Hoy charlamos con… Karen | Donde reside la belleza

Hoy charlamos con… Karen | Donde reside la belleza

Segundo podcast acompañada por una de vosotras, y disfrutando de compartir historias, reflexiones, miedos… y es que en el capítulo anterior me quedé fascinada con la historia de Mireia. Me encantó charlar con ella, compartir y sobre todo, reflexionar sobre los aspectos que compartimos la gran parte de las mujeres: una mala relación con nosotras y especialmente con nuestro cuerpo.

De momento tenemos muchas cosas en común: vivimos una infancia en la que comprendemos poco las reglas del juego, y nuestra forma de elaborarlas nos deja indefensas para enfrentarnos a una adolescencia en la que la personalidad se empieza a forjar gracias a las vivencias anteriores y presentes. Y como en los primeros años hemos entendido que no somos tan altas (otan bajas), ni tan delgadas (o más gordas), ni con tanto pecho (o con menos) del que se supone que hay que tener. Nos pasamos los años más increíblemente emocionantes paralizadas por el miedo y los complejos. Haciendo que nos perdamos un sinfín de experiencias.

Mis conclusiones son terribles: no es fácil ser mujer. Ni en Colombia, ni en Italia, ni España, ni en ninguna parte del mundo. Crecemos con la idea de que tenemos que ser de una determinada manera, y nos pasamos los primeros años de nuestra vida tratando de cambiar todo aquello que no encaja.

¿La responsabilidad? Si hablamos de que no nos aceptamos ya desde la infancia, no creo que podemos hablar de responsabilidad infantil. Así que queridas personas adultas, tenemos un trabajo muy importante que hacer.

Karen nos habla de cómo ha lidiado con sus miedos y complejos a lo largo de estos años, y como todo ello la ha llevado a ser la persona que es hoy. No sin un gran esfuerzo previo.

La búsqueda constante de nuestra propia percepción, la percepción que tienen las demás personas sobre nosotras, y el sacrificio que supone crecer con el miedo y el sentimiento de inferioridad, son temas claves en el audio de hoy.

Si tú también tienes una historia, y te apetece compartirla, no dejes de ponerte en contacto conmigo a través de mi correo electrónico info@rebecalopeznoval.com. Estoy segura de que cuanto más hablemos de ello, más podemos aprender. Visibilizarlo es el primer paso para avanzar, y sobre todo para ayudar a quienes aún no tienen voz: nuestras hijas.

Te dejo con el audio, dale al play:

Si tras escucharlo te apetece comentar algo, puedes hacerlo en los comentarios de este post, o en el mismo ivoox. Nos encantará leerte y que compartas tu sentir con nosotras.

Hasta pronto ♥

Un nuevo miembro de la familia está a punto de llegar :: Sesión de fotos en Cantabria

Un nuevo miembro de la familia está a punto de llegar :: Sesión de fotos en Cantabria

Algo grande estaba a punto de ocurrir.

Toda la familia estaba a la espera de un nuevo miembro, y se percibía una alegría que se expandía en el universo sin que nada lo pudiera evitar. Se contagiaba a todo el que se acercaba a medio metro a la redonda. Y una emoción contenida llenaba el pecho de cosquillas con solo cruzarse una mirada.

Silvia sentía que tenía que atrapar todo lo que estaba experimentando. Sabía que no se volvería a repetir de la misma forma y quería recordarlo tal y como era entonces.

Su sesión de fotos de familia tenía que ser ahora, porque días después los cuatro ya serían cinco y la vida se aceleraría, ¡plum! de repente y de una forma maravillosa.

Las fotografías lo captan porque no puedes escapar de tu felicidad. Las risas, el cariño y la ternura que todos despliegan en torno a la madre están ahí, en cada imagen y en cada gesto.

Es imposible ocultar la alegría.

Que no, que no se puede. Que cuando uno está radiante eso sale disparado por los poros, es como intentar meter demasiada ropa en la maleta, que la cremallera cede y desparrama el contenido.

Y para muestra, varios botones. Risas, abrazos, juegos… está todo ahí, sólo hay que verlo.

Silvia y su momento.

Es probable que me hayas leído esta frase unas 100 veces: mamá, tienes que salir en las fotos. Sí o sí.

