A veces me gusta viajar en el tiempo. Imaginar cómo será nuestra vida dentro de unos años. El Señor Bajito de adolescente, con su melena al viento, jugando partidas de rol interminables con sus colegas… Ah, no calla! Si eso es ahora mismo, el presente. Menos por lo de adolescente, que todavía nos quedan unos años.
Lo que sí me gusta de verdad es volver la vista a tiempos pasados. Coger fotografías de hace años, y viajar nítidamente por las historias que nos regaló la vida. Me fascina esa capacidad que tenemos de volver a un momento concreto con tan solo una imagen. Recordar detalles, sensaciones, sonidos e incluso olores.
Por eso me he lanzado a crear una nueva sección en el blog: Recuerdos de una foto.
Cuando me pegue la morriña, bucearé por mi archivo, y esa foto que me haga pararme, la compartiré contigo aquí, en el blog. Y te contaré su historia. A veces me iré más lejos en el tiempo, y otras me quedaré más cerca. Además, si quisieras participar de esta sección, me harías muy feliz. Si te apetece compartir tu historia conmigo y con el resto de lectoras, te invito a que compartas tus fotos en Instagram con el hashtag #recuerdosdeunafoto y que me etiquetes @rebecalopeznoval, para poder leer tu historia. Seleccionaré aquellas que me cautiven y las compartiré aquí en el blog. La idea es crear un álbum de recuerdos, de historias vividas. Esta iniciativa nace de uno de los temas del reto de agosto del pasado año, que tanto gustó. Así que espero que me acompañes y que podamos disfrutar de tus historias. ¡Te espero en Instagram ♥!
Cuando eres mala madre

Esta foto es de diciembre del 2013. Seis añitos de nada han pasado desde ese día en el que me sentí mala madre XD. Desde luego he tenido otros momentos, pero ninguno tan épico como este.
Recuerdo perfectamente que decidimos irnos a la nieve, a disfrutar de tirarnos con el paipo a modo de trineo, de rebozarnos en el frio y tirarnos bolas de nieve. Lo preparamos todo, y nos fuimos felices como perdices a disfrutar de un día en familia. Nos acompañaban mis padres también.
Y recuerdo perfectamente la sensación de mala madre al abrir el maletero, y ver que no habíamos metido la chaqueta del Señor Bajito. A la nieve sin abrigo, sí amiga. No sé cómo se sentiría el padre de la criatura, que en realidad es tan responsable de estas cosas como yo, pero yo me sentí fatal. Y si le veis muy abrigado en la foto es porque yo le puse mi chaqueta (la más pequeña de todos los que estábamos allí). Pero tranquilas, yo también me pude abrigar, porque mi padre decía que no tenía frio y me dio su chaqueta XD.
Cada vez que veo esta imagen me parto de risa. Y os prometo que nunca más se me ha olvidado meter la chaqueta.
La parte buena: esta foto. Una de mis favoritas de todos los tiempo. La tengo en casa, puesta en el salón. No sé si me gusta por la historia o por la imagen en sí. Pero me encanta.
Y aunque esto fue lo más anecdótico de ese día, recuerdo también sus risas en la nieve, sus «¡¡otra!!», para tirarse de nuevo en trineo. Os dejo con una foto donde podéis deleitaros con el outfit completo XD

