El valor de los recuerdos

El valor de los recuerdos

Durante los últimos días, Facebook me ha recordado que hace 4 años realicé un viaje sin retorno. Uno de los más especiales que haya hecho nunca.

Comenzó siendo de trabajo, y terminó transformándose en la experiencia más enriquecedora para mí y, probablemente, para mi hijo hasta la fecha.

Hoy, 4 años después, estas fotos tienen mucho más valor que entonces y menos valor que dentro de 15 o 20 años, cuando las vuelva a ver y me refresquen la memoria devolviéndome las sensaciones de aquellos rincones y todas las anécdotas que nos sucedieron.

11 de mayo del 2014

Ya la fecha decía que iba a ser especial. Me iba de viaje el mismo día de mi cumpleaños. Lo hacía con mi hijo, que por aquel entonces tenía 4 años, y me marchaba 4 días a Dublín, a casa de la familia de Ana, a retratarles como nunca he retratado a nadie por trabajo.

Casi siempre realizo las sesiones en Cantabria y Madrid, pero en esta ocasión me desplacé a otro país para familiarizarme con sus rutinas, los rincones más especiales para ellos y poder crear recuerdos del hogar que habían creado allí.

Si te soy sincera, creo que es la mejor forma de hacer este trabajo. Colarme en tu casa, en las entrañas de vuestras vidas por unos días. Eso me permite conoceros, conectar y sacar las maravillas cotidianas que son las que de verdad queremos atrapar y recordar cuando pasa el tiempo.

A Ana la conocí en Madrid. La primera vez que la vi fue una explosión de energía positiva.

Ella me conocía porque estaba haciendo algunos de mis cursos en su formación de Asesora Continuum, pero yo no sabía nada de ella. Aunque su abrazo y su sonrisa me engancharon de inmediato.

Nos volvimos a encontrar en Madrid, al cabo de un tiempo. En esta ocasión cenamos juntas, con muchas otras mujeres. Y no paré de reír con sus historias y sobre todo con su manera de narrarlas. Lo próximo que supe de ella es que quería que fuese a su casa, que por aquel entonces estaba en Dublín, y retratar a su familia.

Maleta, cámara, y acción

Yo, que no necesito mucho para coger la maleta, compré el billete en un pis pas. Pero no sólo eso. Pensé que sería una ocasión excepcional para que mi hijo me acompañara y viviera la experiencia de un viaje de estas características. Sí, trabajo y familia, todo junto. Conciliación real, ¡qué cosas!

Y así nos plantamos en una casa preciosa en Dublín. Pero hoy no te voy a hablar de la parte de Ana y su familia, porque eso ya lo hice en otro post.

Hoy vengo a hablarte de mis recuerdos, de esos que me invaden cuando veo las fotos de su familia, pero también las del Señor Bajito.

¿Y sabes qué es lo primero que se me viene a la cabeza? La transformación tan grande que supuso para él y para mí este viaje.

Hasta la fecha, era un pequeño sensible y su necesidad de estar junto a mí era tan grande que a veces nos hacía sufrir a los dos. Pero este viaje juntos nos dio a los dos el permiso de estar unidos, uno al lado del otro, respetando nuestro espacio personal.

Fue el momento en el que comenzó a confiar en sí mismo y a soltar su manita. Puede que yo también lo hiciera, y eso le ayudó a él. Al fin y al cabo, este asunto es cosa de dos 😀

Verde Cantabria, verde Dublín

A nivel emocional fue increíble. Su conexión con el pequeño de Ana y con ella misma me dejó fascinada. Disfrutó tanto de estar con ellos, que yo misma lo gocé el doble.

Pero de este viaje me llevé muchas más experiencias.

Una que es de Cantabria y está acostumbrada al verde, cuando llega a Irlanda no se asusta ni se asombra. Pero sí reconocí que allí, el verde es más intenso, y tiene todavía más poderío. Lo envuelve todo, es salvaje, libre, y si le dejas se extiende por todas las superficies. Recuerdo la sensación de que invadía carreteras y casas. Me encantaba.