Casi siempre somos nosotras las que cogemos la cámara y fotografiamos al resto. Y cuando vamos a abrir el álbum de fotos, nos llevamos la sorpresa. ¿Dónde estamos? Escondidas, tras la cámara.

Desconozco si es porque en algunos momentos tenemos la sensibilidad a flor de piel y eso hace que se nos agudicen los sentidos. Observamos a nuestro alrededor con otros ojos y percibimos lo especial y efímero de cada instante. Casi siempre somos las que fotografiamos, y eso nos deja fuera de la escena que se retrata. Hay que cambiarlo.

Porque está claro que el proceso de ser mamá es algo que nunca olvidarás. Pero aquí están las fotografías para recordarte lo bella que estabas y refrescarte la memoria.

Sabes que estás ante una buena fotografía, cuando al mirarla eres capaz de percibir aquellos días como si estuvieran ocurriendo ahora. Rememoras los sonidos y colores del lugar. La ropa y cómo te quedaba por aquel entonces. Cómo ha cambiado tu cuerpo, cómo han crecido tus niños y la energía que tenían aquel día.

Pero también la calma, la espera. Lo que sentías los días previos al nacimiento.

Este era el momento de Silvia, guardado para la posteridad. 

Gracias, Silvia y familia, por dejarme retrataros y contar vuestra historia con imágenes ♥

5 consejos para mimar tu proyecto personal y hacerlo imparable | Diario

5 consejos para mimar tu proyecto personal y hacerlo imparable | Diario

Fotografía de Mela Revuelta

Hazme libre remontó el vuelo hace casi dos semanas. La realidad es que, a día de hoy, me sigue costando dar con palabras para expresar todas las emociones que viví en ese momento.

Todo el tiempo que ha pasado desde que terminé de seleccionar las fotos de la exposición hasta que salió a la luz me ha dado para reflexionar hasta el infinito y más allá.

Pero he querido condensarte todas las conclusiones a las que he llegado, y hacerte unas sugerencias que yo misma seguiré cuando repita el proceso. Así que, aquí van unos consejos si estás pensando en sacar adelante un proyecto personal, sea cual sea su naturaleza.

Y al final, el vídeo de la inauguración de Hazme Libre.

5 consejos para mimar tu proyecto personal y que sea imparable.

  1. Date tiempo y fíate de tu instinto. Estos procesos requieren tiempo de reflexión y, aunque muchas veces la primera idea es la buena, si la maduras será todavía mejor. Precipitarse no suele generar buenos resultados.
  2. Anota todas las ideas (incluso las más locas) que se te ocurran. Vive pegada a un block de notas. Si es posible, incluso una grabadora.
    En varias ocasiones me he visto contándole a alguien mi idea y diciendo exactamente las palabras que llevaba buscando varios días. Y se han ido “como lágrimas en la lluvia” porque no tenía donde apuntarlas y después ya no recordaba cómo lo había expresado. ¡Es frustrante! Que no te pase a ti.
  3. Haz equipo con personas con las que conectes, que entiendan a la primera tu proyecto y que te toquen la fibra con su trabajo, porque así el tuyo se enriquecerá y dará un estirón tremendo.
    Y rodéate de gente que te aporte vibraciones positivas, comentarios útiles y que estén con el mismo nivel de energía que tú. El resultado puede ser tan diferente como ir contracorriente o coger una ola.
  4. Déjate aconsejar, pero no pierdas tu visión y tu esencia. Si tienes la suerte de poder contar con la experiencia de otras personas, aprende todo lo que puedas de ellas, pero defiende tu esencia porque es lo que hará de tu proyecto algo único.
  5. Disfruta. Es TU PROYECTO, tu criatura. Has puesto el corazón y la ilusión en él. Has trabajado un montón y has pasado por momentos duros, de dudas y de resolver dificultades. Pero tienes que sentir gozo. Si esto no te dibuja una sonrisa, algo va mal.

Te dejo el vídeo sobre el día de la inauguración que Txatxe Saceda (quédate con este nombre, porque será ¡grande!) creó para Hazme Libre. Creo que condensa a la perfección el cariño y la emoción que sentí. Mejor que si tratara de contártelo con palabras.

 

¡La emoción! Ahí llega otra vez.

Seguro que algún día podré ver el vídeo sin que se me ponga la carne de gallina. Pero no será hoy 😀

Agradecimientos

Antes te hablé de la importancia del equipo, de rodearte de gente increíble. Pues yo no quiero despedirme sin presentarte al mío. Las personas que me han acompañado en este viaje, que no termina.

