Todos tenemos alguna época del año predilecta, o una estación con la que nos sentimos más identificados y a gusto.

En mi caso, ese momento del año es septiembre.

Para mí, es un mes más tranquilo y significa orden, sosiego, y el comienzo de una de las estaciones más bonitas para la fotografía: el otoño.

Disfruto mucho septiembre para realizar sesiones, por los mismos motivos y alguno más.

Te explico mis tres razones por las que septiembre es un gran mes para realizar tu sesión de fotos que llevas tanto tiempo postergando.

Nosotros, nadie más

El turismo baja, la gente vuelve a sus lugares de origen, así que ni un alma va a molestarnos. Especialmente en las playas, que es uno de los escenarios más demandados.
Las sesiones aquí dan mucho juego. Los niños corren, saltan, se mojan, construyen castillos en la arena, se rebozan en ella. En fin, que no se aburren, vaya.

Durante el verano es muy difícil acceder a las playas para hacer fotos. Está todo cargado de gente y evitarlas para que no salgan en las fotos es realmente complicado.

Incluso tratando de ir a última hora del día, buscando playas poco concurridas, en pleno mes de julio o agosto, es complicado.

En cambio en septiembre, la gente ha comenzado sus rutinas y la playa comienza a quedarse sola. Es ideal para nosotros.

La temperatura en septiembre es muy agradable

El tiempo en septiembre es suave. Es raro que llueva y las temperaturas son muy buenas todavía, por lo que los niños pueden disfrutar sin problemas de un buen chapuzón.

Desde hace unos años, el verano llega tarde, así que esta temperatura se extiende hasta prácticamente diciembre.

Los días son más cortos

Este punto, en realidad, podría ser una desventaja. De hecho es lo único que no me gusta de septiembre, que los días ya comienzan a ser cortos y tengo menos horas de luz.

Pero si te soy sincera, y si hablamos de hacer una sesión de fotos con niños, creo que esto es genial. Sobre todo para los más pequeños.

Todos sabemos que los peques tienen un tope y que cuando lo alcanzan ya no podemos pedirles más.
El cansancio se convierte en llanto y malestar y todo deja de ser divertido. Así que, definitivamente, que no tengamos que quedar a las 8 de la tarde para hacer las fotos, es un punto a favor de septiembre (quien dice septiembre, dice todo el otoño e invierno).

Para despedirme, te dejo con mi última sesión de agosto, con la playa aún llenita de gente a las 8 de la tarde.

Espero que la disfrutes viéndola tanto como yo disfruté haciéndola.

Un abrazo y hasta el próximo martes ♥

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