¿Tú has tenido algún despiste de este tipo alguna vez? Dime que sí, por favor. No me dejes sola en esto XD
Te leo en comentarios. Y te espero en Instagram con tus historias.
Un abrazo y hasta la próxima semana.
El 2019 nos ha pasado por encima a mí y a mi familia (y aquí entra la de sangre y la que hemos elegido con los años). Ha sido un año feo, el peor que he vivido en mis 38. Y terminarlo me ha ha hecho enfrentarme a un conjunto de emociones y sensaciones no vividas hasta la fecha. Por una parte quería dejarlo atrás, y por otra me aferraba a él. Porque dejarlo marchar era otra despedida, era dejar pasar más tiempo y finiquitar un año en el que conviví con seres a los que quise mucho y ya no están.
Pero este 2019 también me ha dejado otras cosas, aunque cueste verlas entre tanta lágrima. Y una de ellas ha sido la de poner en valor (más aún) la fotografía. Gracias a ella también puedo volver a recordar todos esos momentos maravillosos que he vivido con todos los seres que quiero. Y aunque un poco tarde, hoy hago un pequeño resumen de algunos momentos memorables de este año que ya ha terminado.
Prepararse para la despedida
El año empezó fuerte. A mi padre lo diagnosticaron con una enfermedad de corazón, y alguna otra cosa que podía ser todavía más preocupante que una cardiopatía.
Miedo, incertidumbre y tensión ante la espera de una operación muy complicada con resultados inciertos. Hablar con mi hijo de todo esto fue mucho más sencillo de lo que imaginé. Pero el miedo y la preocupación también estaban en él. Que con sus 9 años de entonces, se enfrentaba por primera vez al «¿y si no sale bien?».
Pero salió muy bien, mejor de lo que podía esperarse.
Durante esos días, fotografié a mi padre en todo el proceso en el hospital. La cámara siempre me ayuda a procesar la información que veo. Y hoy agradezco infinito tener esta foto: el reencuentro de abuelo y nieto.
Todavía en el hospital, y con mucho esfuerzo, llegó a la sala de espera para poder abrazar a su primer nieto, el mayor. El hijo de su hija. Y yo tuve que reprimir las lágrimas para poder hacer estas fotos. Probablemente de las fotos más valiosas que tendré jamás.

Madre natura manda
También a principios de año, la madre naturaleza nos dejó un mensaje (uno de tantos): ella manda, y si ella quiere, nos vamos al carajo todas las personas.
Las lluvias nos dejaban inundaciones nunca vistas por aquí. Recuerdo estremecerme al asomarme a la ventana y ver pasar el rio desbordado frente a mi casa. La imagen que ves es de después del temporal, un día que visitamos una de las zonas que paseamos de forma frecuente junto al mismo rio. Bajo esa arena se esconde un carril bici, y en los árboles puede adivinarse la atura que alcanzó. Dejando en ellos una cantidad inmensa de basura que nos hemos dedicado a echarle encima, como si quisiera devolverla harta de nosotras.
No me gusta que ocurran estas cosas. Dan miedo. Pero también me gusta que la naturaleza nos ponga en nuestro sitio, porque a veces solo atendemos a grandes toques de atención. Suerte que las generaciones que viene tienen gran conciencia sobre el verdadero poder de la tierra y el de los humanos.

La revolución será feminista o no será
El 8 de marzo del 2019. Un año más, salimos a la calle para gritar todas juntas por un mundo que es nuestro por derecho. Y aunque tengo muchas fotos de ese día, me quedo con esta. No me queda nada que añadir tras ver sus miradas al ver la riada de mujeres que tomamos las calles ese día.

Los amiguis
Este año, entre todas las malas experiencias, la amistad ha triunfado más que nunca. Y aunque se conocen desde hace años, este ha sido clave para su relación.
Cuando miro esta imagen y veo esas sonrisas que llenan la foto, me emociono y mucho. Han compartido tanto juntos en los últimos meses, que aunque la amistad no les dure para toda la vida, estoy segura de que esta imagen siempre les hará sonreír y pensar que la vida con amigos es mejor. Ojalá siempre tengan a su lado a personas tan maravillosas como ellos tres.

