Año 2030. Tu hijo te pide que vayas a por el álbum familiar, le apetece recordar y, de paso, enseñarle a su chica cómo era él de peque. Están pensando en tener descendencia y se han puesto sensibles.
Así que preparas unas bebidas y vas a por él, dispuesta a disfrutar de una sesión remember de las buenas, que también te han entrado ganas de mirar al pasado.
Y todo es genial. Es bonito ver otra vez su carita, enumerar las trastadas que hacía de pequeño, reconocer los rincones de tu casa, que ha cambiado tanto como vosotros.
Pero entonces tu hijo levanta la cara del álbum y lanza esta pregunta con tono triste: ¿Pero tú dónde estás? Mamá, no sales en ninguna foto.
Se oye un crujido. Creo que se te ha roto un poquito el corazón.
Así que vamos a cambiar el chip completamente. Aun estás a tiempo de evitar que esta escena futura suceda de verdad.
Tenemos que empezar a salir más en los recuerdos de nuestros hijos, dejar que la cámara la manejen otros y ponernos delante del objetivo. Porque el día de mañana, tus hijos querrán ver fotos tuyas, a solas, con ellos, con la familia. No les vas a negar ese deseo, ¿verdad?
Pero hoy quiero que pienses en otra forma de foto. Una diferente en al que tú eres la protagonista. Vamos a olvidarnos por un segundo de que somos madres. Vamos a cerrar los ojos y vamos a pensar en nosotras, sólo en nosotras.
¿Quiénes somos como mujeres? ¿Qué deseos tenemos? ¿Qué queremos conseguir en la vida? ¿Qué nos mueve por dentro?
Tú, la más bonita, créetelo
¿Sabes eso que dicen de que la belleza está en el interior? Me sonaba a pamplina, pero recientemente he descubierto que es una verdad como un templo.
La sociedad nos vende una perfección entendida desde el punto de vista del consumismo. Esa belleza es irreal y efímera porque es lo que interesa. Si durara demasiado tiempo, la moda y todo lo que la rodea se estancaría. Los intereses económicos son los que mueven en el mundo, eso nos es algo que te vaya a descubrir yo ahora.
¿Pero qué pasa si nos centramos en el adentro? ¿En nosotras, en lo que somos de verdad? Es en ese punto donde nadie nos puede decir lo que se lleva o lo que te tienes que poner, o si debes o no maquillarte, o si debes o no llevar tal cosa por la edad, por tu cuerpo.
Necesitamos invertir más tiempo y mimos en nosotras, en nuestro yo interior. Porque en el alma, en nuestra esencia, la belleza es genuina, y ni caduca ni sigue patrones.
Si comienzas a hacerlo, toda tú se verá reflejada en tu rostro, en tu cuerpo, en tu actitud. Y eso es lo que realmente nos hace bellas, sin importar la talla, la altura, el color de ojos o el pelo.
Tácticas para empezar a quererte y verte hermosa
Ya lo ves, salir guapa en las fotos es cuestión de creerte guapa, de sentirte bien en tu piel. Porque si tú disfrutas de ti misma, los demás también. Y no lo digo por decir. Lo he visto un millón de veces.
¿Cómo se consigue? Puede que te sientas lejos de ese estado idílico del que te hablo. Yo misma he estado alejada todos estos años y he tenido que trabajar(me) mucho para llegar donde estoy (conmigo misma). Pero se puede conseguir.
A continuación te doy algunas pinceladas de las tácticas que me han servido, y que espero que te den el impulso que necesitas para disfrutar de quien eres.
– Rodéate de mujeres. Somos la mitad del planeta, somos muchas. Rodéate de quien entienda la vida como tú, de quienes vibren en la misma frecuencia. Nosotras nos proporcionamos una energía que sólo nosotras podemos darnos. Nútrete de ella.