También me quedé enamorada de sus construcciones. Ahí sí que se diferenciaba de mi tierra. La piedra y lo celta están presentes en cada rincón.

¡Ah! Momento friki. ¿Sabes lo que me encantó de Irlanda? No sé si conoces esta faceta mía. Pero tengo predilección por los cementerios. Sí. Ya está, ya lo he dicho.

Pues los de Dublín me fliparon.

La nostalgia es un viaje en el tiempo

Mirar hacia atrás de vez en cuando es maravilloso. Encontrarte con estas fotos y recordar, viajar en el tiempo, detenerlo y congelarlo por unos momentos gracias a un trozo de papel (bueno, vale, o a una foto en la pantalla).

Retornar a los lugares en los que fuiste feliz, volver una y otra vez a esos momentos que son la vida y que forjaron la persona que ahora eres.

La fotografía permite ir atrás y volver al presente tantas veces como queramos.

No me digas que no te encanta bucear en los recuerdos de tu infancia. A mí me vuelve loca abrir el cajón de las fotos en el salón de mi madre y recordar.

Es cierto que el pensamiento recurrente de «cualquier tiempo pasado fue mejor» puede dejarte algo tocada. La nostalgia duele un poco en el corazón. Pero se me pasa pronto cuando me doy cuenta de que puedo seguir creando momentos como aquellos a partir de ahora.

Está en nuestra mano realizar nuevos viajes, organizar reencuentros, hacer nuestro día a día memorable, e inmortalizarlo todo con la fotografía es ahora más sencillo que nunca.

El valor de los recuerdos es incalculable.

 

Cambiemos el «salgo fea en las fotos» por un «me siento radiante y me veo guapa»

Cambiemos el «salgo fea en las fotos» por un «me siento radiante y me veo guapa»

Año 2030. Tu hijo te pide que vayas a por el álbum familiar, le apetece recordar y, de paso, enseñarle a su chica cómo era él de peque. Están pensando en tener descendencia y se han puesto sensibles.

Así que preparas unas bebidas y vas a por él, dispuesta a disfrutar de una sesión remember de las buenas, que también te han entrado ganas de mirar al pasado.

Y todo es genial. Es bonito ver otra vez su carita, enumerar las trastadas que hacía de pequeño, reconocer los rincones de tu casa, que ha cambiado tanto como vosotros.

Pero entonces tu hijo levanta la cara del álbum y lanza esta pregunta con tono triste: ¿Pero tú dónde estás? Mamá, no sales en ninguna foto.

Se oye un crujido. Creo que se te ha roto un poquito el corazón.

Así que vamos a cambiar el chip completamente. Aun estás a tiempo de evitar que esta escena futura suceda de verdad.

Tenemos que empezar a salir más en los recuerdos de nuestros hijos, dejar que la cámara la manejen otros y ponernos delante del objetivo. Porque el día de mañana, tus hijos querrán ver fotos tuyas, a solas, con ellos, con la familia. No les vas a negar ese deseo, ¿verdad?

Pero hoy quiero que pienses en otra forma de foto. Una diferente en al que tú eres la protagonista. Vamos a olvidarnos por un segundo de que somos madres. Vamos a cerrar los ojos y vamos a pensar en nosotras, sólo en nosotras.

¿Quiénes somos como mujeres? ¿Qué deseos tenemos? ¿Qué queremos conseguir en la vida? ¿Qué nos mueve por dentro?

Tú, la más bonita, créetelo

¿Sabes eso que dicen de que la belleza está en el interior? Me sonaba a pamplina, pero recientemente he descubierto que es una verdad como un templo.

La sociedad nos vende una perfección entendida desde el punto de vista del consumismo. Esa belleza es irreal y efímera porque es lo que interesa. Si durara demasiado tiempo, la moda y todo lo que la rodea se estancaría. Los intereses económicos son los que mueven en el mundo, eso nos es algo que te vaya a descubrir yo ahora.

