4 + 2 momentos vitales en los que tienes que hacerte fotos

4 + 2 momentos vitales en los que tienes que hacerte fotos

Confieso que yo, que abogo por conservar el momento, por derrotar a las agujas del reloj con la fotografía como arma, me he arrepentido varias veces de no haber sacado ciertas fotos.

Con la perspectiva que te da el paso de los años, me doy cuenta de que me faltan imágenes. Es desolador.

Me he puesto a pensar (miedito) en instantes y etapas de mi vida de las que anhelaría tener más fotos, y he encontrado 5 momentos vitales.

En mi caso, ya no es posible remediarlo, pero quizá tú estés a tiempo de conseguir lo que yo no pude: esos pedacitos de la memoria fijados en fotografía.

Me encantará que en la parte de los comentarios me digas si tú también te has planteado hacerte fotos en estos momentos, si tienes remordimientos como los míos, o si no le das mayor importancia. Siento mucha curiosidad.

Momentos vitales para recordar

La mayoría de las veces pensamos en hacernos fotos cuando queremos recordar algo, ¿verdad? Casi siempre nos centramos en eventos sociales, como las bodas, bautizos y cumpleaños.

Sin embargo, los 4 primeros momentos de los que te voy a hablar se pueden agrupar bajo el epígrafe de “la vida sin artificios”.

1) El embarazo.

Cuando estaba embarazada, quería fotos y nunca me las hice. Hubo una mezcla de no encontrar a la fotógrafa que me hiciera vibrar y de dejadez. Así de poco romántica soy a veces. Aún no me había puesto con esto de la fotografía y todavía no comprendía lo que me podía aportar. Y aunque yo me hice algunas, no son dignas de ser enseñadas, jajaja.

Pasaron los meses y el tiempo de mi embarazo se agotó. Ahora me enrabieto cada vez que lo pienso.

Que no te pase lo mismo, querida. Hazte fotos embarazada.

Busca a la fotógrafa que te retrate en esta etapa maravillosa y seguramente la única en la que tener barriga no será motivo de disgusto.

Si esa fotógrafa soy yo, contacta conmigo desde aquí para realizar tu reserva cuanto antes. El tiempo pasa muy deprisa.

2) Los primeros meses de la crianza.

Hay quienes quieren fotos de recién nacido, otras prefieren dejarlo para un poco más adelante. Lo de menos es el momento, pero no te quedes sin ellas.

Entre que te organizas los tiempos y te adaptas al nuevo orden establecido, es sencillo pasar por alto las fotografías.

Atesorar los primeros momentos de las vidas de nuestros hijos será un recuerdo maravilloso para ti pero también para ellos. Y pasan volando, así que hay que espabilar. ¿O no te ha pasado a ti de ver un recién nacido y a penas recordar cuando tu hija o hijo fue así?

Con las fotografías adecuadas conseguirás traer a la memoria hasta el olorcito que desprendían, mmmmm ♥

3) Con tus amigas.

Vamos a ver, nos hacemos fotos con los niños, con la pareja, con los monumentos de fondo… ¿y con las amigas no? Pues yo recientemente he descubierto que es una experiencia que hay que tener. Son recuerdos increíbles y las fotos sólo pueden salir bien. Porque con las amigas existe una conexión especial y es de bien dejarla ahí plasmada para toda la vida.

Hay mil momentos para esto: despedidas de soltera, viajes, divorcios (¿por qué no?)… Con ellas puedes ser tú misma, y os merecéis una sesión llena de cariño.

4) Cuando te sientes de maravilla.

Si estás atravesando una época increíble, sea la que sea, y sea por el motivo que sea, hazte fotos. Si estás bien estarás preciosa, radiante y eso saldrá por cada poro de tu piel. La foto no puede ocultarlo.

Además, será genial ver esas fotografías cuando no estés en horas tan altas. Podrás empaparte de esa energía que tienes ahora en otros momentos y servirte de ellas para  subirte el ánimo. Recordarte que es posible recuperarte y, que aunque no siempre es así, en ocasiones la vida es maravillosa.

La otra cara de la moneda, el lado oscuro que también es bueno recordar

Al invitarte a hacerte más fotos, seguramente habrás pensando en momentos puntuales de tu vida en los que fuiste feliz o te lo pasaste en grande. Esos en los que te sientes en la cresta de la ola, celebrando la juventud, el éxito o una etapa plácida con la gente adecuada y en el lugar adecuado. Cuando te sientes realmente bien, guapa, te apetece más sacarte fotos.

Pero la vida se compone de claros y oscuros.

A veces pasamos por momentos que desearíamos borrar. Un bache emocional en el que estás luchando o simplemente te sientes triste. Huyes de la cámara, no te apetece, no te sientes ni con ganas ni con fuerzas.

