La semana pasada te hablaba de inspiración, de algunas acciones que podíamos llevar a cabo para cuando ésta se marcha de vacaciones. Hoy quiero hablarte de lo importante de salir y abrir bien los ojos y la mente para ver a nuestro alrededor.

Y es que, este fin de semana pasé dos días en un lugar increíble, lleno de inspiración por cada rincón. Un sitio lleno de magia, de personalidad, de historias escondidas en cada uno de sus rincones. Algunas tuve la ocasión de conocerlas de primera mano, ya que dos de los amigos que nos acompañaban habían tenido la suerte de pasar días en aquel albergue en su época escolar.

Las paredes hablaban, y no me cabe duda de que entre ellas ocurrieron mil y una historia que ahora recuerdan con cariño cada uno de los niños que pasaron allí algunos días.

Cuando los lugares hablan

Mis alumnas saben que adoro los lugares abandonados, las casas en ruinas y las paredes sin pintar y con desconchones. Pero no sé si saben por qué me flipan estos sitios. Porque sí, me flipan. No puedo expresar con palabras lo que siento al ver una casa con ventanas rotas, maderas roídas y paredes que parece que llevan siglos sin pintar.

Pues lo que realmente me atrapa, no es otra cosa que el imaginar las historias que esconden las paredes. Una cosa cuidada puede que también las guarde, pero no las cuenta de la misma manera, ¿no te parece?

Pero bueno, volvamos al albergue de Luriezo, que es donde tiene lugar la historia de hoy.

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Los detalles son importantes

Es verdad que cuando no conocemos un sitio, lo vemos de otra manera. Con más atención seguramente. Es más fácil que nos dejemos atrapar por su belleza y que seamos más conscientes de los detalles. Así que cuando la inspiración te falle, busca ciudades, pueblos y rincones que no conozcas. Paséate por ellos. No tendrás que hacer mucho más, porque tus sentidos se abrirán de golpe y de par en par ante lo que te encuentres.

Observar la luz, tocar las texturas, deleitarte con los colores. Todo se vuelve una experiencia sensorial que te atrapa y te lleva directamente a un estado creativo que luego enriquecerá tu forma de fotografiar.

Después del click

Mi forma de hacer fotografía es un poco alocada. Cuando hago fotos para mí, casi siempre estoy con la familia y con los amigos. Por eso voy siempre rápido, casi sin pensar. Mis fotos salen de forma instintiva. Lo veo, me gusta, lo quiero, lo fotografío. Todo en décimas de segundo, porque después tienes que atender niños y hablar con personas adultas. Si quiero estar presente en ese sitio, todo tiene que ocurrir de forma rápida, sin pararme demasiado a pensar, para tener tiempo de estar allí.

Por eso cuando llego a casa y veo las fotos, vuelvo de viaje. Y ahora sí, a mi ritmo. Soy capaz de seguir disfrutando de esos espacios con una luz que atrapa la mirada y que dibuja cada uno de los objetos. Y me paseo por la escena una y otra vez, descubriendo cosas que mi mente vio, pero mis ojos no tuvieron tiempo.

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Un fin de semana con amigos en un sitio mágico, sin duda es una gran píldora de inspiración.

Otra gran píldora de inspiración, la tendremos el próximo lunes en nuestro curso InspirArte con el cine. Van a ser 10 días de trabajo bonito, con el que además de aprender un montón, vamos a disfrutar muchísimo de encontrar inspiración en películas para luego ponerlas al servicio de nuestras imágenes. ¿De verdad te lo vas a perder?

 

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