TERE

Ella es mi compañera. Cada día hace más suyos mis proyectos, y les da cariño a raudales. Ella es la que me empuja cuando yo no puedo tirar de mi misma. Ella es una de las culpables de que Hazme Libre hoy sea una realidad, algo tangible. Ella cree que la quiero por su trabajo (que también), pero en realidad la quiero porque me acompaña, me escucha, y el trabajo en su compañía es mucho más divertido ♥

TXATXE

La última incorporación, y ya me ha hecho llorar más que nadie. Su trabajo conecta con el mío de inmediato y sabe lo que quiero sin decírselo. Él es el autor del vídeo que has visto más arriba, pero también se curró el vídeo con el que cerré la presentación de la exposición y con el que todos acabamos emocionados. Su sensibilidad la quiero cerquita de mí ♥

MARÍA

Fotografía de Mela Revuelta

Qué decir de María que no haya dicho ya. Ella es la madrina de Hazme Libre. Me ha acompañado con cariño, con respeto y con mucha sabiduría. Verla montar la expo fue una de las mejores experiencias del proceso. Su profesionalidad y saber estar. Increíble ♥

Hay más personas implicadas en todo esto. Está Quique, de Dlux, que se encarga de hacer todas mis copias desde hace años, y que siempre trabaja impecable. Pero que en esta expo no sólo ha estado impecable, sino que además ha resuelto un montón de problemas en tiempo record. Lo más ♥

También están los chicos que montaron las fotos en los marcos, los que las colgaron, limpiaron y mimaron para que hoy las podamos ver en el centro Madrazo. Todos ellos verdaderos profesionales y a los que no puedo dejar de nombrar.

Y por supuesto, está ÉL.

Mi inspiración, mi motor. Sin él, este camino no existiría, yo no existiría tal y como soy ahora. Gracias, Señor Bajito ♥

 

Seguir creciendo duele | diario

Seguir creciendo duele | diario

Crecer duele. Y no me refiero sólo a esa fase en la que sientes cómo se te estiran los huesos…

Verás. Cada vez tengo más claro que son las situaciones complicadas o las que te suponen un reto las que te enseñan de verdad. Si todo fuera sencillo, sin dificultades, la vida nos llevaría en volandas pero no aprenderíamos absolutamente nada.

Cuando te tragas el miedo, la pereza y la vergüenza, le echas valor al asunto y te enfrentas a una situación que no te apetecería tener que probar por nada del mundo, estás sufriendo un poquillo, sí, pero también creciendo, progresando.

Ya te desvelé una de las noticias que más ilusión me hacía contar: mi primera exposición «Hazme libre» se inauguró el pasado jueves día 1 en el centro cultural Doctor Madrazo, Santander. Llegar hasta aquí ha sido un camino increíble pero también ha estado lleno de momentos duros, de dolor, de muchos miedos… Los he ido batiendo uno a uno y todo ello me ha hecho crecer. Ahora soy más fuerte.

Con el desarrollo de esta exposición siento que puedo cerrar una etapa que ha durado unos 7 años, y con la que comenzó mi viaje en la Fotografía.

Este viaje continúa, y yo estoy dispuesta a encarar más desafíos y a dejarme llevar. ¿Hacia dónde me conducirá?

Salir de la zona de confort o lo que viene siendo, cagarte de miedo

Todo esto de la expo me ha pillado en un momento de mi vida muy bueno, fuerte y con ganas de experiencias nuevas.

Mi apuesta por salir del mundo online y tirarme de cabeza al mundo real se está viendo materializada, y hace un par de semanas tuve una dosis bien densa de todo esto. Me fui a Madrid al Tribucamp 2018 (un evento para emprendedores con negocios online)  y a un curso de imagen personal con Sara Pellicer en Oh! La Luna.

Ninguna de estas dos formaciones estaba en mi agenda pero una semana antes de llevarse a cabo me dijeron ¡ven!, y me hice la maleta corriendo. Tenía que aprovechar ese impulso. Era una ocasión excelente para ver si realmente tenía ganas de mostrarme y relacionarme más allá de mi entorno y de las personas que conozco.

No te voy a engañar, sudé como un pollo. A parte del calor que hacía en el Tribucamp, aquello era para mí una de esas experiencias aterradoras que en un tiempo pasado hubiese evitado a toda costa.