El poder de tres
Sin duda los momentos más felices los vivimos en este viaje. Aunque envuelto en tristeza por las pérdidas que sufrimos unos días antes de marchar, celebrar los 10 años del Señor Bajito con un viaje en familia ha sido de lo mejor del 2019. Nutrirnos con nuestra presencia, disfrutarnos juntos y abrazarnos muchos. No hay nada mejor.
Un viaje a Futuroscope que además nos sorprendió encontrándonos a grandes amigos por casualidad y descubriendo una pequeña ciudad llena de regalos en forma de belleza arquitectónica, esa de la que Francia está llena. Y divertirnos sin parar durante dos días en este parque tan especial.

Aquí hay 5, pero al final han sido bastantes más momentos memorables. Gracias a la fotografía puedo volver a ellos. Y acordarme de que también pasaron cosas bonitas, que también estuve en lugares bellos y que aún puedo seguir abrazando a muchos de los que adoro.
Por un 2020 lleno de abrazos y cariño para ti y tu familia ♥
Muchas personas me preguntan por qué no llevo a mi hijo al pediatra que le corresponde y voy a otro centro de salud diferente, teniendo más cerca el que nos toca por zona.
También me preguntaron en su día por qué llevaba a mi hijo a un colegio que está a 30 minutos de nuestra casa en coche teniendo buenos coles a 10 minutos caminando (esto tiene especial peso en una comunidad pequeña, donde los recorridos tan largos no se conciben si no es para irte de fin de semana como mínimo). Se entiende menos cuando el cole es público y ni siquiera pago por ir.
Por supuesto, también me preguntaron por qué me fui a Barcelona a tatuarme, que si en Cantabria no había buenos tatuadores, que me tenía que ir a 700 kilómetros para hacerme un cactus.
La respuesta es sencilla: si sé que existe lo que quiero, que me gusta, que me toca la fibra, que está acorde con mis valores y mi estilo, ¿por qué voy a conformarme con lo primero que veo, lo fácil, lo que escoge todo el mundo, sólo porque está ahí? La resignación no va conmigo.
De lo bueno, busca siempre lo mejor, también en fotografía
Siempre he sido inconformista, es una característica muy mía. Si conozco algo extraordinario, lo bueno me parece insuficiente.
Me pasa con todo. A veces no me queda más remedio que ceder a regañadientes, cuando las circunstancias aprietan y mandan. Pero si hay una mínima posibilidad de conseguir lo que deseo, ¿por qué voy a renunciar a ello?
Si hay que ahorrar, se ahorra. Si hay que madrugar, se madruga. Si hay que pillar un avión, se pilla. Y si hay que esperar un año, pues se espera. Pero ya no me contento con menos.
Piénsalo. El otro camino sería más sencillo, pero no sería el tuyo. Al final, ¿estarías a gusto con el resultado sabiendo que existía una posibilidad que te lo daba todo?
En fotografía ocurre lo mismo. Si conoces el trabajo de un profesional que te enamora, que hace exactamente el estilo de fotografía con el que te sientes identificada, ¡ve a por él! Seguramente, él o ella te estará también buscando. Tú eres su clienta extraordinaria, de lo bueno, la mejor.
Cuando este encuentro sucede, saltan chispas, aquí y en cualquier sector. Hay feeling, entendimiento, energía que fluye. Llámalo como quieras, pero el resultado es un trabajo que se sale de lo normal. Y te diré una cosa: no te mereces menos.
Te pongo un ejemplo: mi experiencia con el tatuaje (y la tatuadora) no ha podido ser mejor, y te cuento por qué.