¿Pero qué pasa si nos centramos en el adentro? ¿En nosotras, en lo que somos de verdad? Es en ese punto donde nadie nos puede decir lo que se lleva o lo que te tienes que poner, o si debes o no maquillarte, o si debes o no llevar tal cosa por la edad, por tu cuerpo.

Necesitamos invertir más tiempo y mimos en nosotras, en nuestro yo interior. Porque en el alma, en nuestra esencia, la belleza es genuina, y ni caduca ni sigue patrones.

Si comienzas a hacerlo, toda tú se verá reflejada en tu rostro, en tu cuerpo, en tu actitud. Y eso es lo que realmente nos hace bellas, sin importar la talla, la altura, el color de ojos o el pelo.

Tácticas para empezar a quererte y verte hermosa

Ya lo ves, salir guapa en las fotos es cuestión de creerte guapa, de sentirte bien en tu piel. Porque si tú disfrutas de ti misma, los demás también. Y no lo digo por decir. Lo he visto un millón de veces.

¿Cómo se consigue? Puede que te sientas lejos de ese estado idílico del que te hablo. Yo misma he estado alejada todos estos años y he tenido que trabajar(me) mucho para llegar donde estoy (conmigo misma). Pero se puede conseguir.

A continuación te doy algunas pinceladas de las tácticas que me han servido, y que espero que te den el impulso que necesitas para disfrutar de quien eres.

Rodéate de mujeres. Somos la mitad del planeta, somos muchas. Rodéate de quien entienda la vida como tú, de quienes vibren en la misma frecuencia. Nosotras nos proporcionamos una energía que sólo nosotras podemos darnos. Nútrete de ella.

Cuida de ti por dentro. Qué miedo da echar un vistazo hacia dentro. Hay «cositas» que preferimos no remover. Pero qué maravilloso y liberador es cuando empiezas a ver los resultados de examinar tu conciencia y tu corazón. No es una camino corto, ni fácil. Pero sin duda merece la pena.

Cuida de ti por fuera. Claro que sí. No eres vanidosa, ni creída por hacerlo. Es tu cuerpo, es un templo. Y hazlo sólo desde dónde tú entiendes el cuidado. No hace falta maquillarse si no te gusta y es una odisea. No hay que hacer dieta si no es tu deseo. Tenemos que sentirnos bellas nosotras, que nos vean los demás es un efecto secundario.

Reserva un tiempo para ti. La maternidad nos remueve por dentro, los primeros años son agotadores a todos los niveles. No dejes que te asfixie. Toma momentos y hazlos tuyos, que se centren en ti, tus deseos o necesidades personales. Cine, una cena con amigas, un pequeño viaje… Disfruta, porque sólo así todo lo demás tendrá sentido.

Cuando estás feliz contigo misma, se nota, irradias belleza

Sabes que no soy de píldoras mágicas, tampoco de las que hacen posar en las fotos. Soy de las que buscan dentro y lo sacan fuera. Es lo que hago conmigo, y es lo que hago contigo cuando estás delante de mi objetivo.

De verdad pienso que la belleza está dentro de cada una de nosotras, y que en muchas ocasiones nosotras no somos capaces de verla. Pero la gente que nos rodea y nos quiere es capaz de ver esa belleza aunque nosotras la tapemos con trapos, con maquillajes, con ojeras…

Para salir guapa en las fotos sólo necesitas sentirte guapa y que quien te hace las fotos te mire con cariño.

Así que empieza a quererte como lo hacen ellos y descubre tu propia belleza.


Si te apetece una sesión de fotos especial, no dudes en ponerte en contacto conmigo, te estoy esperando. Puedes enviarme un mail y contarme tu historia, seguro que salen cosas tan maravillosas como tú.


 

4 + 2 momentos vitales en los que tienes que hacerte fotos

4 + 2 momentos vitales en los que tienes que hacerte fotos

Confieso que yo, que abogo por conservar el momento, por derrotar a las agujas del reloj con la fotografía como arma, me he arrepentido varias veces de no haber sacado ciertas fotos.

