¿Qué es la fotografía documental de familia?

¿Qué es la fotografía documental de familia?

Últimamente adoro los días normales. He tenido tantos sobresaltos en los últimos meses que cuando siento la normalidad colándose en mi casa, no puedo dejar de sonreír. Yo, que he sido (y en el fondo sigo siendo) una díscola ante las rutinas, las normas, lo común. Ahora disfruto de ver cómo los días pasan y todo sigue igual que ayer. Me estoy haciendo mayor.

Fotográficamente hablando, siempre me han encantado las cosas corrientes. Esas que nos pasan desapercibidas por normales y cotidianas, pero que esconden una belleza enorme si les prestamos un poco de atención. Puede que en el fondo siempre haya adorado lo común, y ahora la vida me ha dado razones para abrazarlo con fuerza.

Rutinas que no cambian

Hay cosas que por más años que pasen, siguen igual. Cocinar, atender la casa, recoger, asearse… son labores poco extraordinarias. Pero si les prestamos más atención de lo habitual, seremos capaces de ver toda la belleza que encierran.

Documentar nuestro día a día, y no solo los momentos más «especiales». De eso va mi trabajo, eso es la fotografía documental. Trata de los que vivimos en la misma casa. De lo que se comparte en el mismo espacio: las rarezas, las sonrisas y por qué no, también las lágrimas. ¿Y qué hay más nuestro que las rutinas?

No todo va a estar lleno de glamour, ni todos los días hacemos actividades emocionantes. Pero la verdadera belleza está ahí, en el día a día. En querernos hasta cuando no nos soportamos. En acompañarnos en nuestras rutinas y seguir valorando la belleza que hay en ella y en nosotros aunque estemos despeinados y en pijama.

Esos momentos caseros que cuando salgan a estudiar fuera, echaremos de menos hasta envolvernos en melancolía. Esas caritas al despertar, y sus abrazos en la cama. Ese olor a recién levantado. Esas manitas tratando de vestirse, ponerse la camiseta o atarse un zapato. Esas primeras veces de hacerse el desayuno o la cena. Esa cara de satisfacción por hacerse mayor e independiente. Esas pequeñas cosas que nos hinchan el pecho hasta sentir que va a explotar porque no nos cabe más amor dentro. Esas actividades que repetimos hasta la saciedad, son de las que se componen nuestras vidas en común y las que un día, echaremos de menos.

 

La fotografía documental es emoción, sois vosotros en estado puro, con toda la belleza que eso implica, y que muchas veces la prisa y el estrés no nos permite ver y sentir. Una sesión documental es un regalo para toda la familia que retará al tiempo y a la memoria en esos días de melancolía.

Hasta la próxima semana ♥

 

Recuerdos de una foto | Invierno 2013

Recuerdos de una foto | Invierno 2013

A veces me gusta viajar en el tiempo. Imaginar cómo será nuestra vida dentro de unos años. El Señor Bajito de adolescente, con su melena al viento, jugando partidas de rol interminables con sus colegas… Ah, no calla! Si eso es ahora mismo, el presente. Menos por lo de adolescente, que todavía nos quedan unos años.

Lo que sí me gusta de verdad es volver la vista a tiempos pasados. Coger fotografías de hace años, y viajar nítidamente por las historias que nos regaló la vida. Me fascina esa capacidad que tenemos de volver a un momento concreto con tan solo una imagen. Recordar detalles, sensaciones, sonidos e incluso olores.

Por eso me he lanzado a crear una nueva sección en el blog: Recuerdos de una foto.

Cuando me pegue la morriña, bucearé por mi archivo, y esa foto que me haga pararme, la compartiré contigo aquí, en el blog. Y te contaré su historia. A veces me iré más lejos en el tiempo, y otras me quedaré más cerca. Además, si quisieras participar de esta sección, me harías muy feliz. Si te apetece compartir tu historia conmigo y con el resto de lectoras, te invito a que compartas tus fotos en Instagram con el hashtag #recuerdosdeunafoto y que me etiquetes @rebecalopeznoval, para poder leer tu historia. Seleccionaré aquellas que me cautiven y las compartiré aquí en el blog. La idea es crear un álbum de recuerdos, de historias vividas. Esta iniciativa nace de uno de los temas del reto de agosto del pasado año, que tanto gustó. Así que espero que me acompañes y que podamos disfrutar de tus historias. ¡Te espero en Instagram ♥!

