Antes de irme a dormir, observo al Señor Bajito para comprobar que todo está en orden. Me acerco a él, miro como duerme, le beso y lo huelo. Es uno de mis momentos favoritos del día.
Cuando lo veo tan entregado al sueño, plácido, sin preocupaciones, me pregunto si al crecer perderá el recuerdo de esta etapa de su vida. Si recordará lo bien que se siente uno al ser niño: las risas, los juegos, la energía en estado puro, el sentirse protegido y, sobre todo, cuánto, cuantísimo lo quiero.
Ayer entregué unas fotos a una amiga, de una sesión que le realicé hace tiempo. Su reacción me dio, sin saberlo, una lección que me ha hecho reflexionar sobre mi trabajo, sobre su sentido y valor.
Os dejo con ella:
Una imagen y mil recuerdos.
Casi dos años dando de mamar a Olivia (se destetó al final del embarazo de Berta, unos dos meses antes de que naciese), y dos años y un mes dando de mamar a Berta. En total llevo 4 años casi ininterrumpidos amamantando… y apenas tengo fotos de este momento.
Esta lactancia, como la otra, como todas, terminará antes o después… quizás mañana, quizás dentro de tres meses, o dentro de dos años… nadie lo sabe… solo espero que termine el día que ella, o yo, o las dos a la vez queramos.
Confieso que estos 4 años seguidos empiezan a hacer mella en mí, y a veces siento que necesito recuperar esa parte de mi cuerpo, y pasar a otra etapa… pero aquí seguimos, a pesar de todo.
En estos 4 años me he pasado más tiempo intentando que no se destetasen, que disfrutando de la lactancia. He vuelto al trabajo cuando cada una de ellas tenía 4 meses, con una separación diaria de más de 11 horas, 5 días a la semana. No os voy a aburrir contando las piruetas y triples saltos mortales que he tenido que hacer para conseguirlo, pero si reconozco que sacar adelante estas dos lactancias ha sido una locura, y si, también confieso que una cabezonería mía… creo que porque sentía que les debía algo, que tenía que compensar de alguna manera las horas que me separaba de ellas… que al menos, aunque yo no estuviese a su lado, si estaba mi leche para alimentarlas. Que aunque la sociedad que tenemos montada, mi trabajo, el Estado y el mundo en general me obligase a separarme de ellas… esto nada ni nadie nos lo iba a robar. Y así, por pura cabezonería y locura… y con dolor, lágrimas, cansancio, agotamiento, falta de sueño, hemos llegado hasta aquí.
Siempre digo que si tuviese otro hijo, no sé si sería capaz de hacer lo mismo… ha sido sin duda el esfuerzo titánico de mi vida… y por eso cuando veo que mi cuerpo empieza a tener ganas de que termine, siento a la vez un pellizco en el corazón que me dice… ¿ya? ¿con todo lo que has peleado, y quieres que termine ya?
Así que estas dos fotografías, tan normales, tan cotidianas, se convierten en dos tesoros para mí… porque la lactancia terminará, y, aunque yo no lo olvidaré nunca, sé que mis hijas no recordarán este momento íntimo y tan de nosotras, que era sentarnos en el sofá y estar casi casi tan unidas como lo estábamos cuando vivían, durante 9 meses, dentro de mi. Y estas dos fotografías servirán para recordárselo.
Verónica Rodríguez
¿A ti también se te ha puesto la carne de gallina?
Tus fotografías, tu historia.
Por mucho tiempo que lleve en esto de la fotografía, por mucho mimo que ponga a cada trabajo realizado y a cada entrega del producto final, vuestras respuestas no dejan de sorprenderme.
Conozco el poder de la fotografía, pero todavía me resulta curioso la forma en que unas imágenes impresas pueden provocar tal avalancha de pensamientos, y cómo son capaces de evocar esa etapa trascendental de tu vida.
Entregué esas fotos a Vero y recibí esa confesión tan bonita a cambio. Me parece increíble todo lo que significan para ella, y saber que las ve como algo maravilloso y de un valor incalculable.
Observó las imágenes y de pronto se desencadenó el recuerdo, los olores, las personas que le acompañaban, las circunstancias que vivía, los problemas que tenía y las ilusiones que le hacían seguir adelante. Y también, las razones que le llevaron a pedir una sesión fotográfica.
Vero me ha relatado la historia detrás de la fotografía y esto es sumamente importante para mí. Es la razón de mi trabajo: ayudar a que esos momentos, con todos los detalles que los hacen únicos, queden plasmados para ti.