Con la perspectiva que te da el paso de los años, me doy cuenta de que me faltan imágenes. Es desolador.

Me he puesto a pensar (miedito) en instantes y etapas de mi vida de las que anhelaría tener más fotos, y he encontrado 5 momentos vitales.

En mi caso, ya no es posible remediarlo, pero quizá tú estés a tiempo de conseguir lo que yo no pude: esos pedacitos de la memoria fijados en fotografía.

Me encantará que en la parte de los comentarios me digas si tú también te has planteado hacerte fotos en estos momentos, si tienes remordimientos como los míos, o si no le das mayor importancia. Siento mucha curiosidad.

Momentos vitales para recordar

La mayoría de las veces pensamos en hacernos fotos cuando queremos recordar algo, ¿verdad? Casi siempre nos centramos en eventos sociales, como las bodas, bautizos y cumpleaños.

Sin embargo, los 4 primeros momentos de los que te voy a hablar se pueden agrupar bajo el epígrafe de “la vida sin artificios”.

1) El embarazo.

Cuando estaba embarazada, quería fotos y nunca me las hice. Hubo una mezcla de no encontrar a la fotógrafa que me hiciera vibrar y de dejadez. Así de poco romántica soy a veces. Aún no me había puesto con esto de la fotografía y todavía no comprendía lo que me podía aportar. Y aunque yo me hice algunas, no son dignas de ser enseñadas, jajaja.

Pasaron los meses y el tiempo de mi embarazo se agotó. Ahora me enrabieto cada vez que lo pienso.

Que no te pase lo mismo, querida. Hazte fotos embarazada.

Busca a la fotógrafa que te retrate en esta etapa maravillosa y seguramente la única en la que tener barriga no será motivo de disgusto.

Si esa fotógrafa soy yo, contacta conmigo desde aquí para realizar tu reserva cuanto antes. El tiempo pasa muy deprisa.

2) Los primeros meses de la crianza.

Hay quienes quieren fotos de recién nacido, otras prefieren dejarlo para un poco más adelante. Lo de menos es el momento, pero no te quedes sin ellas.

Entre que te organizas los tiempos y te adaptas al nuevo orden establecido, es sencillo pasar por alto las fotografías.

Atesorar los primeros momentos de las vidas de nuestros hijos será un recuerdo maravilloso para ti pero también para ellos. Y pasan volando, así que hay que espabilar. ¿O no te ha pasado a ti de ver un recién nacido y a penas recordar cuando tu hija o hijo fue así?

Con las fotografías adecuadas conseguirás traer a la memoria hasta el olorcito que desprendían, mmmmm ♥

3) Con tus amigas.

Vamos a ver, nos hacemos fotos con los niños, con la pareja, con los monumentos de fondo… ¿y con las amigas no? Pues yo recientemente he descubierto que es una experiencia que hay que tener. Son recuerdos increíbles y las fotos sólo pueden salir bien. Porque con las amigas existe una conexión especial y es de bien dejarla ahí plasmada para toda la vida.

Hay mil momentos para esto: despedidas de soltera, viajes, divorcios (¿por qué no?)… Con ellas puedes ser tú misma, y os merecéis una sesión llena de cariño.

4) Cuando te sientes de maravilla.

Si estás atravesando una época increíble, sea la que sea, y sea por el motivo que sea, hazte fotos. Si estás bien estarás preciosa, radiante y eso saldrá por cada poro de tu piel. La foto no puede ocultarlo.

Además, será genial ver esas fotografías cuando no estés en horas tan altas. Podrás empaparte de esa energía que tienes ahora en otros momentos y servirte de ellas para  subirte el ánimo. Recordarte que es posible recuperarte y, que aunque no siempre es así, en ocasiones la vida es maravillosa.

La otra cara de la moneda, el lado oscuro que también es bueno recordar

Al invitarte a hacerte más fotos, seguramente habrás pensando en momentos puntuales de tu vida en los que fuiste feliz o te lo pasaste en grande. Esos en los que te sientes en la cresta de la ola, celebrando la juventud, el éxito o una etapa plácida con la gente adecuada y en el lugar adecuado. Cuando te sientes realmente bien, guapa, te apetece más sacarte fotos.

