momento alrededor de ese click, la experiencia será mucho más amplia.

La fotografía consciente.
Siempre he vivido la fotografía desde un plano muy personal. Pero ha ido evolucionando con el tiempo. El concepto de fotografía consciente me parece el más acertado para hablarte de cómo vivo yo el arte de hacer fotos. Y cada vez más, me doy cuenta de que es una necesidad para mí. Fotografiar es algo que necesito hacer para comprender el mundo. Más que para mostrárselo a otros (que también).
Y hace un año creé un espacio donde poder desarrollar todas las vertientes de este tipo de fotografía, porque me encanta compartir esta forma de hacer fotografía. En la Comunidad F hemos conseguido crear un lugar íntimo y seguro para aprender, pero hacerlo así, con cariño y buscando en cada imagen un sentido.
Y como ahora cumplimos un añito, estamos celebrando y queremos compartir contigo muchas cosas, entre ellas, que puedas entrar en este espacio que solo abre sus puertas dos veces al año. Esta será la última del 2021.
La Comunidad F.
Si tuviera que recrear un espacio para acoger a esta comunidad, me lo imagino en un jardín pequeño y acogedor, con mucho verde, y zonas cómodas para sentarse, compartir y charlar juntas sobre fotografía y sobre la vida en general como madres y mujeres.
No tenemos un lugar físico, pero eso también es una suerte. Porque encontrarnos oline nos acerca mucho en realidad. Podemos juntarnos mujeres de todas partes: de varios puntos de España, pero también de México o mujeres que han atravesado continentes y se han mudado de país en varias ocasiones.
La diversidad nos enriquece, nos inspira, nos motiva y nos cautiva. Y así es como un espacio online se convierte en un refugio donde poder disfrutar de la fotografía de una forma mucho más íntima y personal: sin miedo al error, a crear, a probar… En definitiva, a aprender.
Así lo cuentan algunas de las mujeres cómplices de este espacio:
“En estos meses he aprendido mucho y no solo de fotografía, sino también de humanidad porque Rebeca ya sabéis lo sensible que es y lo comprometida que está con la infancia y las mujeres.
Además tengo la suerte de compartir este espacio con mujeres maravillosas que me aportan un montón en todos los sentidos.
Por eso te digo, no lo dudes y vente a compartir con nosotras. Es un lugar entretenido, divertido y donde seguro aprenderás muuuchas cosas.”
Susana.
“La Comunidad ha sido para mí la oportunidad de aprender técnicas y recursos y de practicarlos semanalmente, pero sobre todo de volver a ilusionarme por la fotografía y de formar parte de una comunidad de mujeres estupendas con las que compartir esta bonita afición.
Gracias Rebeca por crear para nosotras este bonito espacio para nosotras.”
Jéssica.
“Rebeca la anfitriona, cada semana nos prepara la mesa camilla con cada una de las propuestas para hacernos sentir cómodas y seguras para trabajar el mes con ilusión y confianza, sin miedo a fallar o a no “dar la talla” la verdad que para mí más que la Comunidad es mi tribu fotográfica, mi vía de escape en el caótico ritmo del día a día, la forma de encontrarme y disfrutar de algo mío que me hace sentir bien, una excusa para recuperar cositas que quedan en el camino cuando eres mamá. Y lo mejor: poder compartirlas con esta tribu bonita y aprender gracias a Rebeca como avanzar pasito a pasito.”
Manoli.