– Cuida de ti por dentro. Qué miedo da echar un vistazo hacia dentro. Hay «cositas» que preferimos no remover. Pero qué maravilloso y liberador es cuando empiezas a ver los resultados de examinar tu conciencia y tu corazón. No es una camino corto, ni fácil. Pero sin duda merece la pena.
– Cuida de ti por fuera. Claro que sí. No eres vanidosa, ni creída por hacerlo. Es tu cuerpo, es un templo. Y hazlo sólo desde dónde tú entiendes el cuidado. No hace falta maquillarse si no te gusta y es una odisea. No hay que hacer dieta si no es tu deseo. Tenemos que sentirnos bellas nosotras, que nos vean los demás es un efecto secundario.
– Reserva un tiempo para ti. La maternidad nos remueve por dentro, los primeros años son agotadores a todos los niveles. No dejes que te asfixie. Toma momentos y hazlos tuyos, que se centren en ti, tus deseos o necesidades personales. Cine, una cena con amigas, un pequeño viaje… Disfruta, porque sólo así todo lo demás tendrá sentido.
Cuando estás feliz contigo misma, se nota, irradias belleza
Sabes que no soy de píldoras mágicas, tampoco de las que hacen posar en las fotos. Soy de las que buscan dentro y lo sacan fuera. Es lo que hago conmigo, y es lo que hago contigo cuando estás delante de mi objetivo.
De verdad pienso que la belleza está dentro de cada una de nosotras, y que en muchas ocasiones nosotras no somos capaces de verla. Pero la gente que nos rodea y nos quiere es capaz de ver esa belleza aunque nosotras la tapemos con trapos, con maquillajes, con ojeras…
Para salir guapa en las fotos sólo necesitas sentirte guapa y que quien te hace las fotos te mire con cariño.
Así que empieza a quererte como lo hacen ellos y descubre tu propia belleza.
Si te apetece una sesión de fotos especial, no dudes en ponerte en contacto conmigo, te estoy esperando. Puedes enviarme un mail y contarme tu historia, seguro que salen cosas tan maravillosas como tú.
Muchas personas me preguntan por qué no llevo a mi hijo al pediatra que le corresponde y voy a otro centro de salud diferente, teniendo más cerca el que nos toca por zona.
También me preguntaron en su día por qué llevaba a mi hijo a un colegio que está a 30 minutos de nuestra casa en coche teniendo buenos coles a 10 minutos caminando (esto tiene especial peso en una comunidad pequeña, donde los recorridos tan largos no se conciben si no es para irte de fin de semana como mínimo). Se entiende menos cuando el cole es público y ni siquiera pago por ir.
Por supuesto, también me preguntaron por qué me fui a Barcelona a tatuarme, que si en Cantabria no había buenos tatuadores, que me tenía que ir a 700 kilómetros para hacerme un cactus.
La respuesta es sencilla: si sé que existe lo que quiero, que me gusta, que me toca la fibra, que está acorde con mis valores y mi estilo, ¿por qué voy a conformarme con lo primero que veo, lo fácil, lo que escoge todo el mundo, sólo porque está ahí? La resignación no va conmigo.
De lo bueno, busca siempre lo mejor, también en fotografía
Siempre he sido inconformista, es una característica muy mía. Si conozco algo extraordinario, lo bueno me parece insuficiente.
Me pasa con todo. A veces no me queda más remedio que ceder a regañadientes, cuando las circunstancias aprietan y mandan. Pero si hay una mínima posibilidad de conseguir lo que deseo, ¿por qué voy a renunciar a ello?
Si hay que ahorrar, se ahorra. Si hay que madrugar, se madruga. Si hay que pillar un avión, se pilla. Y si hay que esperar un año, pues se espera. Pero ya no me contento con menos.
Piénsalo. El otro camino sería más sencillo, pero no sería el tuyo. Al final, ¿estarías a gusto con el resultado sabiendo que existía una posibilidad que te lo daba todo?