Pero la vida se compone de claros y oscuros.

A veces pasamos por momentos que desearíamos borrar. Un bache emocional en el que estás luchando o simplemente te sientes triste. Huyes de la cámara, no te apetece, no te sientes ni con ganas ni con fuerzas.

Probablemente pienses que no querrás acordarte de eso más adelante, que para qué hacerte fotos en este momento de tu vida tan feo, tan gris.

Yo te animo a que lo pienses dos veces.

La fotografía son recuerdos en forma de imagen pero también nos retratan y nos sirve de espejo. Si reúnes el valor suficiente para mirarte en él, hace que tengamos una relación con nosotras mismas muy diferente.

Lo que trato de decirte es que hasta el lado oscuro de tu vida puede servirte para hacerte fuerte, aprender de errores y comenzar a gestionar tus sentimientos de manera positiva. Y puede ser interesante para ti observarte precisamente en ese momento de sombras.

La fotografía es una herramienta, un medio de expresión. Úsala para tu beneficio.

¿Qué tal ahora?

Tanto pensar en el pasado y en el futuro, hace pequeño el presente.

Esta es mi sugerencia para hoy. Para ya.

Coge la cámara y haz fotos de tu ahora. ¿Dónde estás? ¿Con quién estás pasando el día? ¿Cómo te ves? ¿Y cómo te sientes?

O piensa en la experiencia de disfrutar de un día para ti, de cuidarte. Ir a la pelu, ponerte más guapa aún. Y dejarte querer, que la gente te mime, te adore y refleje toda esa belleza que llevas dentro y que tú, ahora mismo, no consigues ver.

Fotografía tu presente. Este es el mejor momento para hacerte fotos, para verte bonita, especial. Es un momento precioso para abrazarte. El ahora es el único tiempo real.

Escríbeme a través de este formulario si quieres reservar ya mismo tu sesión.

5 consejos para elegir correctamente a la fotógrafa de tus sueños y amar por siempre sus fotografías

5 consejos para elegir correctamente a la fotógrafa de tus sueños y amar por siempre sus fotografías

Muchas personas me preguntan por qué no llevo a mi hijo al pediatra que le corresponde y voy a otro centro de salud diferente, teniendo más cerca el que nos toca por zona.

También me preguntaron en su día por qué llevaba a mi hijo a un colegio que está a 30 minutos de nuestra casa en coche teniendo buenos coles a 10 minutos caminando (esto tiene especial peso en una comunidad pequeña, donde los recorridos tan largos no se conciben si no es para irte de fin de semana como mínimo). Se entiende menos cuando el cole es público y ni siquiera pago por ir.

Por supuesto, también me preguntaron por qué me fui a Barcelona a tatuarme, que si en Cantabria no había buenos tatuadores, que me tenía que ir a 700 kilómetros para hacerme un cactus.

La respuesta es sencilla: si sé que existe lo que quiero, que me gusta, que me toca la fibra, que está acorde con mis valores y mi estilo, ¿por qué voy a conformarme con lo primero que veo, lo fácil, lo que escoge todo el mundo, sólo porque está ahí? La resignación no va conmigo.

De lo bueno, busca siempre lo mejor, también en fotografía

Siempre he sido inconformista, es una característica muy mía. Si conozco algo extraordinario, lo bueno me parece insuficiente.

Me pasa con todo. A veces no me queda más remedio que ceder a regañadientes, cuando las circunstancias aprietan y mandan. Pero si hay una mínima posibilidad de conseguir lo que deseo, ¿por qué voy a renunciar a ello?

Si hay que ahorrar, se ahorra. Si hay que madrugar, se madruga. Si hay que pillar un avión, se pilla. Y si hay que esperar un año, pues se espera. Pero ya no me contento con menos.

Piénsalo. El otro camino sería más sencillo, pero no sería el tuyo. Al final, ¿estarías a gusto con el resultado sabiendo que existía una posibilidad que te lo daba todo?