Probablemente pienses que no querrás acordarte de eso más adelante, que para qué hacerte fotos en este momento de tu vida tan feo, tan gris.

Yo te animo a que lo pienses dos veces.

La fotografía son recuerdos en forma de imagen pero también nos retratan y nos sirve de espejo. Si reúnes el valor suficiente para mirarte en él, hace que tengamos una relación con nosotras mismas muy diferente.

Lo que trato de decirte es que hasta el lado oscuro de tu vida puede servirte para hacerte fuerte, aprender de errores y comenzar a gestionar tus sentimientos de manera positiva. Y puede ser interesante para ti observarte precisamente en ese momento de sombras.

La fotografía es una herramienta, un medio de expresión. Úsala para tu beneficio.

¿Qué tal ahora?

Tanto pensar en el pasado y en el futuro, hace pequeño el presente.

Esta es mi sugerencia para hoy. Para ya.

Coge la cámara y haz fotos de tu ahora. ¿Dónde estás? ¿Con quién estás pasando el día? ¿Cómo te ves? ¿Y cómo te sientes?

O piensa en la experiencia de disfrutar de un día para ti, de cuidarte. Ir a la pelu, ponerte más guapa aún. Y dejarte querer, que la gente te mime, te adore y refleje toda esa belleza que llevas dentro y que tú, ahora mismo, no consigues ver.

Fotografía tu presente. Este es el mejor momento para hacerte fotos, para verte bonita, especial. Es un momento precioso para abrazarte. El ahora es el único tiempo real.

Escríbeme a través de este formulario si quieres reservar ya mismo tu sesión.

5 consejos para elegir correctamente a la fotógrafa de tus sueños y amar por siempre sus fotografías

5 consejos para elegir correctamente a la fotógrafa de tus sueños y amar por siempre sus fotografías

Muchas personas me preguntan por qué no llevo a mi hijo al pediatra que le corresponde y voy a otro centro de salud diferente, teniendo más cerca el que nos toca por zona.

También me preguntaron en su día por qué llevaba a mi hijo a un colegio que está a 30 minutos de nuestra casa en coche teniendo buenos coles a 10 minutos caminando (esto tiene especial peso en una comunidad pequeña, donde los recorridos tan largos no se conciben si no es para irte de fin de semana como mínimo). Se entiende menos cuando el cole es público y ni siquiera pago por ir.

Por supuesto, también me preguntaron por qué me fui a Barcelona a tatuarme, que si en Cantabria no había buenos tatuadores, que me tenía que ir a 700 kilómetros para hacerme un cactus.

La respuesta es sencilla: si sé que existe lo que quiero, que me gusta, que me toca la fibra, que está acorde con mis valores y mi estilo, ¿por qué voy a conformarme con lo primero que veo, lo fácil, lo que escoge todo el mundo, sólo porque está ahí? La resignación no va conmigo.

De lo bueno, busca siempre lo mejor, también en fotografía

Siempre he sido inconformista, es una característica muy mía. Si conozco algo extraordinario, lo bueno me parece insuficiente.

Me pasa con todo. A veces no me queda más remedio que ceder a regañadientes, cuando las circunstancias aprietan y mandan. Pero si hay una mínima posibilidad de conseguir lo que deseo, ¿por qué voy a renunciar a ello?

Si hay que ahorrar, se ahorra. Si hay que madrugar, se madruga. Si hay que pillar un avión, se pilla. Y si hay que esperar un año, pues se espera. Pero ya no me contento con menos.

Piénsalo. El otro camino sería más sencillo, pero no sería el tuyo. Al final, ¿estarías a gusto con el resultado sabiendo que existía una posibilidad que te lo daba todo?

En fotografía ocurre lo mismo. Si conoces el trabajo de un profesional que te enamora, que hace exactamente el estilo de fotografía con el que te sientes identificada, ¡ve a por él! Seguramente, él o ella te estará también buscando. Tú eres su clienta extraordinaria, de lo bueno, la mejor.

Cuando este encuentro sucede, saltan chispas, aquí y en cualquier sector. Hay feeling, entendimiento, energía que fluye. Llámalo como quieras, pero el resultado es un trabajo que se sale de lo normal. Y te diré una cosa: no te mereces menos.

Te pongo un ejemplo: mi experiencia con el tatuaje (y la tatuadora) no ha podido ser mejor, y te cuento por qué.

Cuando el trabajo de una persona te vincula con ella

Sabes de sobra que soy una persona muy emocional, me muevo desde dentro y si algo no me hace dar saltitos de alegría, es que no es para mí. Necesito sentir ese regocijo por dentro, ese pellizco que te hace vibrar y que surge cuando estás ante algo que está hecho para ti. Lo sabes, lo percibes, es algo instintivo.