Cuando el trabajo de una persona te vincula con ella
Sabes de sobra que soy una persona muy emocional, me muevo desde dentro y si algo no me hace dar saltitos de alegría, es que no es para mí. Necesito sentir ese regocijo por dentro, ese pellizco que te hace vibrar y que surge cuando estás ante algo que está hecho para ti. Lo sabes, lo percibes, es algo instintivo.
Y eso me pasó cuando conocí el trabajo de Mónica Sampietro. Sus tatuajes se salen de la norma. Los trazos, el relleno, su forma de trabajar, es una puta pasada (siento la palabra malsonante, pero necesitaba ponerla para que entiendas la intensidad que tiene su trabajo en mí). En cuanto vi su trabajo, supe que lo quería.
Me iba a tatuar por primera vez, era algo que llevaba pensando meses y cuando encontré a la persona adecuada para hacerlo, ¡sorpresa! No había quien contactara con ella por la agenda que tenía. Cuando la abría, se llenaba en 10 minutos literalmente.
Era el horror, todo parecía indicar que era imposible conseguirlo. Pero mi cabezonería y la certeza de que no podría dejarme tatuar por nadie más, hizo que insistiera.
O ella o nadie, así de sencillo. ¡Me iba a pintar la piel para siempre! Necesitaba que me lo hiciera alguien que me causara precisamente esta locura. Necesitaba que quien me tatuase por primera vez fuera alguien a quien yo admiraba profundamente y que cada vez que viese un diseño suyo me hiciese desearlo con todas sus fuerzas. No había más posibilidades.
Cuando un estudio de Barcelona anunció que Mónica empezaba a tatuar allí, les escribí de inmediato. Y al cabo de unos días, y para mi gran sorpresa, me respondieron. Juan, su dueño, me llamó un domingo para agendar mi cita con Mónica. ¡Lo había conseguido! Me iba a ir a Barcelona y me iba a tatuar con ella.
Tras año y medio intentándolo, créeme, esto es para saltar de alegría y no parar. Locurón máximo.

¿Cómo es trabajar con alguien a quien admiras?
Abre bien los ojos porque te voy a contar un secreto: todos los profesionales buscamos al cliente ideal. Piensa en cualquier sector que puedas imaginar: fruta, zapatillas, pinchos caseros. Da igual. Todos y cada uno de nosotros te estamos buscando con tanta intensidad como tú buscas al profesional perfecto para ti.
Trabajar con alguien a quien admiras tanto es tan intenso como cuando encuentras a una persona que acude a ti, por tus servicios, y conectáis. Tú estás deseando trabajar con ella, y ella quiere trabajar contigo.
De ahí sólo puede salir algo increíble. Las energías se juntan, la creatividad fluye y lo sería un servicio más, se transforma en la mejor de las experiencias.
Cuando Mónica terminó mi tatuaje, me preguntó: ¿cómo te sientes llevando un tattoo? A lo que yo le contesté: No llevo un tattoo, llevo una obra de arte en mi piel.
Y así surge la magia, así es como te llevas experiencias vitales de las que disfrutas el resto de tu vida.
Trabajar con quien admiras se hace sencillo y emocionante. Es como hablar con alguien a quien conoces toda la vida: te entiende, se pone en tu situación, hay respeto mutuo.