En fotografía ocurre lo mismo. Si conoces el trabajo de un profesional que te enamora, que hace exactamente el estilo de fotografía con el que te sientes identificada, ¡ve a por él! Seguramente, él o ella te estará también buscando. Tú eres su clienta extraordinaria, de lo bueno, la mejor.
Cuando este encuentro sucede, saltan chispas, aquí y en cualquier sector. Hay feeling, entendimiento, energía que fluye. Llámalo como quieras, pero el resultado es un trabajo que se sale de lo normal. Y te diré una cosa: no te mereces menos.
Te pongo un ejemplo: mi experiencia con el tatuaje (y la tatuadora) no ha podido ser mejor, y te cuento por qué.
Cuando el trabajo de una persona te vincula con ella
Sabes de sobra que soy una persona muy emocional, me muevo desde dentro y si algo no me hace dar saltitos de alegría, es que no es para mí. Necesito sentir ese regocijo por dentro, ese pellizco que te hace vibrar y que surge cuando estás ante algo que está hecho para ti. Lo sabes, lo percibes, es algo instintivo.
Y eso me pasó cuando conocí el trabajo de Mónica Sampietro. Sus tatuajes se salen de la norma. Los trazos, el relleno, su forma de trabajar, es una puta pasada (siento la palabra malsonante, pero necesitaba ponerla para que entiendas la intensidad que tiene su trabajo en mí). En cuanto vi su trabajo, supe que lo quería.
Me iba a tatuar por primera vez, era algo que llevaba pensando meses y cuando encontré a la persona adecuada para hacerlo, ¡sorpresa! No había quien contactara con ella por la agenda que tenía. Cuando la abría, se llenaba en 10 minutos literalmente.
Era el horror, todo parecía indicar que era imposible conseguirlo. Pero mi cabezonería y la certeza de que no podría dejarme tatuar por nadie más, hizo que insistiera.
O ella o nadie, así de sencillo. ¡Me iba a pintar la piel para siempre! Necesitaba que me lo hiciera alguien que me causara precisamente esta locura. Necesitaba que quien me tatuase por primera vez fuera alguien a quien yo admiraba profundamente y que cada vez que viese un diseño suyo me hiciese desearlo con todas sus fuerzas. No había más posibilidades.
Cuando un estudio de Barcelona anunció que Mónica empezaba a tatuar allí, les escribí de inmediato. Y al cabo de unos días, y para mi gran sorpresa, me respondieron. Juan, su dueño, me llamó un domingo para agendar mi cita con Mónica. ¡Lo había conseguido! Me iba a ir a Barcelona y me iba a tatuar con ella.
Tras año y medio intentándolo, créeme, esto es para saltar de alegría y no parar. Locurón máximo.
¿Cómo es trabajar con alguien a quien admiras?
Abre bien los ojos porque te voy a contar un secreto: todos los profesionales buscamos al cliente ideal. Piensa en cualquier sector que puedas imaginar: fruta, zapatillas, pinchos caseros. Da igual. Todos y cada uno de nosotros te estamos buscando con tanta intensidad como tú buscas al profesional perfecto para ti.
Trabajar con alguien a quien admiras tanto es tan intenso como cuando encuentras a una persona que acude a ti, por tus servicios, y conectáis. Tú estás deseando trabajar con ella, y ella quiere trabajar contigo.
De ahí sólo puede salir algo increíble. Las energías se juntan, la creatividad fluye y lo sería un servicio más, se transforma en la mejor de las experiencias.
Cuando Mónica terminó mi tatuaje, me preguntó: ¿cómo te sientes llevando un tattoo? A lo que yo le contesté: No llevo un tattoo, llevo una obra de arte en mi piel.
Y así surge la magia, así es como te llevas experiencias vitales de las que disfrutas el resto de tu vida.