Y eso me pasó cuando conocí el trabajo de Mónica Sampietro. Sus tatuajes se salen de la norma. Los trazos, el relleno, su forma de trabajar, es una puta pasada (siento la palabra malsonante, pero necesitaba ponerla para que entiendas la intensidad que tiene su trabajo en mí). En cuanto vi su trabajo, supe que lo quería.

Me iba a tatuar por primera vez, era algo que llevaba pensando meses y cuando encontré a la persona adecuada para hacerlo, ¡sorpresa! No había quien contactara con ella por la agenda que tenía. Cuando la abría, se llenaba en 10 minutos literalmente.

Era el horror, todo parecía indicar que era imposible conseguirlo. Pero mi cabezonería y la certeza de que no podría dejarme tatuar por nadie más, hizo que insistiera.

O ella o nadie, así de sencillo. ¡Me iba a pintar la piel para siempre! Necesitaba que me lo hiciera alguien que me causara precisamente esta locura. Necesitaba que quien me tatuase por primera vez fuera alguien a quien yo admiraba profundamente y que cada vez que viese un diseño suyo me hiciese desearlo con todas sus fuerzas. No había más posibilidades.

Cuando un estudio de Barcelona anunció que Mónica empezaba a tatuar allí, les escribí de inmediato. Y al cabo de unos días, y para mi gran sorpresa, me respondieron. Juan, su dueño, me llamó un domingo para agendar mi cita con Mónica. ¡Lo había conseguido! Me iba a ir a Barcelona y me iba a tatuar con ella.

Tras año y medio intentándolo, créeme, esto es para saltar de alegría y no parar. Locurón máximo.

 

¿Cómo es trabajar con alguien a quien admiras?

Abre bien los ojos porque te voy a contar un secreto: todos los profesionales buscamos al cliente ideal. Piensa en cualquier sector que puedas imaginar: fruta, zapatillas, pinchos caseros. Da igual. Todos y cada uno de nosotros te estamos buscando con tanta intensidad como tú buscas al profesional perfecto para ti.

Trabajar con alguien a quien admiras tanto es tan intenso como cuando encuentras a una persona que acude a ti, por tus servicios, y conectáis. Tú estás deseando trabajar con ella, y ella quiere trabajar contigo. 

De ahí sólo puede salir algo increíble. Las energías se juntan, la creatividad fluye y lo sería un servicio más, se transforma en la mejor de las experiencias.

Cuando Mónica terminó mi tatuaje, me preguntó: ¿cómo te sientes llevando un tattoo? A lo que yo le contesté: No llevo un tattoo, llevo una obra de arte en mi piel.

Y así surge la magia, así es como te llevas experiencias vitales de las que disfrutas el resto de tu vida.

Trabajar con quien admiras se hace sencillo y emocionante. Es como hablar con alguien a quien conoces toda la vida: te entiende, se pone en tu situación, hay respeto mutuo.

Cuando yo soy la que tatúa

Ay, amiga. A veces también me toca estar en el otro lado. A veces soy la persona a la que otra elige para llevarse sus recuerdos grabados en papel. La energía es la misma pero en distinta dirección.

Conectar para poder narrar el momento que estás viviendo. Es lo que le da sentido a mi trabajo, y es lo que me mueve cada día. Y eso sólo lo haces posible tú.

Hacer fotos a mujeres es lo que últimamente me hace vibrar más. Y cuando hay vínculo entre la mujer que retrato y yo, es emocionante.

Las fotografías recogen un momento valioso para ti. Son tus recuerdos más preciados, así que intenta escoger bien a la fotógrafa que va a encargarse de ellos. ¿Cómo saber si estás ante la persona adecuada para hacerte tus fotografías?