Nuestro calendario mensual.
En la Comunidad trabajamos en un formato mensual. Cada mes desarrollamos nuestro trabajo sobre un tema troncal para poder profundizar en él y sacarle jugo.
Así lo hacemos:
El primer jueves de mes nos reunimos y charlamos sobre el tema del que vamos a aprender. Ese encuentro (como todos) queda grabado, porque algunas personas no pueden asistir en directo. Así puedes verlo cuando quieras.
El segundo jueves del mes, lo utilizamos para hablar sobre algún tema complementario al tema troncal. A veces buscamos inspiración, otras ahondamos más en la técnica, etc.
El tercer jueves de mes hacemos un break y lo dedicamos a presentar una actividad más creativa y especialmente pensada para poder realizarla con nuestras criaturas.
La última semana, nos toca sentarnos a analizar lo que hemos hecho desde una perspectiva personal. Cada una desde el punto en el que se encuentra, preparo un feedback para cada una, a través de una foto presentada sobre el tema troncal.
Además, la comunicación es muy importante para nosotras, por eso tenemos dos espacios privados:
Un grupo de facebook, en el que trabajamos, compartimos nuestras imágenes y desarrollamos las dudas que puedan ir surgiendo.
Y nuestro grupo de Telegram: un espacio más personal y lúdico, donde compartimos todo lo que nos apetece con nuestras cómplices de la Comunidad F.
Ahora La Comunidad F abre sus puertas hasta el viernes 17 de septiembre, y puedes disfrutar con nosotras del viaje que supone la fotografía.
Si quieres ser una de nuestras cómplices, o quieres conocer más de este espacio, puedes hacerlo desde aquí.
Y si tienes alguna duda, puedes charlar conmigo de ello desde aquí.
Feliz semana ❤️
A veces me gusta viajar en el tiempo. Imaginar cómo será nuestra vida dentro de unos años. El Señor Bajito de adolescente, con su melena al viento, jugando partidas de rol interminables con sus colegas… Ah, no calla! Si eso es ahora mismo, el presente. Menos por lo de adolescente, que todavía nos quedan unos años.
Lo que sí me gusta de verdad es volver la vista a tiempos pasados. Coger fotografías de hace años, y viajar nítidamente por las historias que nos regaló la vida. Me fascina esa capacidad que tenemos de volver a un momento concreto con tan solo una imagen. Recordar detalles, sensaciones, sonidos e incluso olores.
Por eso me he lanzado a crear una nueva sección en el blog: Recuerdos de una foto.
Cuando me pegue la morriña, bucearé por mi archivo, y esa foto que me haga pararme, la compartiré contigo aquí, en el blog. Y te contaré su historia. A veces me iré más lejos en el tiempo, y otras me quedaré más cerca. Además, si quisieras participar de esta sección, me harías muy feliz. Si te apetece compartir tu historia conmigo y con el resto de lectoras, te invito a que compartas tus fotos en Instagram con el hashtag #recuerdosdeunafoto y que me etiquetes @rebecalopeznoval, para poder leer tu historia. Seleccionaré aquellas que me cautiven y las compartiré aquí en el blog. La idea es crear un álbum de recuerdos, de historias vividas. Esta iniciativa nace de uno de los temas del reto de agosto del pasado año, que tanto gustó. Así que espero que me acompañes y que podamos disfrutar de tus historias. ¡Te espero en Instagram ♥!
Cuando eres mala madre

Esta foto es de diciembre del 2013. Seis añitos de nada han pasado desde ese día en el que me sentí mala madre XD. Desde luego he tenido otros momentos, pero ninguno tan épico como este.
Recuerdo perfectamente que decidimos irnos a la nieve, a disfrutar de tirarnos con el paipo a modo de trineo, de rebozarnos en el frio y tirarnos bolas de nieve. Lo preparamos todo, y nos fuimos felices como perdices a disfrutar de un día en familia. Nos acompañaban mis padres también.
Y recuerdo perfectamente la sensación de mala madre al abrir el maletero, y ver que no habíamos metido la chaqueta del Señor Bajito. A la nieve sin abrigo, sí amiga. No sé cómo se sentiría el padre de la criatura, que en realidad es tan responsable de estas cosas como yo, pero yo me sentí fatal. Y si le veis muy abrigado en la foto es porque yo le puse mi chaqueta (la más pequeña de todos los que estábamos allí). Pero tranquilas, yo también me pude abrigar, porque mi padre decía que no tenía frio y me dio su chaqueta XD.
Cada vez que veo esta imagen me parto de risa. Y os prometo que nunca más se me ha olvidado meter la chaqueta.
La parte buena: esta foto. Una de mis favoritas de todos los tiempo. La tengo en casa, puesta en el salón. No sé si me gusta por la historia o por la imagen en sí. Pero me encanta.
Y aunque esto fue lo más anecdótico de ese día, recuerdo también sus risas en la nieve, sus «¡¡otra!!», para tirarse de nuevo en trineo. Os dejo con una foto donde podéis deleitaros con el outfit completo XD