¿Hablar con otros profesionales que no conozco? ¿Contarles a qué me dedico? Uy, quita, quita. Déjate de experimentos sociales, Rebeca. Mejor me quedo detrás de la pantalla del ordenador, que este es terreno conocido.

Todo muy cómodo, pero ¿qué consigues así? Estancarte.

Así que me dije “Rebeca, tienes ganas, te está entrando como una especie de calambre por todo el cuerpo que te impulsa a ir. Aprovecha esta sensación y apúntate a todo antes de que te arrepientas”. Salí de mi zona de confort. La vuelta atrás no era una opción.

Con Maïder Tomasena en Tribucamop 2018

Con Sara Pellicer tras su curso intensivo de imagen personal

Con Coco Dávez, en su maravilloso estudio

 

La tribu de los emprendedores digitales: el Tribucamp2018

Siempre se ha dicho que los emprendedores somos de otra especie. Lo cierto es que somos igual que tú sólo que hemos tomado la decisión de llevar las riendas de nuestro propio negocio.

Pero, quizá porque el mundo digital tiene la ventaja de acercarte rápidamente y sin barreras físicas a otras personas afines a ti, diría que los emprendedores online formamos una tribu urbana variopinta.

Como también necesitamos cariño, consejo y seguir aprendiendo, de vez en cuando surgen estos eventos en los que otros profesionales te cuentan sus experiencias y hablan de aquello en lo que son expertos. También es una ocasión para desvirtualizar a gente a la que sigues desde hace tiempo, y ver que son humanos, como tú.

El cartel del evento era increíble. Los ponentes tenían tan sólo 30 minutos para dar contenido de valor a todos los que estábamos allí, y lo consiguieron. Parece que 30 minutos no dan para nada, pero estos profesionales aprovecharon hasta el último de los minutos para darnos ideas, hablarnos de emprendimiento, de la importancia de crear un buen equipo, de estar en sintonía con tu idea y tu servicio o producto, y hasta hicimos un poquito de mindfulness.

Teníamos dos salas a nuestra disposición, y en muchos de los horarios las charlas eran simultáneas, así que teníamos que elegir a cuál asistir. No fue sencillo, porque la calidad era muy alta y queríamos estar en todas partes, pero sin duda había contenido para todos los gustos y niveles de emprendimiento.

Aproveché para saludar a algunos de ellos a los que seguía y admiraba desde hace mucho tiempo, como a Maïder Tomasena.

Pero fue una ocasión estupenda para descubrir a otros profesionales que me impactaron a nivel profesional, pero sobre todo a nivel personal, como Víctor Campuzano. Él fue mi gran revelación e inspiración del fin de semana. No me pudo gustar más lo que nos contó y cómo resolvió los mil y un problemas a los que se tuvo que enfrentar sobre el escenario. Sin duda, verlo en acción me ayudó a aguantar los embistes que sufrí el día anterior al estreno de mi expo.

Con Victor Campuzano, mi revelación de ese fin de semana

Durante los días del Tribucamp me llené la cabeza de ideas interesantes y aprendí de las experiencias de otros, pero lo que más disfruté fue la conexión con los participantes (que era justo lo que más temía).

Al final, todos necesitamos sentirnos respaldados, sobre todo cuando estás al frente de un negocio, y ver que hay humanidad tras otros perfiles, saber que muchos pasan por las mismas etapas, dificultades y miedos que tú te tranquiliza y ayuda a seguir adelante.

Mientras asimilaba lo aprendido, llegó el día de la exposición. Pero de eso mejor te hablo otro día, que todavía necesito digerirlo y ordenar las sensaciones en mi cabeza.

Feliz semana ♥

Cerrando una etapa | Diario

Cerrando una etapa | Diario

Durante las pasadas semanas te he ido contando cómo me acerqué a la fotografía y te he hablado de mi trabajo con el autorretrato.

El motivo de ponerme ahora a narrar mi historia con esta disciplina fotográfica es que la etapa en la que llevo adentrándome desde hace un par de años, me dirige de nuevo (en parte) hacia ella.

Sin embargo, la razón principal por la que me inicié en la fotografía no fui yo, ni la necesidad de conocerme. El causante de mi iniciación en la fotografía fue mi hijo.