    • Mira con detalle su trabajo: observa otras fotografías que ha hecho para saber si es tu estilo. Quizá tengas ya una idea muy clara de lo que quieres, o preferencias con el color, la luz, un estilo más clásico o muy fresco… Antes de dar el paso, cerciórate de que el fotógrafo realiza la clase de fotografía que tú estás buscando.  Cuando observas su trabajo, ¿te imaginas siendo la protagonista de sus fotos? ¿Comparte tus valores y tu forma de entender la fotografía? Si tu respuesta es afirmativa, sigue con el siguiente paso.
    • Analiza cómo se expresa en su web, en su blog, en las redes: detrás de cada profesional hay una persona, nunca lo olvides. ¿Sientes que podrías entenderte con ella? ¿Que utiliza tu lenguaje y va a ser sencillo mantener una conversación? ¿Estáis en sintonía? ¿Sí? Pues adelante, sigue idagando.
    • Si has encontrado a alguien que te gusta, pero no se encuentra en el lugar donde vives, pregúntale si contempla la posibilidad de desplazarse antes de tirar la toalla. Si el fotógrafo siente que tú eres la clienta perfecta, seguramente no le importará tener que moverse. Eso sí, piensa que eso generará más gastos que se añadirán a su presupuesto inicial.
    • Si no tiene las tarifas publicadas en su web, pregúntale por ellas para saber si su trabajo se ajusta a tus posibilidades actuales. Pero, por favor, esto te lo pido de corazón, no intentes regatear el presupuesto que te dé porque cuesta un mundo ponerle precio a tu trabajo, y cuando lo haces, es el que es por una razón y en esa cifra final van incluidos numerosos aspectos. Si te encanta el trabajo de esa persona pero ahora mismo no puedes permitírtelo, puedes preguntarle por métodos de pago a plazos o, sino, quizá esperar un momento en el que estés más holgada y no te suponga quedarte tiesa de dinero.
    • Habla con el fotógrafo antes de tomar una decisión, aunque su trabajo te enamore. Una conversación con él/ella despejará cualquier duda que tengas sobre si es tu profesional ideal. En esa conversación podrás plantearle los puntos que sientes que son más sensibles, aquellos que te preocupan especialmente. Verás cómo se expresa, si te escucha. En definitiva, si la conexión que sentiste al ver su trabajo es real o sólo fue una ilusión. Después de esa conversación, ¿sigues sintiendo cosquillas en el estómago o en la piel? ¿Es como si esa persona supiera qué necesitas sin necesidad de demasiadas explicaciones? Ya no dudes más, es tu fotógrafo.

Indaga, compara y pregunta, que hablando se entiende la gente. Pero no dejes en manos de cualquiera tus recuerdos. Antes de tomar la decisión, piensa bien si la persona elegida va a saber capturar tu momento de la manera en que quieres.

Te mereces fotografías realizadas con mimo, que te emocionen, y que toda la experiencia de la sesión sea inolvidable. Como un tatuaje 😉

La fotografía es un tatuaje en la memoria

La fotografía es un tatuaje en la memoria

Después de años ejerciendo de madre de manera muy intensa, qué bien sienta pegarse un buen homenaje con las amigas.

A veces parece  más fácil que te toque la lotería que encontrar una fecha en el calendario que le cuadre a todas, pero al final las ganas locas de tener ese momento para nosotras y un poco de organización, consiguieron el milagro.

Finalmente, pudimos marcar unos días en la agenda y decir “Esto es inamovible. Ya puede tronar y caerse el mundo a pedazos, que yo me voy con mis amigas a darlo todo”.

Para mis dos compañeras de esta aventura y para mí, la disculpa fue hacernos un tatuaje, el primero para las tres. Y el destino, Barcelona.

Llevábamos desde enero esperando este viaje. Conseguir cita con Mónica Sampietro es poco menos que misión imposible, pero yo soy muy cabezona y no quería que nadie más estrenase mi piel. Así que tras año y medio intentándolo, lo conseguí. Y además me fui con la mejor de las compañías.

Tatuarse a los treinta y tantos

Los tatuajes me han gustado desde siempre, pero había dos miedos que me echaban para atrás (y supongo que son los miedos comunes de cualquier que se lo esté pensando):

  • Cansarme del tatuaje en cuestión.
  • No soportar el dolor.

Y como los últimos años estoy trabajando duro en derribar cada uno de los temores absurdos que evitan que haga aquello que me apetece hacer, por fin le llegó la hora a estos. Se dice pronto, pero en realidad llevo pensando en este tattoo más de dos años.

Primero surgieron las ganas de tener uno, sin más, y más tarde la idea de lo que quería. Lo único que tengo seguro en esta vida, como cualquier madre, es el amor hacia mi hijo. Así que estaba claro que tenía que ir sobre él, pero también quería que hablara sobre mí. Resulta que yo también soy una persona importante en mi vida 😛 .

Entonces surgió la imagen del cactus. Quizá otro día te explique todo lo que significa este cactus para mí.

Si te parece una chifladura hacerte el primer tatoo a estas edades, un capricho más propio de la adolescencia, te diré que puede que tengas razón, pero que vivan las extravagancias porque a la locura se unieron Violeta y María, y las tres juntas hemos vivido un fin de semana intenso, divertido y lleno de una energía brutal. Como las protagonistas de una novela de aventuras juvenil.

Tatuarme a los treinta y tantos, en grupo, y con alevosía, ha sido un plan delicioso. Creo que me siento hasta más joven.

La importancia de retomar el hilo: ¿quién eras antes de ser madre y tener mil obligaciones?

A simple vista parece que el tatuaje ha sido el motivo principal para hacer este viaje. Pero si miro las imágenes del fin de semana, me doy cuenta de que lo verdaderamente importante fuimos nosotras.

Nuestra felicidad sale por los poros, y no somos capaces de disimularlo ni un poquito.