¿Tú has tenido algún despiste de este tipo alguna vez? Dime que sí, por favor. No me dejes sola en esto XD
Te leo en comentarios. Y te espero en Instagram con tus historias.
Un abrazo y hasta la próxima semana.
Estoy como loca de contenta. Es martes, toca post y tengo invitada. Y además, ¡el viernes es mi cumple! Vale, esto último no es relevante para el post, pero lo tenía que decir XD
Si estás por Instagram ya lo sabrás, porque lo anuncié en un directo: hoy comenzamos con las colaboraciones en el blog.
Y me he traído a Sara, que es asesora de imagen, y me encanta cómo entiende la imagen personal. Lo cierto es que nos conocimos hace muy poco, en Febrero para ser exactas, pero nos gustamos al instante, fue un poco flechazo.
Pronto nos dimos cuenta de que entendíamos esto de la belleza desde el mismo punto de vista. Y desde entonces estamos hablando y hablando sobre proyectos que ya os contaremos en otro momento.
Y así llegamos a la conclusión de que a nuestras respectivas audiencias les podía interesar lo que teníamos que contar. Así que el primer martes de mes el post de esta casa lo escribirá Sara, y el primer viernes de mes, el post de su casa lo escribiré yo. Así que el viernes que viene te veo en su blog, ¡te espero!
Ahora te dejo con ella, ¡hasta la próxima! ♥
Soy Sara Pellicer, asesora de imagen y comunicación, y ayudo a las mujeres a sentirse más felices y poderosas con su cuerpo y con su imagen.
Creo firmemente que la autoestima se construye desde dentro y hacia fuera, pero también desde fuera hacia dentro, y que cuando nos vemos bien en el espejo somos capaces de afrontar con más ánimo nuestras tareas del día a día.
Voy a escribir periódicamente en el blog de Rebeca para animarte a trabajar tu imagen como herramienta de autoestima y comunicación, para ayudarte a aceptar tu cuerpo y sacar el máximo partido a las partes más bonitas que tienes.
Quiero que la imagen que veas en tus fotografías sea un reflejo fiel de quién eres y del momento vital en el que te encuentras, desde la consciencia, la aceptación y el amor profundo por ti misma.
Para quererte, primero debes mirarte
Nos pasamos la vida pensando en nuestros defectos. Siempre pensamos que la vecina tiene aquello que nosotras no tenemos, o que a nosotras nos falta eso que ella tiene…
Nos enfocamos en todo lo que pasa fuera, y de lo que está pasando dentro, solo vemos lo negativo.
Nos planteamos qué nos pasa, por qué nunca estamos satisfechas con nuestro cuerpo, y la solución es muy sencilla: no nos miramos.
Seguro que siempre te han dicho que la autoestima hay que trabajarla por dentro, y es verdad. Pero hay algo que no te han dicho tan a menudo: si te gusta lo que ves en el reflejo del espejo y en tus fotos, te vas a sentir más animada. Pero para eso no sólo tienes que mirarte, debes mirarte bien.
¿Y qué puede pasar si comienzas a mirarte, pero de verdad?
– Vas a descubrir zonas de tu cuerpo que habías estado ignorando
– Comenzarás a aceptar la historia que tu cuerpo está contando