Cuando eres mala madre

Esta foto es de diciembre del 2013. Seis añitos de nada han pasado desde ese día en el que me sentí mala madre XD. Desde luego he tenido otros momentos, pero ninguno tan épico como este.

Recuerdo perfectamente que decidimos irnos a la nieve, a disfrutar de tirarnos con el paipo a modo de trineo, de rebozarnos en el frio y tirarnos bolas de nieve. Lo preparamos todo, y nos fuimos felices como perdices a disfrutar de un día en familia. Nos acompañaban mis padres también.

Y recuerdo perfectamente la sensación de mala madre al abrir el maletero, y ver que no habíamos metido la chaqueta del Señor Bajito. A la nieve sin abrigo, sí amiga. No sé cómo se sentiría el padre de la criatura, que en realidad es tan responsable de estas cosas como yo, pero yo me sentí fatal. Y si le veis muy abrigado en la foto es porque yo le puse mi chaqueta (la más pequeña de todos los que estábamos allí). Pero tranquilas, yo también me pude abrigar, porque mi padre decía que no tenía frio y me dio su chaqueta XD.

Cada vez que veo esta imagen me parto de risa. Y os prometo que nunca más se me ha olvidado meter la chaqueta.

La parte buena: esta foto. Una de mis favoritas de todos los tiempo. La tengo en casa, puesta en el salón. No sé si me gusta por la historia o por la imagen en sí. Pero me encanta.

Y aunque esto fue lo más anecdótico de ese día, recuerdo también sus risas en la nieve, sus «¡¡otra!!», para tirarse de nuevo en trineo. Os dejo con una foto donde podéis deleitaros con el outfit completo XD

¿Tú has tenido algún despiste de este tipo alguna vez? Dime que sí, por favor. No me dejes sola en esto XD

Te leo en comentarios. Y te espero en Instagram con tus historias.

Un abrazo y hasta la próxima semana.

 

5 momentos memorables de nuestro 2019

5 momentos memorables de nuestro 2019

El 2019 nos ha pasado por encima a mí y a mi familia (y aquí entra la de sangre y la que hemos elegido con los años). Ha sido un año feo, el peor que he vivido en mis 38. Y terminarlo me ha ha hecho enfrentarme a un conjunto de emociones y sensaciones no vividas hasta la fecha. Por una parte quería dejarlo atrás, y por otra me aferraba a él. Porque dejarlo marchar era otra despedida, era dejar pasar más tiempo y finiquitar un año en el que conviví con seres a los que quise mucho y ya no están.

Pero este 2019 también me ha dejado otras cosas, aunque cueste verlas entre tanta lágrima. Y una de ellas ha sido la de poner en valor (más aún) la fotografía. Gracias a ella también puedo volver a recordar todos esos momentos maravillosos que he vivido con todos los seres que quiero. Y aunque un poco tarde, hoy hago un pequeño resumen de algunos momentos memorables de este año que ya ha terminado.

Prepararse para la despedida

El año empezó fuerte. A mi padre lo diagnosticaron con una enfermedad de corazón, y alguna otra cosa que podía ser todavía más preocupante que una cardiopatía.

Miedo, incertidumbre y tensión ante la espera de una operación muy complicada con resultados inciertos. Hablar con mi hijo de todo esto fue mucho más sencillo de lo que imaginé. Pero el miedo y la preocupación también estaban en él. Que con sus 9 años de entonces, se enfrentaba por primera vez al «¿y si no sale bien?».

Pero salió muy bien, mejor de lo que podía esperarse.

Durante esos días, fotografié a mi padre en todo el proceso en el hospital. La cámara siempre me ayuda a procesar la información que veo. Y hoy agradezco infinito tener esta foto: el reencuentro de abuelo y nieto.

Todavía en el hospital, y con mucho esfuerzo, llegó a la sala de espera para poder abrazar a su primer nieto, el mayor. El hijo de su hija. Y yo tuve que reprimir las lágrimas para poder hacer estas fotos. Probablemente de las fotos más valiosas que tendré jamás.

Madre natura manda

También a principios de año, la madre naturaleza nos dejó un mensaje (uno de tantos): ella manda, y si ella quiere, nos vamos al carajo todas las personas.

Las lluvias nos dejaban inundaciones nunca vistas por aquí. Recuerdo estremecerme al asomarme a la ventana y ver pasar el rio desbordado frente a mi casa. La imagen que ves es de después del temporal, un día que visitamos una de las zonas que paseamos de forma frecuente junto al mismo rio. Bajo esa arena se esconde un carril bici, y en los árboles puede adivinarse la atura que alcanzó. Dejando en ellos una cantidad inmensa de basura que nos hemos dedicado a echarle encima, como si quisiera devolverla harta de nosotras.