Trabajar con quien admiras se hace sencillo y emocionante. Es como hablar con alguien a quien conoces toda la vida: te entiende, se pone en tu situación, hay respeto mutuo.
Cuando yo soy la que tatúa
Ay, amiga. A veces también me toca estar en el otro lado. A veces soy la persona a la que otra elige para llevarse sus recuerdos grabados en papel. La energía es la misma pero en distinta dirección.
Conectar para poder narrar el momento que estás viviendo. Es lo que le da sentido a mi trabajo, y es lo que me mueve cada día. Y eso sólo lo haces posible tú.
Hacer fotos a mujeres es lo que últimamente me hace vibrar más. Y cuando hay vínculo entre la mujer que retrato y yo, es emocionante.
Mira con detalle su trabajo: observa otras fotografías que ha hecho para saber si es tu estilo. Quizá tengas ya una idea muy clara de lo que quieres, o preferencias con el color, la luz, un estilo más clásico o muy fresco… Antes de dar el paso, cerciórate de que el fotógrafo realiza la clase de fotografía que tú estás buscando. Cuando observas su trabajo, ¿te imaginas siendo la protagonista de sus fotos? ¿Comparte tus valores y tu forma de entender la fotografía? Si tu respuesta es afirmativa, sigue con el siguiente paso.
Analiza cómo se expresa en su web, en su blog, en las redes: detrás de cada profesional hay una persona, nunca lo olvides.¿Sientes que podrías entenderte con ella? ¿Que utiliza tu lenguaje y va a ser sencillo mantener una conversación? ¿Estáis en sintonía? ¿Sí? Pues adelante, sigue idagando.
Si has encontrado a alguien que te gusta, pero no se encuentra en el lugar donde vives, pregúntale si contempla la posibilidad de desplazarse antes de tirar la toalla. Si el fotógrafo siente que tú eres la clienta perfecta, seguramente no le importará tener que moverse. Eso sí, piensa que eso generará más gastos que se añadirán a su presupuesto inicial.
Si no tiene las tarifas publicadas en su web, pregúntale por ellas para saber si su trabajo se ajusta a tus posibilidades actuales. Pero, por favor, esto te lo pido de corazón, no intentes regatear el presupuesto que te dé porque cuesta un mundo ponerle precio a tu trabajo, y cuando lo haces, es el que es por una razón y en esa cifra final van incluidos numerosos aspectos. Si te encanta el trabajo de esa persona pero ahora mismo no puedes permitírtelo, puedes preguntarle por métodos de pago a plazos o, sino, quizá esperar un momento en el que estés más holgada y no te suponga quedarte tiesa de dinero.
Habla con el fotógrafo antes de tomar una decisión, aunque su trabajo te enamore. Una conversación con él/ella despejará cualquier duda que tengas sobre si es tu profesional ideal. En esa conversación podrás plantearle los puntos que sientes que son más sensibles, aquellos que te preocupan especialmente. Verás cómo se expresa, si te escucha. En definitiva, si la conexión que sentiste al ver su trabajo es real o sólo fue una ilusión. Después de esa conversación, ¿sigues sintiendo cosquillas en el estómago o en la piel? ¿Es como si esa persona supiera qué necesitas sin necesidad de demasiadas explicaciones? Ya no dudes más, es tu fotógrafo.
Indaga, compara y pregunta, que hablando se entiende la gente. Pero no dejes en manos de cualquiera tus recuerdos. Antes de tomar la decisión, piensa bien si la persona elegida va a saber capturar tu momento de la manera en que quieres.
Te mereces fotografías realizadas con mimo, que te emocionen, y que toda la experiencia de la sesión sea inolvidable. Como un tatuaje 😉
Como soy curiosa (no lo voy a negar) y tu opinión me importa (¿de qué otra forma podría hablarte de lo que de verdad te interesa?), durante la pasada semana lancé algunas preguntas en mi cuenta de Instagram con el objetivo de conocer de primera mano cuáles son las dudas sobre fotografía que atormentan esa cabecita, o cuáles los temas de los que más te gustaría aprender. Porque, aunque parto de la base de que si estás aquí es porque te agrada lo que hago y conectas con ello, me gusta preguntarte de vez en cuando porque sé que los gustos y las inquietudes cambian.