– Te sentirás más fuerte y segura de ti misma
– Disfrutarás, te sonreirás, te gustarás
– Te encontrarás a ti misma, te redescubrirás y te querrás
– Aprenderás qué prendas te van a sentar mejor y cuáles van a resaltar aquellas zonas que más te gustan
Es un gran paso, es cierto que no es fácil. Comenzar a mirarte bien requiere de una valentía por tu parte. Dar el paso a la acción, cuando tú estás muy tranquila en tu zona de confort, no es sencillo, ¡pero es tan gratificante!
Te recomiendo que comiences a practicar en la intimidad, no esperes a mirarte en las fotos de grupo, o en aquellas que te hayan tomado en momentos en los que no te sentías muy segura de ti misma.
Respira hondo, y empieza a mirarte en el espejo, posa, ríete y diviértete mientras lo haces. Así, empezarás a hacerlo más relajada.
Una vez así, relajada y libre, empieza a disparar y después date la oportunidad de mirarte bien. Cambia esa mirada crítica por otra que diga: “¡estoy estupenda! Me veo mejor que nunca, tengo un cuerpo real de mujer real, y eso es admirable”.
No te olvides de que tu imagen real es aquella que tú percibes de ti misma, esa es la que te tiene que importar. Si eres capaz de aprender por fin a mirarte, tu seguridad y confianza en ti misma estará mucho más cerca.
¡Gracias por haber leído el post! Me encantará conocer tu opinión sobre este tema, deja tu comentario sobre cómo vives tu imagen y tu autoconocimiento y la relación entre ambos.
Si te ha interesado el tema y quieres profundizar más, dime sobre qué temas quieres que escriba, estaré encantada de leerte y preparar los temas que más vayas a aprovechar.
Soy Sara Pellicer, Asesora de Imagen, y te ayudo a encontrar tu esencia, a ser más feliz y a mostrar tu personalidad a través de la ropa que eliges cada día. Te invito a que visites mi web y me sigas en Facebook e Instagram.
Hoy traigo un post diferente, hoy te quiero hablar un poco más sobre este pequeño rincón que creé hace 4 años en la inmensidad de Internet.
Algunas me conocéis ya mucho, y sabéis de mi pasado antes de dedicarme a la fotografía. Porque antes de esto hacía otras cosas, pero lo que tienen en común mi pasado y mi presente es que siempre me ha gustado trabajar como autónoma.
Está claro que no es, precisamente, por lo fácil que nos lo ponen en este país. Sino porque me gusta ir por libre, no tener a nadie que me diga cómo tengo que hacer las cosas, inventarme mi propia realidad, y eso pasa por gestionarse sola.
No es nada fácil, ya no sólo en el plano económico, sino en el personal. Tener un negocio, por pequeño que sea, es como tener un hijo que te demanda constante atención y que no te duermas en los laureles si quieres que todo siga funcionando a tope.
Montones de decisiones diarias, decisiones que, si trabajas sola, tomas sola.
Toneladas de miedos a los que te enfrentas cada día; «seré suficientemente buena, a la gente le gustará lo que hago, y ¿si algo sale mal?».
El camino, como digo, es duro y solitario.