Estar juntas, pensar sólo en femenino, alquilar un apartamento precioso, pasear por una ciudad llena de vida (y lluvia), mirar tiendas, probarnos ropa, hablar sin que nadie nos interrumpa, sin que nadie nos haga perder el hilo de la conversación, ¡qué sensación tan maravillosa! Ha sido liberador, estoy segura de que me entiendes.

La maternidad es maravillosa pero es fácil perderse en ella, ¡y está muy bien! Forma parte del camino y tienes que experimentarla a tope. Pero, ¿qué pasa cuando los niños crecen y tienes más tiempo para ti? A veces te das cuenta de que has olvidado quién eres, qué te gustaba hacer y cómo hacías para romper las rutinas. Y para colmo, es probable que descubras que ya no eres la de antes.

¿Recuerdas cómo eras y cuánto te apoyabas en tus amistades cuando eras una jovenzuela?

Si necesitas retomarlo, recuperarte a ti misma, no tienes que sentirte mal por ello, por querer salir sin hijos ni maridos. Creo que es sano. Y que debemos sentirnos bien con cada decisión que tomamos y disfrutar cada una de ellas.

Conectar con nosotras mismas, ejercitar la complicidad con las amigas, compartir nuestras historias personales, es un regalo que tenemos que hacernos. Nos lo debemos tras muchos años con la cabeza metida en la maternidad, los trabajos, la familia.

Disfrutar de esta forma, sólo nosotras, mujeres, amigas. Te lo recomiendo hasta el infinito. Es más, deberían prescribirlo los médicos. He dicho.

Fotografías para grabar ese momento, recordar y volver a viajar allí una y otra vez

De este viaje me llevo 2 tatuajes, ropa a estrenar y momentos que no quiero olvidar jamás.

Recordar el momento que estamos viviendo ahora mismo será más importante cuando la vida no me tenga preparadas vivencias tan bonitas. Sentarme a ver estas imágenes tendrá mucho más valor de aquí a unos años.

Ahora tengo la memoria fresca, la piel de gallina aún no se me ha pasado y recuerdo todo con mucha viveza. Pero el tiempo y la vida se encargarán de difuminarlo.

Por eso, mis amigas y yo hemos decido hacernos un álbum con las fotos del fin de semana. También queremos tatuarnos en la memoria las anécdotas, las calles por donde paseamos, las risas y las pintas que llevábamos. Lo queremos todo, lo más amarrado posible a nuestra piel.

Así, cada vez que lo necesitemos, abrir el álbum será como escapar de nuevo las tres solas a ese lugar donde fuimos intrépidas jovencillas otra vez. Revivirlo a través de las imágenes, y volver a ese estado emocional que forjamos juntas.

Y tú, ¿cuándo fue la última vez que te diste un homenaje con tus amigas?

Una experiencia navideña diferente

Una experiencia navideña diferente

Ya estamos bien metidas en noviembre y cuando menos te des cuenta ¡zas! Diciembre te cae con todo el peso de su turrón. Ese mes que llena todas las casas con niños de emociones, caras de felicidad, sorpresa e ilusión.

Mira que no soy yo muy navideña. A poco que me conozcas, ya lo sabrás. Pero también reconozco que desde que El Señor Bajito está en mi vida, me gustan un poquito más. Porque las navidades con niños, son otra historia. Se lleva todo con otro espíritu. Es uno de esos momentos en los que nos ponemos en su lugar y tratamos de ver cómo es disfrutar de esta celebración a su edad (quizá, acordándonos un poco de cómo la vivíamos cuando nosotros éramos los niños).

Este año estamos muy tranquilos, es raro que en agosto no empezase a enumerarnos lo que iba a pedir a los Reyes… ¿Será que se está haciendo mayor y que a su niñez le queda medio telediario? Ains, madre… todo se acaba. ¿O será que el día menos pensado nos sorprende con una mega lista bien pensada y organizada de todo su pedido?

Pero no nos pongamos melodramáticas ni suspicaces. El hecho es que, lejos de creer o no en estas cosas, la ilusión de regalar y ser regalado es perenne. Aunque crezca, aunque el sentido de esta época cambie con el paso del tiempo y él lo viva de otra forma, seguirá siendo muy bonito hacerle partícipe de todo el proceso, el misterio y el contexto que nos deja esta época del año, ¿no crees? Y si queda constancia sobre papel, mucho mejor.

Blanca Navidad

Ya sabes que por estas fechas es muy típico sacar sesiones especiales, llenas de adornos navideños que evoquen la época en la que pronto estaremos. Pero chica, que yo no me siento identificada con eso. Y algún año lo he hecho, pero no me late, no me llena.

Para mí la fotografía infantil es de otra manera. Es espontaneidad, juego, libertad de movimiento. Risas, gritos y carreras. Y en Navidad nada de eso cambia. Y es que, en realidad, para retratarles a ellos, no hace falta nada más, ¿no te parece? Con sus personalidades y su alegría infantil hay de sobra.