Cuando yo soy la que tatúa
Ay, amiga. A veces también me toca estar en el otro lado. A veces soy la persona a la que otra elige para llevarse sus recuerdos grabados en papel. La energía es la misma pero en distinta dirección.
Conectar para poder narrar el momento que estás viviendo. Es lo que le da sentido a mi trabajo, y es lo que me mueve cada día. Y eso sólo lo haces posible tú.
Hacer fotos a mujeres es lo que últimamente me hace vibrar más. Y cuando hay vínculo entre la mujer que retrato y yo, es emocionante.
Las fotografías recogen un momento valioso para ti. Son tus recuerdos más preciados, así que intenta escoger bien a la fotógrafa que va a encargarse de ellos. ¿Cómo saber si estás ante la persona adecuada para hacerte tus fotografías?
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- Mira con detalle su trabajo: observa otras fotografías que ha hecho para saber si es tu estilo. Quizá tengas ya una idea muy clara de lo que quieres, o preferencias con el color, la luz, un estilo más clásico o muy fresco… Antes de dar el paso, cerciórate de que el fotógrafo realiza la clase de fotografía que tú estás buscando. Cuando observas su trabajo, ¿te imaginas siendo la protagonista de sus fotos? ¿Comparte tus valores y tu forma de entender la fotografía? Si tu respuesta es afirmativa, sigue con el siguiente paso.
- Analiza cómo se expresa en su web, en su blog, en las redes: detrás de cada profesional hay una persona, nunca lo olvides. ¿Sientes que podrías entenderte con ella? ¿Que utiliza tu lenguaje y va a ser sencillo mantener una conversación? ¿Estáis en sintonía? ¿Sí? Pues adelante, sigue idagando.
- Si has encontrado a alguien que te gusta, pero no se encuentra en el lugar donde vives, pregúntale si contempla la posibilidad de desplazarse antes de tirar la toalla. Si el fotógrafo siente que tú eres la clienta perfecta, seguramente no le importará tener que moverse. Eso sí, piensa que eso generará más gastos que se añadirán a su presupuesto inicial.
- Si no tiene las tarifas publicadas en su web, pregúntale por ellas para saber si su trabajo se ajusta a tus posibilidades actuales. Pero, por favor, esto te lo pido de corazón, no intentes regatear el presupuesto que te dé porque cuesta un mundo ponerle precio a tu trabajo, y cuando lo haces, es el que es por una razón y en esa cifra final van incluidos numerosos aspectos. Si te encanta el trabajo de esa persona pero ahora mismo no puedes permitírtelo, puedes preguntarle por métodos de pago a plazos o, sino, quizá esperar un momento en el que estés más holgada y no te suponga quedarte tiesa de dinero.
- Habla con el fotógrafo antes de tomar una decisión, aunque su trabajo te enamore. Una conversación con él/ella despejará cualquier duda que tengas sobre si es tu profesional ideal. En esa conversación podrás plantearle los puntos que sientes que son más sensibles, aquellos que te preocupan especialmente. Verás cómo se expresa, si te escucha. En definitiva, si la conexión que sentiste al ver su trabajo es real o sólo fue una ilusión. Después de esa conversación, ¿sigues sintiendo cosquillas en el estómago o en la piel? ¿Es como si esa persona supiera qué necesitas sin necesidad de demasiadas explicaciones? Ya no dudes más, es tu fotógrafo.

Indaga, compara y pregunta, que hablando se entiende la gente. Pero no dejes en manos de cualquiera tus recuerdos. Antes de tomar la decisión, piensa bien si la persona elegida va a saber capturar tu momento de la manera en que quieres.
Te mereces fotografías realizadas con mimo, que te emocionen, y que toda la experiencia de la sesión sea inolvidable. Como un tatuaje 😉
En el momento en el que escribo esto, afuera hace un frío intenso y dentro la calefacción está a tope. Pienso en los contrastes, en el paso del tiempo, en lo difícil que se me hace ahora mismo proyectar mi mente hacia el futuro, a un momento en el que la temperatura sea suave, pueda dejar el abrigo olvidado en el perchero de casa y salir sólo con mi cámara a fotografiar.
Miro al Señor Bajito. ¿Qué clase de magia ha obrado en él y lo ha hecho crecer tanto y tan rápido? Ayer era un bebé y hoy es todo un hombrecito con carácter y personalidad para parar un tren.
Se me hace un nudo en la garganta cuando me doy cuenta de que en nada, el tiempo volverá a envolverlo todo con su manto de invisibilidad y dentro de unos meses volveré a pensar en todo esto, en cómo suceden los acontecimientos de rápido, en otro estirón sorprendente, en una nueva época de transición. Cuando me quiera dar cuenta, el Señor Bajito se hará mayor y empezará a tomar sus decisiones de manera irrevocable.
Y todo esto me viene a la mente por pensar en un evento importante que muchas familias celebrarán en unos meses. Se trata de una transición, de una decisión que marca, de alguna manera, el cambio del niño al adulto. Casi nada.
Pero vamos a sacudirnos la nostalgia porque en realidad se trata de una fiesta. De algo que, por ser especial, nos gusta compartir con las personas más cercanas.
Estoy hablando de la Comunión.