El día que comenzaron a cambiar las cosas.
Un día, en ese camino tan solitario, encontré a una persona que llenó mis días de compañía. Seguro que muchas la recordaréis, porque es difícil de olvidar. Su nombre es Verónica, y con ella aprendí lo que es tener aún más responsabilidades. Tener a alguien trabajando contigo (no me gusta el término «trabajando para mí»), es muy difícil. Te obliga a pensar en otra persona, en cómo repercutirá en ella todo lo que hagas y, por supuesto, te hace sudar pensando que quizás, un mes, no tengas suficiente dinero para pagarle.
Pero también descubrí lo increíble que es trabajar acompañada, poder contarle tus penas a otra persona y compartir alegrías y tristezas del día a día de tu trabajo.
Alguien por fin veía y sentía en primera persona lo que era estar detrás de todo esto día y noche, sin descanso.
En algún momento del camino, nos tuvimos que separar. Fue duro. Yo la sigo queriendo un montón, y me consta que ella a mí también.
Me alegra decir que somos amigas y que sabemos que, aunque nos separen muchos kilómetros, podemos seguir contando la una con la otra.

Cambios y más cambios.
Buscar a otra persona me aterrorizaba, la verdad. La primera vez fue sencillo. Vero estaba ahí, la conocí en mis cursos, fue alumna durante mucho tiempo, y la evolución que hicimos fue algo natural. Yo sabía que era buena en todo lo que se propusiese, le venía de serie, y yo lo supe ver y eso hizo que todo rodara sin grandes esfuerzos.
La segunda vez fue diferente. Yo ya necesitaba a alguien sí o sí. Había sentido la libertad de aligerar equipaje, cargas y muchas horas de trabajo. Había empezado a saborear lo que era trabajar a mi manera, pero acompañada, y no podía dejar escapar todo lo que eso suponía.
Y de repente, como por arte de magia, Tere se cruzó en mi vida en una formación en la que coincidimos.
Yo tenía por delante un año de mucho trabajo y sobre todo, de muchos cambios. No me había dado cuenta, pero todo empezó cuando contraté a otra persona, y todo este tinglado dejó de ser algo sólo mío. Me costó entenderlo y verlo, aunque podía parecer muy evidente para otras personas.
Y, aunque acojonada por el miedo a un nuevo cambio, a la incertidumbre de contar con alguien que no conoces de nada me tenía bastante alerta, Tere consiguió meterse de lleno en mi espacio y hacerse con él. Hemos trabajado mucho, ¡pero mucho!, para conseguir la tranquilidad en la que ahora nos encontramos. Pero ha sido un camino divertido y cómodo.

Te presento a Tere.
Muchas la conocéis porque firma los mails que nos mandáis. Y yo, hasta ahora, también la conocía de esa manera, ¿te lo puedes creer? No nos habíamos conocido en persona aún.
Es lo que tiene «esto del Internet». Que puedes estar trabajando con alguien a muchos kilómetros de distancia, y notarlo más bien poco.
Pero al fin nos pusimos piel este fin de semana, y hemos trabajado un poquito, pero sobre todo nos ha dado tiempo a charlar y a vernos las caras, que ya era hora tras 10 meses trabajando juntas.
Gracias Tere, por acompañarme en este camino lleno de baches, y hacer de él algo más divertido y sobre todo, algo menos solitario ♥

Pues nada, aquí estoy un martes más, pero esta vez no es un martes cualquiera. Dicen por ahí que mañana cumplo años, 35 para ser exactos. A mi este número me pone nerviosa, a partir de mañana estaré más cerca de los 40 que de los 30, y aunque aún queda muuuuuuuuuucho (que sí, que queda mucho leñe!) pues empiezan a sudarme las manos…
Así que hoy te traigo un post un poco diferente, más personal, pero también lleno de fotos 🙂
¿Cómo dicen? ¿35? Creo que se han confundido. Esto debe ser de otra persona.
Algo no cuadra. Vale, sí, han pasado los años y según todos los cálculos, en efecto, mañana cumplo 35. Pero ¡no me siento para nada una persona de esa edad! ¡No y no!
Tengo energía, las cosas más claras y muchas ganas de dar guerra.
He viajado (pero aún tengo mucho pendiente), he querido con locura (pero todavía me queda mucho amor para repartir), he apostado por lo que quería ser en la vida y lo he logrado (pero aún me quedan muchas metas que alcanzar), tengo un Señor Bajito a mi lado (…), por mencionar sólo un puñado de metas alcanzadas; un cumpleaños más no va a poder con mi ánimo.
Así que, querida, ya que estamos aquí juntas, vamos a ponerle un poco de color a la vida. Te invito a festejar conmigo este aniversario, y para ello me gustaría que te hicieras con algún líquido elemento apropiado para brindar y que, con él en mano, siguieras la lectura de esta entrada. Vamos a echarnos unas risas. Juntas.
Abajo las crisis. ¡Arriba el rock’n’roll!
Los finales de etapas siempre invitan a reflexionar y hacer una especie de balance. Hoy quisiera compartir contigo algunos de esos momentos memorables (que te gustaría olvidar) de la historia de una mujer:
El descubrimiento de tu primera cana: mi primera cana fue con 20 años, y ahora tengo muuuuuuuuuuuchas. Tantas que me cuesta encontrar un pelo de mi color. Esto lo he remediado recientemente 😉