Por eso, este año, me animo de nuevo con las mini sesiones navideñas, pero en versión Rebeca: estudio blanco y ELLOS + ELLAS (y vosotros, mamis y papis).

Sí, creo que es lo más acertado. Centrarnos en ellos, en su carita de felicidad, porque en nada viene Santa Claus, el Olentzero, los Reyes Magos, y su ilusión está en el aire… ¿te lo imaginas?

¿Cómo van a ser las sesiones?

Estas sesiones van a ser cortitas, de 30 minutos. Es el tiempo ideal, te lo prometo. Cada vez que hago sesiones cortas, me quedo alucinada de lo bien que responden los niños.

Pueden entrar al estudio un poco tímidos, pero en cuanto ven un colchón para saltar, y se dan cuenta de que allí pueden hacer casi lo que les dé la gana, se vienen arriba y disfrutan que no veas. Y yo con ellos ♥

Para mí lo importante de verdad es que estén a gusto, que disfruten con vosotros. Porque así es facilísimo hacerles fotos, y el resultado siempre es maravilloso.

Lo que recibes:

A parte de la experiencia y del ratito juntos, os vais a llevar a casa:

  • 12 fotografías en alta resolución para que podáis imprimir.
  • de regalo: un calendario en versión digital con una página por mes y una foto de tu hijo diferente en cada página.

La sesión fue breve y me maravilló lo mucho que se puede conseguir en tan poco tiempo. Me gusta que el estudio sea tan «minimalista», da más relieve a los protagonistas de la sesión. Los niños se sintieron libres y a gusto desde el primer momento.

Cristina Vega.

El calendario

Al principio pensé en regalarte una tarjeta de felicitación, con una de las fotos de tus hijos. Pero no me convencía. Así que se me ocurrió encargar un diseño de calendario para que podamos meter tus propias fotos, 12 en total (1 por página). Y de esta forma, te acompañará todo el año.

Este calendario se entrega en formato digital, para que puedas imprimir tantos como quieras. Uno para vosotros, para las abuelas, para el tío que vive lejos y no ve a sus sobrinos…

Tendrá tamaño folio, y puedes imprimirlo en alguna copistería, para que lo hagan con un papel tipo cartulina y quede aún más bonito 🙂

La entrega

Como siempre, montaré una galería para que tú misma puedas hacer la selección.

Podrás seleccionar las 12 fotos que te entregaré en formato digital y que formarán parte de tu calendario.

Todo junto te lo entregaré mediante un link de descarga, para que lo tengas cuanto antes y sin moverte de tu casa.

Creo q el mejor resumen es que mi enana primero no quería entrar y después no se quería ir 🙂

Vane.

¿Dónde y cuándo serán las sesiones?

Tengo 2 ciudades y 2 fechas diferentes, toma nota:

  • En mi estudio de Suances (Cantabria): sábado 25 de noviembre por la mañana.
  • En Oh! La Luna (Alcorcón, Madrid): sábado 2 de diciembre por la mañana.

ATENCIÓN: sólo hay un máximo de 6 plazas para cada fecha y ciudad. Se agendará por estricto orden de reserva.

La inversión

Seguro que has llegado hasta aquí haciéndote esta pregunta, o puede que incluso, hayas bajado directamente a ver si lo veías. ¡Pues lo encontraste! ¿Cuánto cuesta una mini sesión navideña con Rebeca?

Las Mini Sesiones de Navidad tienen un valor de 121€.

Y estarás pensando, qué precio más raro, ¿no? Sin «comas 95» ni redondeos. Sí, un poco. Te explico: de cada sesión, 99€ irán destinados a mis gastos de negocio varios y 1€ para tomarme un café (o té, que yo café no tomo). Los otros 21€ serán donados a la Hacienda Pública, esa que hacemos entre todos. Ni un céntimo irá destinado a comprar espumillón, lo prometo.

*** Puede que esta última explicación sobre, puede que te haya dejado fría, o puede que te haya hecho gracia. No es mi intención incomodar a nadie, de verdad. Pero el cuerpo me pide explicar algunos conceptos, porque ser autónoma es muy duro y desde arriba no lo facilitan en absoluto. Cada vez que veas un precio de un pequeño negocio, recuerda que una gran parte de ese dinero, no es para esa persona. ***

¿Nos vemos?

Yo lo estoy deseando.Hace mucho que no hago sesiones de este tipo en el estudio y me encanta pasar la mañana con tantos niños y rodeada de risas.

Así que si te apetece tener la experiencia, el recuerdo y el calendario, escríbeme un mail (puedes hacerlo en el formulario que te dejo a continuación o directamente en la siguiente dirección: info@rebecalopeznoval.com). Y recuerda que sólo son 6 plazas por ciudad y fecha, y que la reserva se hace efectiva con el pago del 50% del valor total de la sesión (el pago se realiza mediante transferencia).