En fotografía ocurre lo mismo. Si conoces el trabajo de un profesional que te enamora, que hace exactamente el estilo de fotografía con el que te sientes identificada, ¡ve a por él! Seguramente, él o ella te estará también buscando. Tú eres su clienta extraordinaria, de lo bueno, la mejor.

Cuando este encuentro sucede, saltan chispas, aquí y en cualquier sector. Hay feeling, entendimiento, energía que fluye. Llámalo como quieras, pero el resultado es un trabajo que se sale de lo normal. Y te diré una cosa: no te mereces menos.

Te pongo un ejemplo: mi experiencia con el tatuaje (y la tatuadora) no ha podido ser mejor, y te cuento por qué.

Cuando el trabajo de una persona te vincula con ella

Sabes de sobra que soy una persona muy emocional, me muevo desde dentro y si algo no me hace dar saltitos de alegría, es que no es para mí. Necesito sentir ese regocijo por dentro, ese pellizco que te hace vibrar y que surge cuando estás ante algo que está hecho para ti. Lo sabes, lo percibes, es algo instintivo.

Y eso me pasó cuando conocí el trabajo de Mónica Sampietro. Sus tatuajes se salen de la norma. Los trazos, el relleno, su forma de trabajar, es una puta pasada (siento la palabra malsonante, pero necesitaba ponerla para que entiendas la intensidad que tiene su trabajo en mí). En cuanto vi su trabajo, supe que lo quería.

Me iba a tatuar por primera vez, era algo que llevaba pensando meses y cuando encontré a la persona adecuada para hacerlo, ¡sorpresa! No había quien contactara con ella por la agenda que tenía. Cuando la abría, se llenaba en 10 minutos literalmente.

Era el horror, todo parecía indicar que era imposible conseguirlo. Pero mi cabezonería y la certeza de que no podría dejarme tatuar por nadie más, hizo que insistiera.

O ella o nadie, así de sencillo. ¡Me iba a pintar la piel para siempre! Necesitaba que me lo hiciera alguien que me causara precisamente esta locura. Necesitaba que quien me tatuase por primera vez fuera alguien a quien yo admiraba profundamente y que cada vez que viese un diseño suyo me hiciese desearlo con todas sus fuerzas. No había más posibilidades.

Cuando un estudio de Barcelona anunció que Mónica empezaba a tatuar allí, les escribí de inmediato. Y al cabo de unos días, y para mi gran sorpresa, me respondieron. Juan, su dueño, me llamó un domingo para agendar mi cita con Mónica. ¡Lo había conseguido! Me iba a ir a Barcelona y me iba a tatuar con ella.

Tras año y medio intentándolo, créeme, esto es para saltar de alegría y no parar. Locurón máximo.

 

¿Cómo es trabajar con alguien a quien admiras?

Abre bien los ojos porque te voy a contar un secreto: todos los profesionales buscamos al cliente ideal. Piensa en cualquier sector que puedas imaginar: fruta, zapatillas, pinchos caseros. Da igual. Todos y cada uno de nosotros te estamos buscando con tanta intensidad como tú buscas al profesional perfecto para ti.

Trabajar con alguien a quien admiras tanto es tan intenso como cuando encuentras a una persona que acude a ti, por tus servicios, y conectáis. Tú estás deseando trabajar con ella, y ella quiere trabajar contigo. 

De ahí sólo puede salir algo increíble. Las energías se juntan, la creatividad fluye y lo sería un servicio más, se transforma en la mejor de las experiencias.

Cuando Mónica terminó mi tatuaje, me preguntó: ¿cómo te sientes llevando un tattoo? A lo que yo le contesté: No llevo un tattoo, llevo una obra de arte en mi piel.

Y así surge la magia, así es como te llevas experiencias vitales de las que disfrutas el resto de tu vida.

Trabajar con quien admiras se hace sencillo y emocionante. Es como hablar con alguien a quien conoces toda la vida: te entiende, se pone en tu situación, hay respeto mutuo.