Si trazo una línea desde el punto en el que el cuerpo me pidió a gritos que fotografiara al Señor Bajito para recordar siempre etapa de bebé, su infancia y su forma de crecer, esta línea pasaría por el descubrimiento del autorretrato, por la revelación de mi verdadero yo (y mi vocación de fotógrafa), el retrato de la infancia, por extensión, de la familia y terminaría de nuevo en el Señor Bajito. Un círculo perfecto que se retroalimenta y nunca termina.

Hoy me toca hacer balance de esa parte iniciática. Porque, entre otras cosas, llevo semanas queriéndote contar algo muy grande para mí, pero ni he podido ni he querido hacerlo hasta que estuviese todo bien preparado y yo me sintiera lista para arrojarlo al mundo.

En estos días de febrero se cumplen 7 años que agarré mi cámara por primera vez y le puse el modo manual. Lo hice con la convicción de no volver al automático y de captar los mejores momentos de mi hijo. Quería atraparlo, congelarlo para siempre. Porque su crecimiento era rápido e imparable, y no quería olvidar nada.

Durante estos años, mi cámara y yo necesitábamos fotografiar a los niños. Realmente era una necesidad, ahora me doy cuenta. El Señor Bajito era el protagonista, pero también sus amigos. Las reuniones de amigos eran mi excusa perfecta para observarles y fotografiarles. Su mundo me atrapó durante estos años, y prueba de ello son las ciento de fotos que tengo en mis discos duros.

Pero desde hace un par de años, mi necesidad de fotografiar otras etapas, otros rostros, fue creciendo poco a poco. Han sido dos años en los que, de forma paulatina, mis ganas de fotografiar la infancia iba disminuyendo sin que pudiera hacer nada. La verdad es que al principio me sorprendí un poco, incluso me asusté. Pensé que la fotografía se estaba marchando de mi vida, pero nada más lejos de la realidad: estaba madurando.

¿Qué quieres hacer con todo este material?

Esa fue la pregunta que me hizo Alain Laboile, mi fotógrafo de referencia en materia de fotografía infantil, en un curso que realicé con él hace algo más de un año. Al ver un conjunto de fotografías de mi trabajo, me miró, y me dijo “¿qué quieres hacer con ellas?”. Él me sugirió una exposición, a lo que yo le miré con cara de «¿me estás hablando a mí?».

Y esa fue la primera semilla.

Después de mucho tiempo meditando y pensando si quería seguir fotografiando la infancia, me quedó claro que no. Algo más fuerte que yo me arrastraba en otra dirección y por un momento me dejé llevar.

Lo que descubrí fue que realmente mis ganas de fotografiar seguían vivas, pero que estaba abriendo un nuevo camino y para conseguirlo primero necesitaba cerrar el que me había traído hasta aquí.

Así que una vez más, agarré el miedo y escribí a Mela para preguntarle si la asociación de Espacio Imagen me acompañaría en la locura. Mela me recibió con el corazón abierto, como sólo ella sabe hacerlo y me puso en contacto con María. Quien sería mi guía y compañía en esta aventura.

Hazme libre

Ni título, ni selección de imágenes. Me presenté frente a María con la simple idea de dar carpetazo a esta primera fase de mi fotografía, y lo hice con un puñado de fotografías, muchas ganas y bastante miedo.

Ella puso su conocimiento a mi disposición, y cada reunión fue como una clase magistral en la que aprendía y absorbía todo lo que ella tenía que decirme.

He quedado fascinada con su forma de entender la fotografía y de acompañar mi proceso. Ha sido increíble. Ha aportado su punto de vista, me ha guiando, pero siempre dejando que tomara mis propias decisiones.

Poco a poco el conjunto fue tomando forma. La idea y el concepto de la exposición se iban haciendo tangibles. Y así nació Hazme libre, la exposición en la que aporto mi visión sobre la infancia.

«Hazme libre» ha sido un trabajo instintivo 100%, nunca hubo ninguna intención tras esos clicks, sólo el seguir un impulso, una necesidad. Hoy, al ver el trabajo con perspectiva y distancia, me encuentro ante la documentación de mi forma de ver y sentir la infancia, tan intensa y emocional como yo.

Si te apetece acompañarme, el día 1 de marzo estaré encantada de abrazarte en la inauguración. Y si la distancia nos lo pone difícil, te mando un abrazo que llega volando allí donde estés.