Si eres una de esas personas inmersas en la preparación de este evento, te comento varios puntos a tener en cuenta a la hora de elegir al fotógrafo encargado de documentar ese momento.
Ten en cuenta los plazos de tiempo
Puede parecer un locurón de preparativos, organización y despliegue de medios, y en cierto modo lo es. Pero la realidad es que si tu hijo o hija hace la comunión este año, seguramente ya lo tengas casi todo listo o, como poco, pensado.
Las sesiones de fotos son de esas cosas que hay que planear con tiempo, así que si aún tienes este punto por resolver, te explico los dos motivos principales por los que deberías empezar a buscar un fotógrafo:
- los fotógrafos en esa época tenemos la agenda más llena, si lo dejas para muy tarde probablemente la persona que quieres no estará disponible justo en la fecha en la que lo necesitas
- si deseas realizar algún recordatorio o algún producto que se tenga que encargar para regalar el día de la celebración, debes pensar en los plazos de entregas del fotógrafo más los plazos de fabricación de la empresa que los hace
Todo suma, y al final, tenemos los días contados de aquí a ese día especial marcado en el calendario desde hace tiempo.
¿Qué prefieres?: fotos tradicionales o fotos llenas de naturalidad


Entre tú y yo, una pregunta, ¿te sientes identificada con tus fotos de comunión? Me refiero a si cuando las ves, te gustan de verdad. Ya sé que les tienes cariño, pero no me refiero a eso. ¿Te reconoces en ellas y recuerdas cómo eras en aquella época cuando las miras?
Yo, definitivamente, no. Es más, me veo disfrazada y forzada a componer gestos que nunca saldrían de mí de forma natural.
Claro que a los 9 años no me daba cuenta de cómo echaría de menos unas fotografías más espontáneas que las que tengo. Porque entonces, no era consciente de que cuando tomé la comunión lo que estaba haciendo era dar un paso importante hacia la madurez. En nada dejaría de ser la niña que era para convertirme en adolescente (insertar cara de pánico aquí).
Es una edad importante, un tiempo que deberíamos meter en una botella para que nunca más se escapase. Pero el tiempo sigue su camino, y ellos, muy a nuestro pesar, también. Así que parece que la única posibilidad que nos queda es guardar todo esto en formato foto.
Y tú, como madre, ¿qué esperas de estas fotos? ¿qué quieres ver en ellas? Y a tu hijo, ¿le motiva hacerse la fotos? o le parece un rollo estar delante de la cámara y poner poses raras y prefabricadas.
Antes no existía la opción de elegir, pero ahora puedes decidir qué tipo de fotografía es más acorde con lo que de verdad quieres.
Te recomiendo que mires las fotografías de los profesionales que tienes en mente. Antes de contratar a alguien, observa bien sus galerías, en ellas verás si te gusta el estilo o no va contigo.
Fotografía documental de comuniones.