Cuando yo soy la que tatúa

Ay, amiga. A veces también me toca estar en el otro lado. A veces soy la persona a la que otra elige para llevarse sus recuerdos grabados en papel. La energía es la misma pero en distinta dirección.

Conectar para poder narrar el momento que estás viviendo. Es lo que le da sentido a mi trabajo, y es lo que me mueve cada día. Y eso sólo lo haces posible tú.

Hacer fotos a mujeres es lo que últimamente me hace vibrar más. Y cuando hay vínculo entre la mujer que retrato y yo, es emocionante.

Las fotografías recogen un momento valioso para ti. Son tus recuerdos más preciados, así que intenta escoger bien a la fotógrafa que va a encargarse de ellos. ¿Cómo saber si estás ante la persona adecuada para hacerte tus fotografías?

    • Mira con detalle su trabajo: observa otras fotografías que ha hecho para saber si es tu estilo. Quizá tengas ya una idea muy clara de lo que quieres, o preferencias con el color, la luz, un estilo más clásico o muy fresco… Antes de dar el paso, cerciórate de que el fotógrafo realiza la clase de fotografía que tú estás buscando.  Cuando observas su trabajo, ¿te imaginas siendo la protagonista de sus fotos? ¿Comparte tus valores y tu forma de entender la fotografía? Si tu respuesta es afirmativa, sigue con el siguiente paso.
    • Analiza cómo se expresa en su web, en su blog, en las redes: detrás de cada profesional hay una persona, nunca lo olvides. ¿Sientes que podrías entenderte con ella? ¿Que utiliza tu lenguaje y va a ser sencillo mantener una conversación? ¿Estáis en sintonía? ¿Sí? Pues adelante, sigue idagando.
    • Si has encontrado a alguien que te gusta, pero no se encuentra en el lugar donde vives, pregúntale si contempla la posibilidad de desplazarse antes de tirar la toalla. Si el fotógrafo siente que tú eres la clienta perfecta, seguramente no le importará tener que moverse. Eso sí, piensa que eso generará más gastos que se añadirán a su presupuesto inicial.
    • Si no tiene las tarifas publicadas en su web, pregúntale por ellas para saber si su trabajo se ajusta a tus posibilidades actuales. Pero, por favor, esto te lo pido de corazón, no intentes regatear el presupuesto que te dé porque cuesta un mundo ponerle precio a tu trabajo, y cuando lo haces, es el que es por una razón y en esa cifra final van incluidos numerosos aspectos. Si te encanta el trabajo de esa persona pero ahora mismo no puedes permitírtelo, puedes preguntarle por métodos de pago a plazos o, sino, quizá esperar un momento en el que estés más holgada y no te suponga quedarte tiesa de dinero.
    • Habla con el fotógrafo antes de tomar una decisión, aunque su trabajo te enamore. Una conversación con él/ella despejará cualquier duda que tengas sobre si es tu profesional ideal. En esa conversación podrás plantearle los puntos que sientes que son más sensibles, aquellos que te preocupan especialmente. Verás cómo se expresa, si te escucha. En definitiva, si la conexión que sentiste al ver su trabajo es real o sólo fue una ilusión. Después de esa conversación, ¿sigues sintiendo cosquillas en el estómago o en la piel? ¿Es como si esa persona supiera qué necesitas sin necesidad de demasiadas explicaciones? Ya no dudes más, es tu fotógrafo.

Indaga, compara y pregunta, que hablando se entiende la gente. Pero no dejes en manos de cualquiera tus recuerdos. Antes de tomar la decisión, piensa bien si la persona elegida va a saber capturar tu momento de la manera en que quieres.

Te mereces fotografías realizadas con mimo, que te emocionen, y que toda la experiencia de la sesión sea inolvidable. Como un tatuaje 😉

Por qué el mejor regalo que puedes hacer estas navidades es un día en familia

Por qué el mejor regalo que puedes hacer estas navidades es un día en familia

En el 50 aniversario de boda de mis abuelos, estuvimos bastante tiempo preocupados con lo que íbamos a regalarles. Era una ocasión que se merecía algo fuera de lo normal, nada del típico detalle para salir del paso. Necesitábamos una idea diferente y que estuviera a la altura de esta celebración. Algo bonito, que denotara afecto y que fuera más allá de lo material.