No me gusta que ocurran estas cosas. Dan miedo. Pero también me gusta que la naturaleza nos ponga en nuestro sitio, porque a veces solo atendemos a grandes toques de atención. Suerte que las generaciones que viene tienen gran conciencia sobre el verdadero poder de la tierra y el de los humanos.

La revolución será feminista o no será

El 8 de marzo del 2019. Un año más, salimos a la calle para gritar todas juntas por un mundo que es nuestro por derecho. Y aunque tengo muchas fotos de ese día, me quedo con esta. No me queda nada que añadir tras ver sus miradas al ver la riada de mujeres que tomamos las calles ese día.

Los amiguis

Este año, entre todas las malas experiencias, la amistad ha triunfado más que nunca. Y aunque se conocen desde hace años, este ha sido clave para su relación.

Cuando miro esta imagen y veo esas sonrisas que llenan la foto, me emociono y mucho. Han compartido tanto juntos en los últimos meses, que aunque la amistad no les dure para toda la vida, estoy segura de que esta imagen siempre les hará sonreír y pensar que la vida con amigos es mejor. Ojalá siempre tengan a su lado a personas tan maravillosas como ellos tres.

El poder de tres

Sin duda los momentos más felices los vivimos en este viaje. Aunque envuelto en tristeza por las pérdidas que sufrimos unos días antes de marchar, celebrar los 10 años del Señor Bajito con un viaje en familia ha sido de lo mejor del 2019. Nutrirnos con nuestra presencia, disfrutarnos juntos y abrazarnos muchos. No hay nada mejor.

Un viaje a Futuroscope que además nos sorprendió encontrándonos a grandes amigos por casualidad y descubriendo una pequeña ciudad llena de regalos en forma de belleza arquitectónica, esa de la que Francia está llena. Y divertirnos sin parar durante dos días en este parque tan especial.

 

Aquí hay 5, pero al final han sido bastantes más momentos memorables. Gracias a la fotografía puedo volver a ellos. Y acordarme de que también pasaron cosas bonitas, que también estuve en lugares bellos y que aún puedo seguir abrazando a muchos de los que adoro.

Por un 2020 lleno de abrazos y cariño para ti y tu familia ♥

Cantabria con niños: Potes

Cantabria con niños: Potes

La primavera ha entrado con una fuerza arrolladora, y eso se traduce en paisajes increíbles, explosión de vida y muchas ganas de salir a disfrutar en familia de nuestra tierruca.

El pasado fin de semana celebramos el cumpleaños del padre de la criatura, y nos fuimos a celebrarlo a unos de los pueblos más emblemáticos y bonitos de Cantabria. Potes es un lugar mágico que te azota los sentidos con sus montañas y picos, calles empedradas, gastronomía contundente no apta para blandos y una bebida típica de las que te hacen escupir fuego: el orujo.

Nosotros, que somos una familia poco típica, nos fuimos a comer a un restaurante mexicano y el orujo no lo vimos más que en botellas que te encuentras en los portales de la calle principal. Eso sí, del empedrado disfrutamos un montón. Y del río, y del micro clima de este pueblo, que nos regaló un calorcito poco propio de un 23 de marzo.

 

Si venís a Potes con la familia, podéis disfrutar un montón sólo con pasear. Comer de restaurante no es obligatorio, de hecho nosotros la mayoría de las veces nos vamos con un bocata o una tortilla hecha en casa. Es un zona preciosa para buscar un prao y tirar una manta. Mirar al cielo y a las montañas y tirar piedras en el río.

Comer en Potes

Ya te lo he comentado antes, este lugar se caracteriza por las comidas tradicionales. El cocido lebaniego es el plato estrella. No importa si es verano o invierno, la cuchara aquí es la reina en los menús. También te puedes comer una buena carne, y disfrutar de quesos como el de Tresviso. Un queso picón que lo odias o lo amas ( a mí me encanta).

Nosotros, en esta ocasión, quisimos conocer un restaurante mexicano del que nos habían hablado muy bien. Se hace un poco raro ir a este pueblo a degustar comida de otro continente, pero teníamos ganas de la comida de este país, y nos pareció una ocasión perfecta para acercarnos a probarlo. ¡Y no fallamos!