Si tras mucho pensar estás convencida de que prefieres tener unas fotografías alejadas de las tradicionales poses y más cerca de la naturalidad, eres de las mías y te doy la bienvenida a la fotografía documental.
¿Hay algo más bonito que sostener una imagen y reconocer la actitud, el carácter y la personalidad de su protagonista? Sí, lo hay. Y es sostener esa imagen, reconocer todos los rasgos únicos de las personas que aparecen en ella, pero después de que hayan pasado varios años.
El tiempo, de nuevo.
Seguir reconociendo la alegría de ese momento pasado, que te vengan a la memoria pequeñas anécdotas, que esa imagen contenga las emociones vividas: la ilusión, el espíritu de celebración, la diversión.
Eso sólo se consigue dejando que las personas que están delante de la cámara se sientan libres de ser quienes son. Protagonistas de su momento. Y es así como concibo todas mis sesiones, incluidas las de comunión.
Así que, en resumen, los aspectos a tener en cuenta para elegir bien al fotógrafo de la comunión de tu hijo podrían resumirse en tiempo y estilo.
Si aún no lo tienes claro, busca un calendario y cuenta los días que faltan para la celebración de la comunión. Antes de que te entre el agobio del siglo, respira hondo, y piensa si te gustaría crear un álbum más parecido al que tú tienes de tu comunión o si te gustaría probar con algo diferente.
Si optas por esto último, te invito a que estudies las fotografías que hago. Y si te gusta lo que ves, no dudes en contactar conmigo.
En la entrada de la semana pasada hablamos de cómo elegir el mejor exterior para vuestra sesión. Si la has leído, sabrás que hago mucho hincapié en la elección del lugar porque es de vital importancia para que os sintáis cómodos y, por lo tanto, para el resultado de la sesión. Pero a veces encontrar ese lugar se complica, por por diversas razones: desde que no tenéis un lugar que tenga un significado especial para vosotros, no sois de aquí y lleváis poco tiempo en Cantabria como para conocer lugares que os gusten, o que estáis pasando unos días de vacaciones aquí y queréis aprovechar para haceros una sesión conmigo pero no conocéis la zona.
Bueno, pues hoy te traigo 3 playas de esta tierra, que, te aseguro, van a hacer que tu sesión sea impresionante de bonita y especial.
1. Playa de Galizano
La descubrí el pasado año gracias a unos clientes y no sé como he podido vivir sin ella todo este tiempo. Es espectacular y a la hora de hacer fotos da muchísimo juego. Eso sí, tenemos que quedar con la marea baja para poder sacarle provecho a cada uno de sus rincones.
Esta playa, con marea alta, es muy poquita cosa, pero la magia ocurre cuando el mar deja paso a rocas, pequeñas cavidades en las paredes, acantilados impresionantes y verde, mucho verde que quiere comerse la costa y hacerla suya. Es perfecta para los niños, porque podemos disfrutar con ellos de las pozas de agua en las que pueden chapotear, nadar…
De verdad, es un paisaje ideal para una sesión al atardecer. Como de película.
Y como anécdota, de esta playa me traje una de las sesiones en las que más he corrido de mi vida.



2. Playa de Oyambre
Me encanta, es buen lugar para pasar el día con la familia. Es enorme, además de la playa tienes una ría, todo en uno, con paisajes diferentes en un mismo espacio. Para mi tiene muchos recuerdos de la infancia y eso hace que le tenga un cariño especial. Ten por seguro que si la eliges como tu escenario para la sesión, yo ya estaré predispuesta a emocionarme más de lo normal 😉
Si te quedas con ella como fondo, tus fotos pueden lucir tan maravillosas como las de Leti y su familia, que optaron por ella para hacer su preboda. Aquí te dejo algunas de sus fotos, pero si quieres ver más, no dejes de pasarte por aquí.






3. Playa de Ubiarco
Es una gran elección si deseas hacer un combinado de estudio + sesión de exterior, como esta que puedes ver aquí, porque es la que más cerca se encuentra de mi estudio.
En esta playa pequeñita pero con mucho encanto, podemos jugar con la arena, el mar, acercarnos a la hermita que está clavada en las rocas y subir una pequeña loma para correr hasta la pared en ruinas que se encuentra arriba y volar juntos una cometa con vistas a los Picos de Europa. ¿Alguien da más?
Te dejo algunas fotos de varias sesiones en Ubiarco. Puedes ver más en este artículo.




La verdad es que Cantabria es una apuesta segura para encontrar espacios naturales de los que quitan el hipo. Las playas de nuestra costa son solo una idea de las miles que tienes para conseguir un escenario espectacular para tus fotos, así que si te ronda por la cabeza realizar una sesión espero haberte dado alguna idea útil.
¿Se nota que amo Cantabria? Un poquito, ¿verdad?
Hasta la próxima ♥