Dos formas diferentes de vivir el autorretrato | Diario

La pasada semana fue increíble a muchos niveles.

Realicé uno de mis viajes a Madrid y allí intercambié abrazos, risas y anécdotas con compañeras y amigas.

Invertí horas en tratar de aclarar un proyecto personal que te contaré más adelante. Tengo ganas de poder darte más detalles sobre él, pero a la vez me da dolor de barriga sólo de pensar en ello… Es de esas ideas chulas pero que te anudan la garganta.

Y además, hubo una explosión de mensajes como respuesta al post de la semana pasada.

La bandeja de entrada está llena de palabras bonitas, de historias personales, de ánimos y de abrazos. De mucho sentimiento compartido. Me encanta lo que se puede llegar a crear a través de las redes. El trabajo no siempre es fácil, pero cuando hay muestras de tanto cariño y cercanía, se me infla el pecho y la sonrisa no desaparece de mi cara en un buen tiempo.

Así que, antes de seguir con mi diario, siento la necesidad de mirarte a los ojos y darte las gracias por tu tiempo, por escucharme y, sobre todo, por compartir también tu historia conmigo. GRACIAS, de verdad ♥

La llamada del autorretrato

Cuando me hice mi primer autorretrato, lo hice corriendo, sin pensar, esperando que nadie me viese hacerlo.

Sentía una  mezcla de vergüenza, miedo y pánico escénico. Pero me obligué a mostrarle al mundo esa foto que me hice porque estaba comprometida con un proyecto personal, y debía de cumplir.

Puede parecer una tontería, pero ese fue el primer gran muro que eché abajo gracias a la fotografía.

Yo seguía a un montón de mujeres que se autorretrataban y sentía admiración por la seguridad que demostraban al hacerlo y por las fotos que tenían de sí mismas, que a mí me cortaban la respiración.

Cuando todo el mundo maquilla, esconde y “posturea”, ellas hacían públicos pedacitos de su personalidad. Había mucha verdad en esas imágenes.

Me parecían mujeres fuertes, capaces de todo lo que se propusiesen. Y fijarme en ellas me dio pie a embarcarme en mi propio camino, un poco sin darme cuenta por aquel entonces.

Comienzas intentando emular a alguien por quien sientes devoción. Sin darte cuenta, vas dando pasitos hacia tu libertad de expresión y tu propio estilo. Porque a cada avance, aunque sea milimétrico, estás derrotando esos miedos que te amordazan. Aprendes, te ves cada día más cómoda y descubría detalles de mí que antes pasaba por alto.

El autorretrato me había llamado y yo estaba enganchada.

2 formas de expresar con el autorretrato

A medida que iba siguiendo fotógrafas en las redes, me di cuenta de que el autorretrato tenía dos grandes vertientes: aquellas personas que lo utilizaban de forma más personal, y aquellas que lo utilizaban de forma más creativa. Algunas (las más diestras en la práctica) incluso jugaban con las dos variantes, en una misma foto o en fotos diferentes.

En mi caso, la línea estaba clara. El autorretrato era un trabajo personal, emocional y totalmente visceral.

Tras retratarme, muchas veces sentía cómo el peso en los hombros se aligeraba. Observar mi rostro en la pantalla era revelador. En cada ocasión descubría un poco más sobre mí, sobre aquellas cosas en las que no había querido ahondar porque eran dolorosas. El autorretrato, sin duda, fue de mucha ayuda para reconocerme y después, tras un proceso arduo, para aceptarme.

No te voy a mentir, ni ese camino fue, ni es fácil. En algunas ocasiones doloroso.

Cuando miras tu retrato, te enfrentas a tu realidad. Ahí están tu cansancio, los rasgos de ti que no te gustan, los gestos que todos cuestionan. Reflexionas sobre lo que ves. ¿Por qué estás así? ¿Qué hay detrás de esa mirada? Nunca me había visto de esa manera. ¿Por qué siento rabia, pena, timidez?

El conocimiento que adquieres de ti es increíble. Pero hay que echarle valor.

Con el tiempo se hace más llevadero y cada vez te reconoces más en los autorretratos que ves. El siguiente paso es aprender a mirarte sin rencor. Es algo así como decirte «es lo que hay y, ¿sabéis qué? Lo que hay está bien”.

Es entonces cuando llega tu abrazo. Ya te estás queriendo más y mejor.

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