Consulta a todas las madres: ¿cómo será ese momento?

Antes de despedirme, te pregunto a ti, madre experimentada que tienes un hijo más mayor que el mío. ¿Cómo fue ese momento en el que se enteró de que todo esto de Los Reyes Magos era un cuento? O tu experiencia si decidiste no contarle nunca el secreto y dejar que se enterase de forma natural.

Me encantaría leerte en comentarios. Es un tema que me preocupa ? ¡Un abrazo! ♥

Preguntas frecuentes sobre la preparación de tu sesión de fotos de familia y sus respuestas

Preguntas frecuentes sobre la preparación de tu sesión de fotos de familia y sus respuestas

Como soy curiosa (no lo voy a negar) y tu opinión me importa (¿de qué otra forma podría hablarte de lo que de verdad te interesa?), durante la pasada semana lancé algunas preguntas en mi cuenta de Instagram con el objetivo de conocer de primera mano cuáles son las dudas sobre fotografía que atormentan esa cabecita, o cuáles los temas de los que más te gustaría aprender. Porque, aunque parto de la base de que si estás aquí es porque te agrada lo que hago y conectas con ello, me gusta preguntarte de vez en cuando porque sé que los gustos y las inquietudes cambian.

Así que, mientras editaba una de mis últimas sesiones, se me ocurrió fusionar los interrogantes con la tecnología para preguntarte directamente. Y como Instagram se ha vuelto mi red social favorita y ahora nos facilita hacer encuestas (desde el stories), me lancé a la aventura. Y realmente parece que estamos en sintonía. ¡Choca esos cinco!

Esto me alegra enormemente, la verdad. Porque entiendo que mi trabajo no es para todo el mundo. Por eso, una de las facetas de las que más me ocupo es de hablar con las familias que quieren contratar una sesión de fotos conmigo para asegurarme de que mi estilo de fotografía, es el estilo que están buscando.

El caso es que siempre que lanzo preguntas obtengo respuestas interesantes, a veces inesperadas. Cuando muchas de ellas se repiten, significa que son temas que os preocupan en común.

He recopilado esas preguntas frecuentes, les he dado respuesta y las he ordenado en 3 bloques que iré publicando por semana: las preguntas que te haces antes de reservar tu sesión, las dudas que surgen durante la sesión y las que te planteas después de la sesión.

Aquí va el primero de ellos:

Preguntas que pueden surgirte antes antes de reservar tu sesión

¿Me vas a sacar a mi también? Sólo quiero una sesión para mis hijos.

Normalmente a las madres (y a algunos padres también) nos cuesta mucho ponernos frente a la cámara. Cuando comencé a hacer sesiones de fotos para otras familias, diferenciaba entre sesiones para los hijos de las de la familia al completo. Hoy en día ya no lo hago.

Para mí no tiene sentido, sois un pack.

En mi forma de entender la fotografía, no pueden faltar los padres. Sin ellos no hay niños, no hay familia, y tampoco se generan los gestos que más me gusta fotografiar. E la base de todo.

Te asusta salir en las fotos, pero piensa en unos años cuando tus hijos quieran recordarte y mamá no esté en las fotos. ¡¿No es eso mucho peor que pasar ahora un poco de vergüenza?! De verdad, no tengas miedo, porque vas a salir genial. Los hijos ponen guapa a cualquiera, lo que pasa es que tú no te ves. Pero ya estoy yo para verte bonita 🙂

Pero, ¿y si no sé posar?

No hay que saber posar. No conmigo. Me gusta observaros, que estéis tranquilos, naturales y juguéis con vuestros hijos. Quizás, en algún momento, os pida que llevéis el juego a otra zona, pero nunca os pediré que poséis. Ya me las apañaré si quiero que me miréis o que os riáis. De cualquier forma, te aseguro de que no será forzado ni fingido.

Cuando veas las fotografías te parecerá increíble lo que ves. Quizá pienses con una sonrisa en la cara, ¿es así como nos vemos desde fuera? ¡Claro!
Sólo necesitas a alguien que lo sepa captar tal y como tú lo vives y sientes, que deje que se desarrolle tu cotidianeidad familiar y mientras sucede, la fotografíe para ti. Por eso es crucial que escojas bien al fotógrafo y que el estilo del profesional que elijas para tu sesión sea el adecuado según tu visión y gustos.

Así que, ¿qué pasa si no sabes posar? Absolutamente nada. Incluso, ¡mucho mejor!

¿Dónde hago mi sesión? Estudio, exterior o en mi casa.