Así que, mientras editaba una de mis últimas sesiones, se me ocurrió fusionar los interrogantes con la tecnología para preguntarte directamente. Y como Instagram se ha vuelto mi red social favorita y ahora nos facilita hacer encuestas (desde el stories), me lancé a la aventura. Y realmente parece que estamos en sintonía. ¡Choca esos cinco!
Esto me alegra enormemente, la verdad. Porque entiendo que mi trabajo no es para todo el mundo. Por eso, una de las facetas de las que más me ocupo es de hablar con las familias que quieren contratar una sesión de fotos conmigo para asegurarme de que mi estilo de fotografía, es el estilo que están buscando.
El caso es que siempre que lanzo preguntas obtengo respuestas interesantes, a veces inesperadas. Cuando muchas de ellas se repiten, significa que son temas que os preocupan en común.
He recopilado esas preguntas frecuentes, les he dado respuesta y las he ordenado en 3 bloques que iré publicando por semana: las preguntas que te haces antes de reservar tu sesión, las dudas que surgen durante la sesión y las que te planteas después de la sesión.
Aquí va el primero de ellos:
Preguntas que pueden surgirte antes antes de reservar tu sesión
¿Me vas a sacar a mi también? Sólo quiero una sesión para mis hijos.
Normalmente a las madres (y a algunos padres también) nos cuesta mucho ponernos frente a la cámara. Cuando comencé a hacer sesiones de fotos para otras familias, diferenciaba entre sesiones para los hijos de las de la familia al completo. Hoy en día ya no lo hago.
Para mí no tiene sentido, sois un pack.
En mi forma de entender la fotografía, no pueden faltar los padres. Sin ellos no hay niños, no hay familia, y tampoco se generan los gestos que más me gusta fotografiar. E la base de todo.
Te asusta salir en las fotos, pero piensa en unos años cuando tus hijos quieran recordarte y mamá no esté en las fotos. ¡¿No es eso mucho peor que pasar ahora un poco de vergüenza?! De verdad, no tengas miedo, porque vas a salir genial. Los hijos ponen guapa a cualquiera, lo que pasa es que tú no te ves. Pero ya estoy yo para verte bonita 🙂
Pero, ¿y si no sé posar?
No hay que saber posar. No conmigo. Me gusta observaros, que estéis tranquilos, naturales y juguéis con vuestros hijos. Quizás, en algún momento, os pida que llevéis el juego a otra zona, pero nunca os pediré que poséis. Ya me las apañaré si quiero que me miréis o que os riáis. De cualquier forma, te aseguro de que no será forzado ni fingido.
Cuando veas las fotografías te parecerá increíble lo que ves. Quizá pienses con una sonrisa en la cara, ¿es así como nos vemos desde fuera? ¡Claro!
Sólo necesitas a alguien que lo sepa captar tal y como tú lo vives y sientes, que deje que se desarrolle tu cotidianeidad familiar y mientras sucede, la fotografíe para ti. Por eso es crucial que escojas bien al fotógrafo y que el estilo del profesional que elijas para tu sesión sea el adecuado según tu visión y gustos.
Así que, ¿qué pasa si no sabes posar? Absolutamente nada. Incluso, ¡mucho mejor!
¿Dónde hago mi sesión? Estudio, exterior o en mi casa.
Hay gente que no se decide a hacerlo en casa por miedo a que su hogar no de la talla. Estamos intoxicados con las casas de revista, esas que están impolutas, que parecen a estrenar y que son como una exposición del Ikea.