Así que después de comernos bastante la cabeza se nos encendió la bombilla por fin y te adelanto que ha sido el regalo que más ha emocionado a mi abuela de todos los tiempos. Y eso que yo a mi abuela la recuerdo como una persona que se emocionaba poco, al menos aparentemente. Así que, ¡éxito rotundo!

¿Sabes lo que fue? Pues sí, fotografía de familia.

No sé de quién partió la idea, pero nos fuimos todos a un estudio fotográfico de mi ciudad y nos hicieron un reportaje. Después, con todas las fotos, se montó un cuadro a modo de árbol genealógico que hizo que a mi abuelo se le saltasen las lágrimas.

El mejor regalo es tu tiempo

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Aunque el regalo fue precioso, creo que ella se emocionó por el momento que vivió con todos nosotros. Nos fuimos todos a comer, pasamos un día agradable. Hijos y nietos, todos juntos, celebrando la vida y el paso del tiempo. Y para culminar, el regalo que se llevó a casa era algo intemporal que ahora han heredado los hijos y que en algún momento heredaremos los nietos. Un trozo de las vidas de las personas que formaron parte de la suya.

Por eso, si de verdad quieres hacer un regalo especial estas navidades, te aconsejo que regales experiencias. Tu tiempo, tu compañía, tus abrazos… Y si además eso se guarda para siempre, el regalo está destinado a ser el mejor del mundo, porque la experiencia se habrá convertido en un recuerdo imborrable.

Y una de esas experiencias bien puede ser participar de una sesión fotográfica con las personas que más quieres.

Para los abuelos, pero también para los tíos, amigos y demás familia

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Ahora, como fotógrafa, también me han encargado regalos similares para los abuelos. Me parece simplemente perfecto y me saca una sonrisa de complicidad al recordar el aniversario de los míos.

A veces la familia opta por hacerse una sesión y luego regalar las fotos a los abuelos. Pero mi recomendación suele ser que los abuelos pasen un rato con vosotros también, y que esa sea la sesión.

Será un día divertido y diferente del que participaréis todos juntos. Imagina una sesión con todos los peques de la familia, o una en la que salgáis todos los hermanos. ¿Qué me dices de una sesión fotográfica de madre e hija? Las posibilidades son muchas.

Un día en tu vida.

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Otro excelente regalo, en el que quizá no hayas reparado, es documentar un día cualquiera de tu vida.

No tiene por qué ser un día especial, como una celebración, una festividad o una fecha destacada del calendario. A veces tener plasmado cómo es el día a día con las personas que quieres es un recuerdo de valor incalculable. Porque esas imágenes cuentan tu historia real.

El resultado puede ser un álbum, pero también puedes dejar volar tu imaginación y hacer una composición de algunas de esas fotografías con marco, o realizar algo similar a lo que te comentaba al comienzo de esta entrada.

Abajo lo material, arriba lo sentimental.

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Al final, después de todo, los mejores regalos son los que te tocan la fibra.

A mí me gusta pensar que ofrezco experiencias para toda la familia que se convertirán en recuerdos que todos querrán conservar. Pequeñas cápsulas de tiempo que les muestran lo fantásticos que son cuando están juntos. Experiencias reales + tiempo + memoria. Esa sería la combinación perfecta y esa es la esencia de la fotografía documental de familia.

Pero por encima de todo eso, pasar tiempo de calidad con los nuestros debería estar en el top 3 de nuestras prioridades, ¿no crees?

Déjate llevar por la intuición y trata de no sucumbir bajo el bombardeo de anuncios comerciales. Repite conmigo: estas navidades, lo vamos a conseguir.

Y si decides regalar fotografía, avísame. Me encantará que cuentes conmigo.

 

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