Hay gente que no se decide a hacerlo en casa por miedo a que su hogar no de la talla. Estamos intoxicados con las casas de revista, esas que están impolutas, que parecen a estrenar y que son como una exposición del Ikea.

Seamos sinceros. Nuestras casas no son así. En nuestras casas vive gente que sale y entra, que tira cosas, que ensucia (y recoge, si tiene tiempo). Unos días están más ordenadas que otros, y no pasa absolutamente nada.

Estas casas, las de la vida real, que en comparación con las otras parecen un caos, siempre dan la talla en una sesión fotográfica, ¿sabes por qué? Porque es tu hogar, donde sucede la magia entre vosotros, y donde se da la máxima complicidad e intimidad. En definitiva, es el mejor marco para una sesión de fotografía confortable.

Pero las sesiones en exterior quedan preciosas, también. Sobre todo cuando el lugar lo eliges tú por un motivo personal: porque te resulta familiar, tiene significado para ti o porque es uno de tus lugares favoritos.

En exteriores los niños se sienten libres y descubren muchas cosas nuevas. Es un factor a tener en cuenta.

En definitiva, aleja esos miedos de ti respecto a tu hogar si es lo que más te apetece. Mándalos bien lejos. Si prefieres hacerlo fuera, que sea porque de verdad es tu deseo.

La familia protagonista de la sesión de fotos que has estado viendo a lo largo de esta entrada, se decidión por 2 localizaciones: su casa y una placita de su pueblo donde pasean a sus perros todos los días. En ambos casos, querían algo cotidiano, cercano, donde se sintieran a gusto. Deseaban tener un recuerdo de esos momentos que se suceden todos los días. ¿Qué te parece su elección?

Un abrazo 


Otros artículos que pueden complementar esta lectura, son:

 

El corazón del bosque

El corazón del bosque

—Muéstrame el camino —, le pedí al bosque. Y el bosque no me respondió.

—Quiero ver un gnomo —, repetí —. Enséñame el camino a la casa de los gnomos.

Pero el bosque no atiende a este tipo de peticiones. Es caprichoso y guardián de sus secretos. Debes ganarte su confianza, demostrar que tienes un corazón puro y entonces, si él y sus criaturas lo ven oportuno, se mostrarán ante ti.

—Pues vaya rollo —, se quejó en alto el Señor Bajito.

—Shhhhhhhhhhh —, me apresuré a decir —. El bosque escucha.  Cuidado con lo que dices.

Y como no había otra cosa que hacer, jugamos entre nosotros y con el bosque.

Todo era silencio alrededor hasta que lo rompimos con las risas. Deseábamos que la luz no se fuera y que el bosque se alargara.

—¿Cómo de grande es el bosque, papá? —, preguntó el Señor Bajito.

—Tanto como desees —, respondió papá.

Y el Señor Bajito deseó que fuera eterno e inabarcable.

Avanzamos con cautela, sorteando troncos que llegaban hasta el cielo, mirando hacia arriba, boquiabiertos. Maravillados de los colores con los que se vestía el bosque.

Todo era precioso. La luz se filtraba entre las hojas.

—¡Qué bien huele! —, exclamé.

—Sí, seguro que hay hadas cerca —, se animó el Señor Bajito.

A veces se escuchaba una sinfonía agridulce. Un murmullo suave. Creo que venía del propio bosque, aunque a veces era como si surgiera de mí.

—Muéstranos el camino —, suplicó el Señor Bajito. Una hoja cayó sobre mi rostro y se quedó pegada entre mis ojos y mi boca. ¿Esa era toda la respuesta que íbamos a obtener? Me reí por la escena, por cómo se vería mi cara empapelada de otoño. Primero despacito, después a carcajada limpia.

—Tienes algo en la nariz —, dijo papá. Y yo me reí y el Señor Bajito aún más.

Juntos, seguimos caminando sin saber muy bien adónde. Ya no importaba tanto si conocíamos el camino a la casa de los gnomos, si veríamos alguno o permanecerían escondidos para siempre. Estábamos juntos y ese era nuestro universo.

Aprendimos sobre los árboles, a construir puentes y a llorar de risa. A disfrutar de la compañía ignorando el tiempo pero teniéndolo siempre a la vista; como quien vigila al enemigo pero manteniéndolo a una distancia prudente.

Al final comprendimos que el hogar de la magia está en nosotros mismos. En el corazón del bosque. En el vuestro. En el mío. Allí donde guardamos el recuerdo de nuestra niñez. El niño que fuimos y que aún sigue ahí, jugando y riendo, negándose a terminar la partida.

Y entonces, lo vimos.

Esta es una historia ficticia, cargada de realidad (y de las fotografías de nuestro último paseo por un bosque de secuoyas). Pero si quieres, tú puedes tener tu propia historia. Para saber cómo, pincha aquí:  Tu historia de otoño.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
Cuéntame qué necesitas.