Seamos sinceros. Nuestras casas no son así. En nuestras casas vive gente que sale y entra, que tira cosas, que ensucia (y recoge, si tiene tiempo). Unos días están más ordenadas que otros, y no pasa absolutamente nada.
Estas casas, las de la vida real, que en comparación con las otras parecen un caos, siempre dan la talla en una sesión fotográfica, ¿sabes por qué? Porque es tu hogar, donde sucede la magia entre vosotros, y donde se da la máxima complicidad e intimidad. En definitiva, es el mejor marco para una sesión de fotografía confortable.
Pero las sesiones en exterior quedan preciosas, también. Sobre todo cuando el lugar lo eliges tú por un motivo personal: porque te resulta familiar, tiene significado para ti o porque es uno de tus lugares favoritos.
En exteriores los niños se sienten libres y descubren muchas cosas nuevas. Es un factor a tener en cuenta.
En definitiva, aleja esos miedos de ti respecto a tu hogar si es lo que más te apetece. Mándalos bien lejos. Si prefieres hacerlo fuera, que sea porque de verdad es tu deseo.
La familia protagonista de la sesión de fotos que has estado viendo a lo largo de esta entrada, se decidión por 2 localizaciones: su casa y una placita de su pueblo donde pasean a sus perros todos los días. En ambos casos, querían algo cotidiano, cercano, donde se sintieran a gusto. Deseaban tener un recuerdo de esos momentos que se suceden todos los días. ¿Qué te parece su elección?
Un abrazo ♥
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—Muéstrame el camino —, le pedí al bosque. Y el bosque no me respondió.
—Quiero ver un gnomo —, repetí —. Enséñame el camino a la casa de los gnomos.
Pero el bosque no atiende a este tipo de peticiones. Es caprichoso y guardián de sus secretos. Debes ganarte su confianza, demostrar que tienes un corazón puro y entonces, si él y sus criaturas lo ven oportuno, se mostrarán ante ti.
—Pues vaya rollo —, se quejó en alto el Señor Bajito.
—Shhhhhhhhhhh —, me apresuré a decir —. El bosque escucha. Cuidado con lo que dices.
Y como no había otra cosa que hacer, jugamos entre nosotros y con el bosque.
Todo era silencio alrededor hasta que lo rompimos con las risas. Deseábamos que la luz no se fuera y que el bosque se alargara.
—¿Cómo de grande es el bosque, papá? —, preguntó el Señor Bajito.
—Tanto como desees —, respondió papá.
Y el Señor Bajito deseó que fuera eterno e inabarcable.
Avanzamos con cautela, sorteando troncos que llegaban hasta el cielo, mirando hacia arriba, boquiabiertos. Maravillados de los colores con los que se vestía el bosque.
Todo era precioso. La luz se filtraba entre las hojas.
—¡Qué bien huele! —, exclamé.
—Sí, seguro que hay hadas cerca —, se animó el Señor Bajito.
A veces se escuchaba una sinfonía agridulce. Un murmullo suave. Creo que venía del propio bosque, aunque a veces era como si surgiera de mí.
—Muéstranos el camino —, suplicó el Señor Bajito. Una hoja cayó sobre mi rostro y se quedó pegada entre mis ojos y mi boca. ¿Esa era toda la respuesta que íbamos a obtener? Me reí por la escena, por cómo se vería mi cara empapelada de otoño. Primero despacito, después a carcajada limpia.
—Tienes algo en la nariz —, dijo papá. Y yo me reí y el Señor Bajito aún más.
Juntos, seguimos caminando sin saber muy bien adónde. Ya no importaba tanto si conocíamos el camino a la casa de los gnomos, si veríamos alguno o permanecerían escondidos para siempre. Estábamos juntos y ese era nuestro universo.
Aprendimos sobre los árboles, a construir puentes y a llorar de risa. A disfrutar de la compañía ignorando el tiempo pero teniéndolo siempre a la vista; como quien vigila al enemigo pero manteniéndolo a una distancia prudente.