Los nachos estaban muy buenos, aunque personalmente los he comido más ricos. Pero el resto estaba delicioso sin comparación que valga. Especialmente sus postres.

Un típico mousse de limón que nos flipa a toda la familia, una especie de crepes con dulce de leche (perdonadme las mexicanas que me leéis, no recuerdo su nombre) y una tarta 3 leches. Quisimos morir de placer con cada bocado. Compartir postres es bien, así comes de todo sin cargo de conciencia (o al menos no tanto cargo de conciencia).

 

El cumpleañero y el Señor Bajito dejaron su veredicto: “repetiremos”

El Señor del restaurante es majísimo. Preguntaba a Gabriel como a uno más (puede parecer una tontería, pero no todas las personas hablan a los niños y les preguntan su opinión como si contara). Y la pregunta final fue dirigida él además:

-¿Te ha gustado?

~ Mucho.

– ¿Volverás?

~ Sin duda.

¿Qué hacer en Potes con los niños?

En la comarca de Liébana hay mucho que ver. El monasterio de Santo Toribio, subir hasta Fuente Dé, y un sin fin de actividades en la naturaleza.

Si no tienes mucho tiempo, o si sólo quieres un día tranquilo donde lo importante sea la familia, puedes caminar un poco por las calles de este pueblo pequeño pero lleno de rincones preciosos.

A los más pequeños les encantará, sobre todo, pasea por el camino junto al río. Tirar piedras siempre gusta. Además, hay una zona libre de pesca siempre y cuando vuelvas a soltar al pez. Si os gusta esta actividad, traed caña.

También te puedes sentar en la plaza, charlar y dejar que ellos jueguen. A veces el mejor momento es cuando suceden cosas tan cotidianas rodeada de unas vistas impresionantes e imponentes.

 

Datos e información de interés

  • Las fotos que ves están hechas recién entrada la primavera. El paisaje cambia durante todo el año, así que puede que lo veas diferente cuando vengas. (Marzo 2019)
  • Para llegar a Potes, subirás por una carretera llamada La Hermida (la da nombre uno de los pueblos que encontrarás en el camino, que además tiene un famoso balneario. Es una carretera llena de curvas, junta a un río y entre montañas que harán que te pases el viaje con la boca abierta.  Actualmente la están arreglando y ensanchando para que sea más cómoda de transitar. (Marzo 2019)
  • En esta zona hay muchísimas rutas de montaña. Una muy famosa (yo la he realizado muchas veces a lo largo de mi vida) es la subida al pueblo de Tresviso. Es muy dura, pues se trata de subir constantemente para después bajar. Pero si os gusta la montaña, es muy recomendable. Puedes ver un vídeo espectacular a vista de dron aquí.
  • Si piensas venir, te recomiendo que lo hagas temprano, especialmente en temporada alta. Potes es un pueblo que suele albergar muchas ferias y actividades, además de ser un lugar muy turístico. Aparcar se puede volver complicado si llegas hacia la hora de comer.
  • El restaurante en el que comimos se llama Las mañanitas. Te dejo por aquí la información, por si te apetece contactar (te recomiendo reservar).

 

Nosotros pasamos un día precioso, y estoy segura de que si te acercas a este pueblo, lo disfrutaréis mucho también. Si lo haces, no dudes en escribirme y contarme vuestra experiencia. Y si lo haces, y quieres que os acompañe para recordarlo para siempre en fotografías, puedes escribirme a info@rebecalopeznoval.com , estoy a un click de distancia estés donde estás.

Nos vemos pronto.

Feliz día ♥

5 consejos para elegir correctamente a la fotógrafa de tus sueños y amar por siempre sus fotografías

5 consejos para elegir correctamente a la fotógrafa de tus sueños y amar por siempre sus fotografías

Muchas personas me preguntan por qué no llevo a mi hijo al pediatra que le corresponde y voy a otro centro de salud diferente, teniendo más cerca el que nos toca por zona.

También me preguntaron en su día por qué llevaba a mi hijo a un colegio que está a 30 minutos de nuestra casa en coche teniendo buenos coles a 10 minutos caminando (esto tiene especial peso en una comunidad pequeña, donde los recorridos tan largos no se conciben si no es para irte de fin de semana como mínimo). Se entiende menos cuando el cole es público y ni siquiera pago por ir.

Por supuesto, también me preguntaron por qué me fui a Barcelona a tatuarme, que si en Cantabria no había buenos tatuadores, que me tenía que ir a 700 kilómetros para hacerme un cactus.