La primera vez que alguien te dice «señora». Suena a insulto, a guantazo en la cara y como tal se lo cuentas a tus amigos con mucha indignación. «Señora… ¡a mí! Cuánta indecencia.»

El momento en el que te das cuenta de que tu reloj biológico no está sincronizado con tu edad mental. Porque no tenemos puesto el automático como el móvil, que se actualiza sin que le tenga que ajustar la hora. Qué maravilla. Pues eso no pasa con las personas. La mente por un lado, y la biología por otro.

Cuando se te ocurre encender la radio para escuchar música y no conoces a ninguno de los grupos y cantantes. ¡¡¡A NINGUNO!!! Y no sólo es que no los conoces, es que piensas «¿qué mierda es esta?»

¿Y cuando te descubres diciéndole cosas a tu hijo que te decían tus padres y que nunca pensaste que saldrían de tu boca? El declive.

¿Te suena alguno?
El caso es que, lo quiera o no, los 35 han llegado. Aquí están, sin que nadie les llamara. Y han venido para quedarse.
Pero, ¿sabes lo que te digo? Que ahora me siento más yo. Mucho más fuerte, mucho más consciente de las cosas y de mí misma. En otras palabras: mucho más mujer. Si en algún momento echo de menos los 20, se me pasa pronto porque:
- Ahora tengo una familia, sin la que no me imagino la vida. Esos días de poco descansar y mucho abrazar, ya nunca más los cambiaría por nada.
- He conseguido hacer de mi vida lo que quería, realizarme como madre, como mujer y como empresaria. Lo he hecho con mucho esfuerzo y dedicación, pero me siento orgullosa del camino recorrido y deseando dar el primer paso del que me queda por recorrer.
- Porque estos años me han dado a muchas mujeres impresionantes en mi vida, mujeres que no estaban en ella a mis 20, pero sin las que ya nada sería lo mismo ♥
- Porque a mis 20 ya conocía y compartía la vida con mi compañero de viaje, y aunque no siempre es fácil, ahora es mucho más divertido y entretenido, ¡dónde va a parar!
- Porque amo lo que hago, disfruto enseñando y, sobre todo, fotografiando a familias y a personas que están viviendo su momento. Y esto no podría haberlo hecho a los 20.
- Y es impresionante pasearse por la vida, contemplar las maravillas que se muestran ante ti e ir recogiendo todas aquellas cosas bonitas que harán de tu día a día un hogar, un mundo mejor: experiencias, aventuras, risas, sorpresas, belleza, imágenes grabadas en la retina y, cómo no, personas, como cada una de vosotras, que se te quedan incrustadas en el alma. Sin el paso del tiempo, esto no habría sido posible.
Resumiendo: cumplo años, el DNI dice que 35, y aunque yo no estoy muy de acuerdo habrá que celebrarlo, ¿no? Así que me voy a marcar una fiesta, tomar un copazo y haceros un regalo: si compras uno de mis cursos sin tutoría antes del viernes, te regalo 1€ por cada año cumplido sobre el precio original.
¡La casa por la ventana!:
– 35€ euros de descuento pero ojo – sólo durante las próximas 48 horas (esta promoción finaliza el jueves a las 12pm)
Esta misma noche, a partir de las 12 pm, podrás adquirir cualquiera de mis cursos sin tutoría son este increíble descuento.
Entra en este link,y a partir de esta noche a las 12, introduce el código HAPPYDAYREBE y disfruta de tu curso favorito.