Al final comprendimos que el hogar de la magia está en nosotros mismos. En el corazón del bosque. En el vuestro. En el mío. Allí donde guardamos el recuerdo de nuestra niñez. El niño que fuimos y que aún sigue ahí, jugando y riendo, negándose a terminar la partida.
Y entonces, lo vimos.
Esta es una historia ficticia, cargada de realidad (y de las fotografías de nuestro último paseo por un bosque de secuoyas). Pero si quieres, tú puedes tener tu propia historia. Para saber cómo, pincha aquí: Tu historia de otoño.
Tengo bastante afición a ver vídeos en YouTube. Me parecen super didácticos. Eso sí, me gustan los vídeos cortos, porque no tengo mucho tiempo. En especial aquellos donde se ve a la persona trabajando. Y me chiflan los making of de las películas, vídeos musicales, y claro está, los de las sesiones de fotos.
Así que, después de mucho tiempo pensando en hacer algo propio, al fin me he lanzado a la piscina. Y gracias a la colaboración del Señor Bajito y su padre, hoy os puedo mostrar mi primer making of.
Sé que tengo mucho que mejorar en materia de vídeos, pero espero que al menos sirva para que te hagas una mejor idea de cómo trabajo habitualmente. No sólo fotografiando a mi hijo, si no también cuando trabajo con otras familias.
Mis 3 imprescindibles para hacer una foto
Si me preguntas qué cosas hago en una sesión para conseguir las fotografías que quiero, te diría que, de forma fija e impepinable, hay 3 elementos que no pueden faltar:
Observar y moverme. Esencial. Moverse es lo más importante. Ver la escena desde diferentes puntos de vista, buscar el mejor encuadre, acercarse, alejarse, subirse en lo alto, tirarse por el suelo. Siempre digo en mis cursos que hay que moverse mucho. ¿De qué otra forma encontrarás el mejor ángulo?
Aliarme con la luz. Al movernos, la forma en la que la luz incide sobre los objetos y el paisaje, difiere. Esto también hay que tenerlo en cuenta. Así que no dejes de observarla, porque dependiendo de dónde te coloques, obtendrás resultados distintos.
Aplicar técnicas de composición. Me fascina la composición en fotografía. Junto con la luz, son mis temas favoritos. Observar las líneas, los colores y todos los elementos que entran en la escena. Buscar el mejor punto de vista y reforzar aquello que quiero mostrar. Es un tema apasionante. Tanto, que el pasado año cree un curso de composición. Y justo hoy, abrimos las inscripciones para, como ya es costumbre en mis cursos, asistir a la primera clase de forma GRATUITA. Así que si te animas a escuchar más sobre este tema, reserva una plaza para el seminario de EncuadrArte pinchando aquí.
El vídeo del making of
Sin más dilación, aquí te dejo con el vídeo donde te cuento algunas cosas más sobre las fotos que saqué y donde puedes verme en plena acción entre un bambú y otro.
Si formas parte de la Comunidad F PRO, muy pronto tendrás una versión más extensa sobre este vídeo y estas fotos.
Por cierto, me haría mucha ilusión que empezaras a seguir mi canal de YouTube, y que me cuentes en comentarios si te ha gustado y te ha servido. Si es así, estaré encantada de hacer más vídeos de este tipo.
Como ves, el Señor Bajito está requeteacostumbrado a que le saque fotografías, así que él va su aire mientras que yo trabajo, y así el resultado siempre es natural.
La gente se sorprende de que no les diga cómo posar o qué hacer. Pero es que yo prefiero observar y capturar lo que me ofrecen de manera espontánea. Además, creo que así es mucho más cómodo para todos, ¿no crees?
Entre bambú: las fotos de la sesión
Aunque has podido ver muchas en el vídeo, te dejo aquí algunas fotos del resultado final de esta sesión.
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