La respuesta es sencilla: si sé que existe lo que quiero, que me gusta, que me toca la fibra, que está acorde con mis valores y mi estilo, ¿por qué voy a conformarme con lo primero que veo, lo fácil, lo que escoge todo el mundo, sólo porque está ahí? La resignación no va conmigo.

De lo bueno, busca siempre lo mejor, también en fotografía

Siempre he sido inconformista, es una característica muy mía. Si conozco algo extraordinario, lo bueno me parece insuficiente.

Me pasa con todo. A veces no me queda más remedio que ceder a regañadientes, cuando las circunstancias aprietan y mandan. Pero si hay una mínima posibilidad de conseguir lo que deseo, ¿por qué voy a renunciar a ello?

Si hay que ahorrar, se ahorra. Si hay que madrugar, se madruga. Si hay que pillar un avión, se pilla. Y si hay que esperar un año, pues se espera. Pero ya no me contento con menos.

Piénsalo. El otro camino sería más sencillo, pero no sería el tuyo. Al final, ¿estarías a gusto con el resultado sabiendo que existía una posibilidad que te lo daba todo?

En fotografía ocurre lo mismo. Si conoces el trabajo de un profesional que te enamora, que hace exactamente el estilo de fotografía con el que te sientes identificada, ¡ve a por él! Seguramente, él o ella te estará también buscando. Tú eres su clienta extraordinaria, de lo bueno, la mejor.

Cuando este encuentro sucede, saltan chispas, aquí y en cualquier sector. Hay feeling, entendimiento, energía que fluye. Llámalo como quieras, pero el resultado es un trabajo que se sale de lo normal. Y te diré una cosa: no te mereces menos.

Te pongo un ejemplo: mi experiencia con el tatuaje (y la tatuadora) no ha podido ser mejor, y te cuento por qué.

Cuando el trabajo de una persona te vincula con ella

Sabes de sobra que soy una persona muy emocional, me muevo desde dentro y si algo no me hace dar saltitos de alegría, es que no es para mí. Necesito sentir ese regocijo por dentro, ese pellizco que te hace vibrar y que surge cuando estás ante algo que está hecho para ti. Lo sabes, lo percibes, es algo instintivo.

Y eso me pasó cuando conocí el trabajo de Mónica Sampietro. Sus tatuajes se salen de la norma. Los trazos, el relleno, su forma de trabajar, es una puta pasada (siento la palabra malsonante, pero necesitaba ponerla para que entiendas la intensidad que tiene su trabajo en mí). En cuanto vi su trabajo, supe que lo quería.

Me iba a tatuar por primera vez, era algo que llevaba pensando meses y cuando encontré a la persona adecuada para hacerlo, ¡sorpresa! No había quien contactara con ella por la agenda que tenía. Cuando la abría, se llenaba en 10 minutos literalmente.

Era el horror, todo parecía indicar que era imposible conseguirlo. Pero mi cabezonería y la certeza de que no podría dejarme tatuar por nadie más, hizo que insistiera.

O ella o nadie, así de sencillo. ¡Me iba a pintar la piel para siempre! Necesitaba que me lo hiciera alguien que me causara precisamente esta locura. Necesitaba que quien me tatuase por primera vez fuera alguien a quien yo admiraba profundamente y que cada vez que viese un diseño suyo me hiciese desearlo con todas sus fuerzas. No había más posibilidades.

Cuando un estudio de Barcelona anunció que Mónica empezaba a tatuar allí, les escribí de inmediato. Y al cabo de unos días, y para mi gran sorpresa, me respondieron. Juan, su dueño, me llamó un domingo para agendar mi cita con Mónica. ¡Lo había conseguido! Me iba a ir a Barcelona y me iba a tatuar con ella.

Tras año y medio intentándolo, créeme, esto es para saltar de alegría y no parar. Locurón máximo.

 

¿Cómo es trabajar con alguien a quien admiras?

Abre bien los ojos porque te voy a contar un secreto: todos los profesionales buscamos al cliente ideal. Piensa en cualquier sector que puedas imaginar: fruta, zapatillas, pinchos caseros. Da igual. Todos y cada uno de nosotros te estamos buscando con tanta intensidad como tú buscas al profesional perfecto para ti.

Trabajar con alguien a quien admiras tanto es tan intenso como cuando encuentras a una persona que acude a ti, por tus servicios, y conectáis. Tú estás deseando trabajar con ella, y ella quiere trabajar contigo. 

De ahí sólo puede salir algo increíble. Las energías se juntan, la creatividad fluye y lo sería un servicio más, se transforma en la mejor de las experiencias.

Cuando Mónica terminó mi tatuaje, me preguntó: ¿cómo te sientes llevando un tattoo? A lo que yo le contesté: No llevo un tattoo, llevo una obra de arte en mi piel.

Y así surge la magia, así es como te llevas experiencias vitales de las que disfrutas el resto de tu vida.

Trabajar con quien admiras se hace sencillo y emocionante. Es como hablar con alguien a quien conoces toda la vida: te entiende, se pone en tu situación, hay respeto mutuo.

Cuando yo soy la que tatúa

Ay, amiga. A veces también me toca estar en el otro lado. A veces soy la persona a la que otra elige para llevarse sus recuerdos grabados en papel. La energía es la misma pero en distinta dirección.

Conectar para poder narrar el momento que estás viviendo. Es lo que le da sentido a mi trabajo, y es lo que me mueve cada día. Y eso sólo lo haces posible tú.

Hacer fotos a mujeres es lo que últimamente me hace vibrar más. Y cuando hay vínculo entre la mujer que retrato y yo, es emocionante.

Las fotografías recogen un momento valioso para ti. Son tus recuerdos más preciados, así que intenta escoger bien a la fotógrafa que va a encargarse de ellos. ¿Cómo saber si estás ante la persona adecuada para hacerte tus fotografías?

    • Mira con detalle su trabajo: observa otras fotografías que ha hecho para saber si es tu estilo. Quizá tengas ya una idea muy clara de lo que quieres, o preferencias con el color, la luz, un estilo más clásico o muy fresco… Antes de dar el paso, cerciórate de que el fotógrafo realiza la clase de fotografía que tú estás buscando.  Cuando observas su trabajo, ¿te imaginas siendo la protagonista de sus fotos? ¿Comparte tus valores y tu forma de entender la fotografía? Si tu respuesta es afirmativa, sigue con el siguiente paso.
    • Analiza cómo se expresa en su web, en su blog, en las redes: detrás de cada profesional hay una persona, nunca lo olvides. ¿Sientes que podrías entenderte con ella? ¿Que utiliza tu lenguaje y va a ser sencillo mantener una conversación? ¿Estáis en sintonía? ¿Sí? Pues adelante, sigue idagando.
    • Si has encontrado a alguien que te gusta, pero no se encuentra en el lugar donde vives, pregúntale si contempla la posibilidad de desplazarse antes de tirar la toalla. Si el fotógrafo siente que tú eres la clienta perfecta, seguramente no le importará tener que moverse. Eso sí, piensa que eso generará más gastos que se añadirán a su presupuesto inicial.
    • Si no tiene las tarifas publicadas en su web, pregúntale por ellas para saber si su trabajo se ajusta a tus posibilidades actuales. Pero, por favor, esto te lo pido de corazón, no intentes regatear el presupuesto que te dé porque cuesta un mundo ponerle precio a tu trabajo, y cuando lo haces, es el que es por una razón y en esa cifra final van incluidos numerosos aspectos. Si te encanta el trabajo de esa persona pero ahora mismo no puedes permitírtelo, puedes preguntarle por métodos de pago a plazos o, sino, quizá esperar un momento en el que estés más holgada y no te suponga quedarte tiesa de dinero.
    • Habla con el fotógrafo antes de tomar una decisión, aunque su trabajo te enamore. Una conversación con él/ella despejará cualquier duda que tengas sobre si es tu profesional ideal. En esa conversación podrás plantearle los puntos que sientes que son más sensibles, aquellos que te preocupan especialmente. Verás cómo se expresa, si te escucha. En definitiva, si la conexión que sentiste al ver su trabajo es real o sólo fue una ilusión. Después de esa conversación, ¿sigues sintiendo cosquillas en el estómago o en la piel? ¿Es como si esa persona supiera qué necesitas sin necesidad de demasiadas explicaciones? Ya no dudes más, es tu fotógrafo.

Indaga, compara y pregunta, que hablando se entiende la gente. Pero no dejes en manos de cualquiera tus recuerdos. Antes de tomar la decisión, piensa bien si la persona elegida va a saber capturar tu momento de la manera en que quieres.

Te mereces fotografías realizadas con mimo, que te emocionen, y que toda la experiencia de la sesión sea inolvidable. Como un tatuaje 😉

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